Rutas de senderismo en Barcelona: descubre la variedad de paisajes para todos los niveles y gustos

Hay senderos con diversos niveles de dificultad, pero todos destacan la belleza del verano con sus playas, el otoño con sus árboles y hojas, y la región que ofrece mucho más allá de lo conocido

Rutas de senderismo en Barcelona. Foto: Tania Mousinho. Unsplash

Con sus imponentes montañas, sus bosques frondosos, sus playas vírgenes y sus encantadores pueblos, Cataluña es un destino ideal para los amantes del senderismo. La región ofrece una amplia variedad de rutas para todos los niveles y gustos, desde principiantes hasta expertos.

Una de las ventajas de estos senderos es su facilidad de acceso, no solo en coche, sino también en transporte público. En algunas incluso es posible tomar tren en el punto de salida y otro en el de llegada. Descubre estas rutas para disfrutar del mar, la montaña, conocer la región y practicar el senderismo.

Rutas de senderismo junto al mar

La exploración de las calas del Garraf

La ruta de las calas entre Sitges y Vilanova y la Geltrú forman parte de la etapa 22 del GR92, el circuito de gran recorrido que transcurre paralelo al Mediterráneo. Es una de las preferidas por los aficionados al senderismo.

A Sitges se llega tras 50 minutos de tren desde Barcelona, y desde allí, tras pasar por su animado centro de casas blancas y restaurantes sobre el paseo marítimo, se camina hasta el extremo sur, a la altura del ME Sitges Terramar.

Vista del camino con Sitges al fondo. Foto Tripadvisor

A partir de aquí comienza un sendero de ocho kilómetros por las calas que intermedian entre esta famosa villa turística y el puerto de Vilanova. En algunos tramos hay que tener precaución porque el sendero está muy cerca de las vías del tren, y en otros el camino pasa por rocas que se encuentran al borde de precipicios.

Al cabo de dos horas se llega al destino, donde se sugiere una visita al Espai Far, un museo para conocer los secretos de la vida de pescadores de esta ciudad, dotado de un hermoso jardín para descansar tras la caminata.

Descubriendo la naturaleza del Delta del Llobregat

A pesar de tener el aeropuerto y un parque logístico al sur y la mancha urbana de Barcelona y su área metropolitana al norte, el Delta del Llobregat es un entorno para descubrir uno de los últimos reductos de las marismas y humedales del Mediterráneo español.

Una de las rutas que se puede hacer es la que va por el espacio natural Remolar-Filipines y la playa de Viladecans, que permite descubrir una gran diversidad de aves marinas.

El primer lugar cuenta con senderos señalizados y numerosas explicaciones en paneles, así como puestos de observación, para ver las aves sin que se enteren de la presencia humana. Además de la vegetación de marismas con zonas de pinos en el parque hay una sorprendente concentración de orquídeas.

Espacio natural Remolar-Filipines. Foto Jorge Franganillo | Flickr

Otro recorrido es el que va hasta las ruinas del Cuartel de los Carabineros, un antiguo puesto de señales que fue rodeado por la naturaleza. En el lugar se aprecia la vegetación típica de un paisaje de dunas.

En las visitas a la playa del Prat, bien dotada de servicios para hacer una pausa, se sugiere visitar el mirador del Estanque de la Isla, el más alto del delta, así como visitar las instalaciones del CRAM, un centro dedicado al rescate, la curación y la reintroducción de cetáceos, tortugas y aves marinas.

El paseo de rocas y faros entre Calella y Sant Pol

Otra ruta en Barcelona para hacer senderismo y que compite en belleza es la ruta que une Calella con Sant Pol de Mar. Es un trayecto breve, de 4,65 kilómetros; pero como hay un desnivel de 238 metros acumulados se aconseja realizarlo en dos horas.

Es un sendero que antiguamente era usado tanto por pescadores como por centinelas, atentos al movimiento de los contrabandistas que aprovechaban las largas extensiones del Maresme.

El punto cumbre es, sin dudas, la visita al Centro de Interpretación del Faro, donde la antigua vivienda de los cuidadores de esta luz fue convertida en un interesante museo para saber cómo esta luz resguarda las costas de Calella.

El paisaje que rodea al faro de Calella. Foto Ayuntamiento de Calella

La caminata a Sant Pol pasa por la Roca Grossa, una solitaria formación que se aventura unos metros en el mar, y a cuyos lados siempre hay bañistas que aprovechan para descubrir algo de fauna con las máscaras de snorkel.

