Cinco islas (casi) desconocidas para descubrir en Japón

Algunas están tapizadas de frondosos bosques. Otras parecen un rincón de la Polinesia. Tradiciones, naturaleza y una belleza agreste se concentran en estas islas

Isla de Sado

A Japón se lo suele asociar con la modernidad de sus grandes ciudades, las tradiciones que se conservan en sus templos y los parajes naturales de sus cuatro grandes islas.

Pero en el archipiélago nipón hay una multitud de formaciones insulares, muchas de ellas protectoras de una naturaleza casi virgen, con paisajes que van desde playas que recuerdan a las del Caribe a frondosos y húmedos bosques.

Sado

Ese es el caso de la isla de Sado, al noreste del país, en la prefectura de Niigata. Su escarpado paisaje, ideal para recorrer en coche o en bicicleta (si las piernas resisten) se combina con terrazas de arrozales y hermosas playas.

Pescadores en la costa de Sado. Foto: JNTO.

La isla de Sado presenta un paisaje montañoso donde hace siglos que se cultiva arroz en las terrazas

Esta isla conserva la tradición de la búsqueda de oro por medio de las técnicas del bateo; y de aquí surgió el grupo de música tradicional Kodo, popular por su particular interpretación en percusión de antiguas melodías niponas.

El grupo Kodo y su particular forma de interpretar música tradicional

Las aguas termales del onsen es una de las mejores maneras de terminar una visita a la isla, sazonado con el célebre arroz de Niigata regado del sake local.

Zamani

Kerama es una de las formaciones del archipiélago de Okinawa, al sur de Japón, integrado por 22 islas de las que solo cuatro están habitadas.

Una de ellas es Zamani, donde residen menos de 1.000 personas. Su geografía costera tiene las características de la Polinesia, con arenas blancas y un mar de un color tan intenso que dio nombre al ‘azul Kerama’.

Fauna marina en el archipiélago de Kerama. Foto: JNTO.
Fauna marina en el archipiélago de Kerama. Foto: JNTO.

En algunas de sus playas, como Furuzamami, la abundante fauna marina congrega tanto a los apasionados por el buceo como a los que se navegan para avistar ballenas.

Iriomote

Esta isla es una de las formaciones más alejadas del archipiélago de Okinawa. De hecho está mucho más cerca de la costa de Taiwán que de las grandes islas de Japón.

Es uno de los sitios más agrestes del país, con la mayor parte de su superficie cubierta por densos y húmedos bosques montañosos.

En la playa de Hoshuzina se encuentran restos de organismos protistas llamados foraminíferos que parecen pequeñas estrellas amarillas

Estos se pueden recorrer en rutas de senderismo no exentas de dificultad, donde se pueden descubrir cataratas; o bien a bordo de kayaks a través de los manglares.

Las extrañas formaciones de la playa de Hoshuzina. Foto: Dan-Flickr
Las extrañas formaciones de la playa de Hoshuzina. Foto: Dan-Flickr

Sus playas son un espectáculo aparte, como la de Hoshuzina. Cuando se mira con atención se encuentran granos con forma de estrella.

Pero no son de formación mineral, sino que son las cáscaras puntiagudas de millones de pequeñas protistas conocidas como foraminíferos.

A un tiro de piedra se encuentra la isla de Yubu, separada por un estrecho de arena que se puede sortear en un carro tirado por búfalos de agua, como hace cientos de años.

Tanegashima

En el extremo occidental del archipiélago de Ōsumi, en el extremo sur del país, se encuentra una isla que es meca de peregrinación para los amantes de la exploración aeroespacial.

Allí se encuentra la sede de la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial, donde se lanzan cohetes con satélites al espacio exterior, y que es un espectáculo ver con las llamaradas reflejándose en el Mar de la China Oriental.

Tanegashima bautizó a la primera arma de fuego fabricada en Japón, inspirada en los arcabuces que los portugueses introdujeron por accidente en el siglo XV.

Ceremonia en homenaje al arcabuz Tanegashima. Foto: JNTO
Ceremonia en homenaje al arcabuz Tanegashima. Foto: JNTO

La costa oeste de la isla cuenta con 12 km de playas. La de Nagahama, famosa por sus arenas blancas, tienen una estética polinésica donde anidan tortugas marinas.

Del otro lado, al este, la playa de Kumano y las cuevas de Chikura son parajes recomendados para visitar cuando baja la marea.

Tsushima

Al norte de Nagasaki, a mitad de camino entre la península de Corea y Japón, la isla de Tsushima es un santuario de naturaleza gracias a que la formación conserva el 90% de su territorio boscoso.

Los cerezos en flor en Tshushima. Foto: JNTO
Los cerezos en flor en Tshushima. Foto: JNTO

Este es el hogar del leopardo de Tsushima, la más importante de las especies endémicas; fauna y flora que se puede conocer en el Centro de Conservación de Vida Silvestre ubicado en el parque Saozaki.

La isla tiene una merecida fama por los fideos robuke, y cualquier apasionado por los videojuegos reconocerá sus paisajes porque han servido de ambientación al Ghost of Tsushima, que Playstation lanzó este verano.

a.
Ahora en portada