Cinco rutas para descubrir los secretos de Cantabria

Valles, montañas, pueblos y ríos. La manera más relajada de conocer los paisajes de Cantabria es a través de sus carreteras secundarias

Valles pasiegos. Foto Turismo de Cantabria

Cuando se levanten las restricciones de viaje entre comunidades, y cuando haya un mejor clima que estas olas de frío semanales, se podrá aprovechar para recorrer las carreteras secundarias de Cantabria para conocer sus secretos en coche.

Tomamos en cuenta las sugerencias de Turismo de Cantabria y ponemos rumbo a esta comunidad autónoma pequeña en tamaño pero grande en sorpresas, entre valles, cuevas, pueblos, montañas que conviene respetar y un mar que es bello hasta con su furia invernal.

Por la cuenca del río Nansa

Este viaje de 50 kilómetros transcurre desde Pesués hasta el mirador de la Cruz de Cabezuela, un recomendado atalaya para contemplar los Picos de Europa, que presiden valles labriegos desde las cumbres de Coriscao, Peña Labra y Peña Prieta.

Las extrañas formaciones de El Soplao

Entre los puntos destacados se encuentra la cueva de El Soplao, un viaje fascinante por las maravillas que puede hacer la geología; o el pueblo de Cades, donde una ferrería del siglo XVIII convertida en museo permite descubrir cómo era este antiguo oficio.

El problema en los pueblos de Cantabria es decidirse por dónde comer el auténtico cocido montañés, la mejor receta para combatir el frío del norte

La aldea de Tudanca, catalogada como conjunto histórico-nacional; el paisaje fluvial de la ría de Tina Menor y el poblado de Puentenansa.

Ferrería de Cades. Foto Jesús Sánchez Fernández

En todos estos puntos el problema es decidirse donde probar el auténtico cocido montañés, recomendado para reponer energías tras algún paseo por los valles.

Entre Campoo y Valderredible

Estamos en la franja sur de Cantabria, en un trayecto de 80 kilómetros caracterizados por los bonitos paisajes de Peña Labra y El Cordel, o el punto de Fontibre donde nace el Ebro, y que continúa en un pantano.

Julióbriga fue el asentamiento romano más importante de la antigua Cantabria

Allí se encuentra la estación de esquí y montaña de Alto Campoo, uno de los sitios más recomendados para practicar deportes invernales en Cantabria.

Reproducción de casa romana en Retortillo. Foto Turismo de Cantabria

Además del despliegue de naturaleza en esta ruta hay diversas citas con la historia, como las ruinas romanas de Julióbriga, considerada la ciudad de ese imperio más importante en la comunidad.

O también en las colegiatas románicas de San Martín de Elines y la de Cervatos, en el santuario de Montesclaros (que se remonta a antes del año 1.000) y las ermitas rupestres de Valderredible.

Nacimiento del río Ebro en la comarca de Campoo. Foto Turismo de Cantabria
Nacimiento del río Ebro en la comarca de Campoo. Foto Turismo de Cantabria

Estos yacimientos se conocen como la Capadocia cántabra, excavadas por los campesinos cristianos entre los siglos VIII a X para contar con lugares de refugio defensivo y abrigo en el duro clima norteño.

Por las cercanías de Santander

La capital de Cantabria cuenta con un gran número de atractivos, desde los paseos costeros por la avenida de la Reina Victoria, el esplendor del Palacio de la Magdalena, la oferta cultural del Centro Botín, las tapas y raciones de sus bares o la pasión del fútbol en El Sardinero.

El Centro Botín destaca sobre la costa de Santander. / Fotos: Belén de Benito y Gerardo Vela.

Pero también vale la pena salir del casco urbano y recorrer las cercanías, como la isla de la Virgen del Mar, el Parque Naturaleza de las Dunas de Liencres (el sistema dunar más grande del litoral cantábrico) o el Parque de la Naturaleza de Cabárceno, el zoo de animales en régimen de semilibertad más extenso de Europa.

Palacio de la Magdalena, en Santander. Foto Turismo de Cantabria

El valle de Besaya

Este circuito de 50 kilómetros parte desde la ciudad de Torrelavega, capital del valle de Besaya, y termina en Reinosa.

Iglesia de San Sebastian en Reinosa. Foto Turismo de Cantabria

En su último tramo se atraviesa el sector de las Hóces de Bárcena, donde la carretera que va entre curva y curva por las montañas conduce a un paisaje impactante; una vía que transitada por los romanos.

Las Hóces de Bárcena es un trayecto sinuoso entre las montañas de gran belleza

Recuerdos medievales en Cartes. Foto Turismo de Cantabria

Además de Torrelavega en el viaje se pueden conocer interesantes pueblos como Cartres, con su torreón medieval; Silió, sede del museo de la Vijanera (una tradicional mascarada que se celebra a principios de año); o Bostronizo, donde se encuentra la ermita prerrománica de San Román de Moroso.

Los tres ríos: Pisueña, Pas y Miera

Esta ruta, de unos 70 kilómetros, une las villas de Castañeda y Liérganes; en un viaje por prados de verde intenso, montañas de gran altitud y un aire rural ideal para desconectar.

Cabaña en el Alto Pas. Foto Turismo de Cantabria

Son valles cruzados por los ríos Miera, Pas y Pisueña, donde destaca la calma bucólica de las denominadas villas pasiegas: Vega de Pas, San Pedro de Romeral y San Roque de Riomiera.

En la primera hay que conocer el recuerdo de las viviendas tradicionales, que como las del pueblo de Esles, son una interesante muestra de la arquitectura popular.

El verde de las villas pasiegas
El verde de las villas pasiegas

También hay ejemplos de residencias nobles como el palacio de Soñanes, en Villacarriedo, y muestras del románico como la Colegiata de Castañeda y su cruz, que data del siglo XVII y es uno de los numerosos cruceros que se encuentran en la región.

Cuevas de Puente Viesgo. Foto Turismo de Cantabria
Cuevas de Puente Viesgo. Foto Turismo de Cantabria

Y como en tantos otros puntos de Cantabria, las pinturas rupestres de Puente Viesgo es un puente a la prehistoria, fascinantes muestras artísticas que se remontan a 30.000 años.

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