Tras seguir por caminos paralelos a la carretera y otros tramos junto a las vías del tren, donde conviene extremas las precauciones, se arriba a Sant Pol de Mar; un encantador pueblo con numerosas muestras de casas modernistas, excelente gastronomía (con la merecida fama que le dio Carme Ruscalleda) y un paseo marítimo que permite retratar hermosas postales de la bahía.

Rutas por los valles

Ruta del Sol Azul

No se engañen si creen que la comarca del Baix Llobregat es toda plana: municipios como Torrelles de Llobregat son un continuo subir y bajar por cuestas.

Desde esta pequeña localidad cercana a Barcelona se puede tomar el camino que conduce a la masía de Can Reinal y desde allí andar hasta la cumbre del Puig Vicenç, un magnífico atalaya para contemplar el delta del Llobregat, las costas del Garraf y el área metropolitana recostada tras la sierra de Collserola.

Vistas de Torrelles de Llobregat. Foto Turismo del Baix Llobregat

Esta ruta de casi 20 km implica unas cinco horas de caminata por el PR C-162, por pistas en estado bueno o regular, y con tramos de camino empinado que requieren un esfuerzo extra.

Ronda Condinenca

Este es un trayecto más sencillo, ideal para familias. Es una caminata de tres horas por Sant Feliu de Codines, atravesando los bosques de la riera de Vallbona y regresando al pueblo por los riscos de Perer.

Ubicado en el Vallès Oriental, este circuito de 11,3 km permite ver edificios modernistas en Sant Feliu, templos con siglos de historia como la ermita de Sant Climent y centros donde se trabaja por la conservación de las aves rapaces como el del Cim de les Àguiles.

Entrenamiento de aves rapaces en Sant Feliu de Codines. Foto Levilo – Flickr

Uno de los espectáculos más fascinantes es ver el entrenamiento de estas aves y sus tácticas de caza.

Camino del Samsó

El Camino del Samsó, de casi 20 km, transcurre por uno de los sitios mejor conservados del Penedès, entre la cuenca alta del río Foix y la riera de Pontons, en unos parajes rurales de viñedos, masías, bosques y pequeñas poblaciones.

Paisaje cercano a Pontons. Foto Wikipedia

El pueblo de Torrelles de Foix es la base y punto de llegada, que al seguir las señales del PR C-150 permiten acercarse a la ermita de Sant Joan de la Muntanya (del s.XI) y el área recreativa de Las Dous, con sus 35 caños que emanan agua y forman una bonita cascada.

Sendero de Tona

Es un sendero para expertos, unos 24 km que a pie se pueden realizar en 6 ½ horas; aunque salvando algunas dificultades del terreno también se puede hacer en bicicleta.

Se trata de salir y llegar desde el pueblo de Tona, en la comarca de Osona, donde se pasa por el cerro de la Muntanyola (que ofrece magníficas vistas de la llanura de Vic), las ruinas del antiguo castillo local y la iglesia románica de Sant Andreu.

Ruinas del castillo de Tona. Foto Wikipedia

También se ven la iglesia de la Virgen María de Lourdes, del siglo XI; el conjunto románico de Sant Esteve de Múnter, que con la vicaría forma una gran masía reformada en el s.XVII; el templo de Sant Cugat de Gavadons y otro ejemplo de arquitectura románica sacra, el de Sant Miquel de Vilageliu.

Batalla de Prats de Rei

El camino circular de la Batalla de Prats del Rei es una inmersión histórica por los parajes donde el mariscal Starhemberg chocó con las tropas borbónicas del duque de Vendôme en 1711, en plena Guerra de Sucesión.

Paisaje del Prat del Rei. Foto Xavi – Flickr

El sendero transcurre por la comarca de Anoia unos 17 km, en un paseo de 4 ½ horas, y en el trayecto se van descubriendo los puntos donde las unidades de infantería, caballería o las baterías de artillería se resguardaban o entraban en acción.

Si se sube a Solanelles se puede contemplar la depresión del río Anoia y tener una idea de cómo habría sido este combate; hasta seguir camino y regresar por un terreno llano a la Torre Manresana, punto de partida.

Rutas por bosques

Ruta circular por el Moianès

Siguiendo las marcas del GR177 se puede realizar esta ruta de 14 km que, si bien tiene poco desnivel, requiere de una cierta experiencia, apunta en el área de Turismo.

