La historia se descubre en cada rincón de la Costa Brava

En su pequeño territorio la Costa Brava es un catálogo de miles de años de historia, que va desde los tiempos antiguos hasta el modernismo. Vamos a descubrirlo

Amanecer en Sant Pere de Rodes. Foto Oscar Rodbag – PTCBG

La Costa Brava fue una de las puertas de entrada de las diferentes civilizaciones mediterráneas en la Península. Pero estas tierras ya estaban habitadas desde hacía siglos, y tanto las huellas de unos como de otros se pueden descubrir en diversos pueblos y yacimientos de estas comarcas al norte de Cataluña.

Por supuesto que el recorrido no se limita a los tiempos antiguos: las épocas medievales vieron crecer las fortalezas y las villas amuralladas, que luego se transformaron en pueblos que crecieron al calor de la expansión de la agricultura y, más tarde, de industrias como la textil.

Los tiempos contemporáneos han llegado con las huellas del modernismo y el arte surrealista.

Este es un breve recorrido cronológico por la historia a través de diferentes joyas de la Costa Brava.

Los orígenes antiguos de la Costa Brava

A lo largo de la Costa Brava, decíamos, hay numerosos vestigios de la Prehistoria, y de yacimientos que permiten saber cómo vivían las tribus íberas.

Estatua de Esculapio en Empúries. Foto Maria Geli – Pilar Planagumà | PTCBG

Una de ellas es el poblado Ullastret, donde llama la atención su potente sistema defensivo, protagonizado sobretodo por su ubicación geográfica encima del monte de Sant Andreu, sus potentes murallas, y el foso recientemente descubierto por parte del equipo de arqueólogos.

El conjunto arqueológico de Empúries muestra el grado de refinamiento de la colonia griega que luego fue heredada por los romanos

Yacimiento de Ullastret. Foto Josep Casanova Martí | PTCBG

Otro poblado íbero es el de Castell, cerca de Palamós, construido en una pequeña península que se eleva ante de la playa y que domina totalmente el territorio circundante.

El conjunto arqueológico de Empúries permite conocer la colonia griega de Neápolis, que luego fue heredada por los romanos.

Además de sus murallas es posible ver el foro, los templos, los numerosos recintos domésticos, la fábrica de salazón, y la famosa estatua de Asclepio, a pocos pasos de unas hermosas playas.

Las joyas medievales de la Costa Brava

En la Costa Brava basta hacer un par de kilómetros en cualquier dirección, sea a lo largo de litoral o en el interior, que enseguida uno se encontrará con una villa amurallada, un castillo, una iglesia u otros recuerdos de la Edad Media.

Uno es el conjunto de Peralada, dueño de un famoso castillo rodeado de murallas, junto al claustro románico de Sant Domènec, una plaza porticada y con calles de trazado irregular.

Entrada al pueblo de Pals. Foto Jordi Gallego i Caldas | PTCBG

El núcleo fortificado de la pintoresca Pals con su Torre de les Hores; los detalles góticos de Peratallada y sus palacios reconstruidos con su impactante plaza mayor son otros núcleos que hay que visitar sí o sí.

El pasado románico, más antiguo todavía, también está presente como se puede ver en el antiguo monasterio benedictino de Sant Pere de Rodes.

En la franja pirenaica de Girona se pueden realizar rutas como la de Tierra de Condes y obispos y la de las Llaves de las Iglesias, en la Cerdaña, que permite conocer la belleza sacra de centenarios templos.

Monasterio de Sant Pere de Rodes. Foto Jordi Renart | PTCBG

Algunas de estas son las de Santa Maria d’All y Santa Maria de Quadres (ambas de Isòvol), Santa Cecília de Bolvir, Santa Maria de Talló y Sant Julià de Pedra (las dos de Bellver de Cerdanya).

El pasado judío en la Costa Brava

En varios pueblos de Girona la presencia judía fue muy importante, y excepto algunos períodos de agitación y persecución convivieron en armonía con la comunidad cristiana, hasta que llegó la orden de expulsión y conversión en 1492.

Su presencia entre los siglos IX y XV se puede descubrir en la llamativa Besalú, dueña del puente medieval más famoso de la Costa Brava.

Besalú y Girona tienen valiosos testimonios de la presencia judía de los siglos IX y XV

También es interesante ver las huellas que han quedado en la cercana Castelló d’Empúries.

El puente de Besalú. Foto Art DiTomaso | Flickr

Pero el gran foco de su presencia fue Girona, que tiene uno de los call judíos mejor conservados de España.

Todos ellos se pueden conocer en diferentes rutas temáticas.

El modernismo en la Costa Brava

Como en casi todas las ciudades de Cataluña, el progreso económico de fines del siglo XIX se tradujo en una explosión de arte modernista en viviendas, fábricas, bodegas y centros de ocio como casinos o teatros.

Olot cuenta con un valioso patrimonio de edificios de este estilo, como también se puede ver en rincones de Figueres.

Feria modernista en Lloret de Mar. Foto Maria Geli – Pilar Planagumà | PTCBG

A lo largo del rosario de localidades del litoral marítimo hay abundantes ejemplos del modernismo, como se puede descubrir en los centros de Blanes, Lloret de Mar, Begur, Palafrugell, Tossa de Mar y Calonge-Sant Antoni.

Allí los indianos edificaron sus grandes residencias, que llaman la atención por detalles como miradores terminados en punta, techos de tejas de colores, molduras artísticas y un elegante uso del vidrio y el hierro forjado.

Interior del Museo dedicado a Dalí en Figueres. Foto: Moise Gh-Marian | Pixabay.

La Costa Brava era la patria chica de Salvador Dalí, donde se exponen varias de sus obras en el Museo de Figueres, así como en su antigua residencia del castillo de Púbol y en su casa de Portlligat; muy cerca de Cadaqués, un pueblo de pescadores que fascinó a la intelectualidad catalana a principios del siglo XX y que desde entonces atrae a legiones de artistas en búsqueda de inspiración.

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