Caravaggio y Malta: historia de un idilio que acabó en prisión (y fuga)

Llegó a ser Caballero de la Orden de Malta y dejó en Valletta una de sus obras maestras para acabar encarcelado y fugado

El gran pintor del barroco italiano, considerado incluso padre de la pintura moderna, tuvo una vida tan misteriosa como tumultuosa. Bebedor, juerguista y frecuentemente envuelto en riñas, Michelangelo Merisi, Caravaggio, tuvo que huir precipitadamente de Roma tras acabar con la vida de Ranuccio Tomassoni, compañero de correrías y con quien se batió en duelo tras una discusión por un partido de raqueta.

Era el 28 de mayo de 1606 y, aunque sus encontronazos con la policía no eran novedad -hay indicios de al menos 11 episodios violentos en los que se vio envuelto solo en Roma, la protección de la que gozaba en la ciudad terminó con este asesinato. Comenzó así un largo viaje que le llevaría a Nápoles y después a Malta y Sicilia en un frenesí de obras maestras combinadas con reyertas y fugas.

Caravaggio y Malta

En Nápoles el artista, que había tomado el nombre de Francesco Sforza, marqués de Caravaggio, rompió con el clasicismo renacentista y ensayó claroscuros intensos que serían el germen del después llamado tenebrismo.

Concatedral de San Juan. Foto Turismo de Malta.

Siempre con la idea de obtener perdón y volver a Roma, en julio de 1607 embarcó rumbo a Malta bajo la protección de los Caballeros de San Juan. El mismo gran maestre de la orden, Alof de Vignacourt, le encargó varios retratos y, finalmente, logró convertirse él mismo en caballero, gracias sobre todo a su talento con los pinceles (ya que las condiciones de estricta moralidad no parece que las cumpliera). El primero de sus retratos de Vignacourt, en óleo sobre lienzo, se conserva en el Louvre de París.

El 14 de junio de 1608, era investido caballero de la Orden con todos los honores. Sin embargo, tampoco la calma duraría mucho en Malta.

En agosto de ese mismo año participó en una nueva reyerta que se saldó con un herido de gravedad y fue encarcelado en el Fuerte de St. Angelo. Misteriosamente, logró escapar con la ayuda de alguien que, no menos misteriosamente, le ayudó a salir del país, convirtiéndose nuevamente en fugitivo. Estuvo en Sicilia y, cuando viajaba hacia Roma, convencido de obtener el perdón papal, murió en una playa de Porto Ercole, el 18 de julio de 1610.

La Decapitación del Bautista. Foto: Turismo de Malta.

Investido caballero… y fugado

Durante los meses que el artista vivió en Malta pintó varios retratos y dos grandes obras que aún pueden verse en el interior de la Concatedral de San Juan en Valletta: La Decapitación del Bautista y San Jerónimo escribiendo.

Considerada una de sus obras maestras, de una intensidad casi insoportable, La Decapitación del Bautista es la obra de mayor tamaño del maestro y la única que firmó. Mide 361 x 520 cm y representa el instante inmediatamente posterior a la decapitación de San Juan -el mismo que bautizó a Jesús e increpó públicamente a Herodes y Salomé hasta que ella exigió su cabeza-.

Caravaggio sitúa la escena en una amplia mazmorra dotándola de una composición clásica y un equilibrio poco habitual en sus obras. El típico ambiente tenebrista está aquí mucho más matizado, pero, en cambio, no faltan sus habituales tipos populares para representar a los personajes: una joven, una anciana, un noble, el verdugo, ni tampoco esa luz, en tonos amarillentos, rojizos y grises que utilizará en la totalidad de sus obras posteriores.

A la derecha, dos testigos contemplan la escena desde una ventana, un recurso que permite introducir al espectador en el cuadro para observar detalles como la posición del brazo del verdugo sobre la cabeza de su víctima, el manto rojo que tapa las pieles de San Juan o la sangre derramada del Bautista, en la que el artista parece haber mojado el pincel para firmar como f Michele, lo que constituye la única firma que hay de Caravaggio en un cuadro, donde la f se interpreta como fecit (en latín, hizo).

La decapitación de San Juan Bautista, Caravaggio. Foto Wikipedia.

Respecto a la segunda de las obras en la Concatedral de San Juan en Malta, San Jerónimo escribiendo, se trata de un tema ya tratado por el maestro en anteriores ocasiones, si bien en este caso incluye un escudo de malta en el extremo inferior izquierdo.

Profundamente concentrado sobre sus escritos, el santo se ha deshecho de sus vestiduras de cardenal y aparece ataviado como un ermitaño, lo que ha llevado a pensar que Caravaggio indentifica al santo con su protector Alof de Wignacourt, aunque otros estudios apuntan a otro caballero de la Orden de Malta, Ippolito Malaspina.

El cuadro fue robado en 1984 y recuperado dos años más tarde, y necesitó ser restaurado antes de volver a exhibirse.

Interior de la Concatedral de San Juan. Foto: Turismo de Malta.

Mattia Preti

Los amantes del arte de Caravaggio podrán encontrar en Malta, además de estas obras originales del artista, muchas pinturas de uno de sus grandes admiradores, el pintor italiano Mattia Preti (1613-1699), que también residió en el archipiélago maltés, donde también fue caballero de la Orden de San Juan. Fue responsable de la transformación del interior de la Concatedral de San Juan en Valletta, donde elaboró espléndidas pinturas.

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