El punto de partida es el Castillo de San Miquel, al sur del Moianès, y en el trayecto se asciende a la iglesia románica de Sant Julià d’Uixols. Tras pasar por los collados de Matafaluga y les Termes se arriba al pequeño pueblo de Sant Quirze Safaja, en un entorno boscoso.

Els Torrents – Sant Quirze Safaja. Foto Elmoianés – Flickr

Quizás uno de los puntos destacados sea el paso por las fuentes de l’Arc y Sant Antoni, donde se pueden ver las presencias imponentes de grandes árboles.

Al monasterio de Montserrat

A pesar de ser un laberinto de caminos mucha gente mira con desconfianza al entorno de Montserrat porque los fines de semana suele estar lleno de senderistas.

Una opción menos concurrida es la ruta que va desde Collbató a este conjunto monástico, a través de un recorrido de 11 km y unos 600 metros de desnivel, que sin contar paradas se puede hacer en cuatro horas.

Desde las cuevas de Collbató se inicia este sendero que transcurre entre las gigantescas formaciones rocosas, que se van bordeando conforme se sube por el serrado de Garrigoses; con tramos un poco intensos como el de las Girades.

Monserrat en otoño. Foto Ivan Ramos Tomillero – Flickr

Una parada que hay que hacer sí o sí es la Santa Cueva donde la leyenda dice que hace 1.100 años apareció la Virgen María; lo que es homenajeado por el conjunto escultórico modernista Los quince misterios de la Virgen.

El último tramo transcurre por un bonito camino de encinas y robles, que conduce hasta las instalaciones del monasterio.

Otoño en el Alt Penedès

Hay que contemplar el bonito cambio cromático que presenta el Pantano de Foix en otoño, paraje que recoge las aguas del río homónimo y que es un interesante refugio de biodiversidad.

Para conocerlo se puede realizar una ruta que comienza en la Masia de la Creu, en Costa-Cunit, y que se extiende por cuatro kilómetros con solo 140 metros de desnivel; con lo que en poco menos de dos horas queda liquidada.

El Bosc de la Font d’Horta. Foto Fina López – Jordi Martinez

Hay que ver, por ejemplo, la presencia del pino carrasco en el primer tramo camino a Can Bladet; o las aves que descansan o nadan plácidamente en el pantano.

Pero el paisaje más otoñal se encuentra en el camino que conduce a la Font de l’Horta, en medio de un bosque de encinas. Según el blog Barcelona es molt més, el paisaje “parece salido de algún lugar de la Selva Negra”.

Los miradores de Santa Maria de Queralt

Si alguien quiere salir a buscar setas, ya puede ir poniendo rumbo al Berguedà, uno de los puntos clave del turismo micológico catalán.

Uno de los circuitos es el que pasa por los miradores del santuario de Santa Maria de Queralt, como el del Balcó de la Garreta, con bonitas panorámicas de los picos de Monserrat, la Mola y el Montseny; o el de la Guillas, en un paisaje bien otoñal donde se puede ver una gran cantidad de setas camino a la Capilla de Sant Joan.

Camino por Santa Maria de Queralt. Foto Turisme Berga

Todo el camino se puede hacer en una hora, aunque si uno dedica tiempo a buscar esos deliciosos frutos de la tierra, puede durar mucho más tiempo.

Al norte del Vallès Oriental

En Santa Fe del Montseny, en el extremo norte de esta comarca, las hojas de las hayas crean una alfombra de rojizos, marrones y ocres para fotografiar y recordar.

Entre sus rutas hay una circular de 6 km que se puede hacer en un par de horas, en un trayecto donde desfilan los hayedos.

El punto de partida es el Centro de Información de Can Casades, donde tras buscar la riera de Santa Fe se llega al bosque de la Castanyeda.

Santa Fe del Montseny. Foto Fèlix González

Las hayas dan un poco de color a las rocas de granito del Pla de Mulladís, y al llegar al Empedrado de Morou se arriba a un balcón que presenta hermosas vistas el valle de Santa Fe, el Turó de l’Home, las Agudes, y toda la depresión del Vallès.

Al regresar, hay que caminar lentamente por un hayedo, que luego da la bienvenida a otras especies como robles, alisos, fresnos y encinas en el pantano de Santa Fe.

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