Una de las últimas escapadas con sol a Bruselas

Proponemos una escapada otoñal por Bruselas descubriendo sus mercadillos, el circuito de los murales dedicados a los cómics y los barrios de moda

Bruselas muchas veces queda fuera del radar cuando se trata de organizar escapadas: la ciudad es desplazada como segunda o tercera opción frente a la famosa Brujas o la hermosa Gante. Pero la capital belga, de un tamaño ideal para poder conocerla a pie, cuenta con varios secretos por descubrir.

Si se pueden disponer de dos días, este es un itinerario de los puntos más importantes de la ciudad, exprimiendo los horarios a fondo ya que, en esta época del año, a las 17:00 horas el sol cae y la temperatura raramente supera los 15 grados. Con un poco de suerte, los últimos días agradables del otoño teñirán a la pequeña metrópoli con una recordada pátina ocre.

Entre barrios de tendencias

Para comenzar el día con fuerzas, hay que desayunar waffles en Walvis, a mitad de camino de los barrios Kanal (donde las fábricas abandonadas fueron tomadas por artistas) y Saint Catherine, la meca de la industria de la moda local. Allí se encuentra una delegación del Centro Pompidou que imprimió una nueva veta de dinamismo al lugar.

Los barrios de Kanal y Saint Catherine fueron tomados por artistas, diseñadores y creadores de toda clase

Las tiendas de la rue Antoine Dansaert son irresistibles para los cazadores de tendencias, y para descansar los pies, se puede probar las creaciones de Brussels Beer Project, referencia del boom de cerveza artesanal del país. O si es temprano para beber, pues a probar los platos de frutos de mar de Mer du Nord (aunque habrá que esperar un buen rato para conseguir una mesa libre).

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Los mercadillos son una visita obligada para los domingos.

La capital del cómic

Bélgica es la capital mundial de los cómics: Tintin, los Pitufos, Lucky Luke y cientos de personajes que recuerdan a la infancia (y otros tantos de las novelas gráficas para adultos) surgieron de creadores de este país.

Los laterales de muchos edificios y unas 60 paredes de la ciudad fueron decorados con murales de homenajes a estos personajes. Pero si se quiere un panorama más profundo hay que llegar al Museo del Cómic, instalado en un hermoso edificio de art nouveau. En el camino, las tiendas especializadas en productos vintage y ropa de diseñadores emergentes obligan a varias paradas.

Más de 60 murales por Bruselas rinden homenaje a su importante tradición de cómics

Cuando las fuerzas comiencen a menguar, será hora de probar la cocina belga. Pueden ser platos tradicionales como en Viva M’Bona o fusión de influencias coreanas en San. Si hay energías para conocer la noche de la ciudad, en Madame Moustache se rinde un justo homenaje a los cabarets centenarios, mientras que Fuse es la parada obligada para los amantes de la música electrónica.

A por los mercadillos y las antigüedades

Los domingos Bruselas tiene una agradecida tradición de mercadillos. Tras pasar por el mercado Flagey para desayunar en algún food truck, hay que llegar hasta la Place du Grand Sablon, donde se concentran paradas que venden antigüedades.

Tras un paso para probar los chocolates de Marcolini, o los tradicionales conos de patatas fritas con mayonesa (y sólo mayonesa), por la Rue Blaes hay que divertirse viendo las originales creaciones de objetos de colección del tipo bric-a-brac, hasta llegar a la Place du Jeu de Balle, donde funciona uno de los mercadillos más interesantes de la ciudad y dueño de un divertido caos de paradas.

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Graffiti en homenaje a Bob Dylan.

En los alrededores sobran los bares para comer algo ligero, pero en La Brocante se realizan conciertos de jazz que vale la pena detenerse a escuchar.

Si se quedaron con ganas de probar más cervezas, la famosa Delirium Tremens puede agobiar con su catálogo de 2.000 clases. Si se quieren descubrir sabores que nunca en la vida creían que existían, esta es la oportunidad.

También un poco de historia

Seguramente un paseo tan breve no dará tiempo de conocer los museos más famosos como el de Real de Bellas Artes, o el recomendado centro dedicado a René Magritte, ambos a un tiro de piedra de la preciosa iglesia St Jacques sir Coudenberg.

Pero la veta más histórica no puede dejarse de lado, y la Grand Place es el sitio recomendado para realizar fotos de 360 grados de los edificios que la rodean, como el Ayuntamiento o la Casa del Rey. A pocos pasos, el gótico de la iglesia de San Nicolás contrasta con el cercano estilo neoclásico de la Bolsa.

Seguramente alguien pedirá de llegar hasta el famoso Atomium y las torres de cristal de las instituciones de la UE en el barrio llamado, obviamente, Mini Europe. Este desvío implica un buen par de horas, así que hay dos opciones: verlo fugazmente o dejarlo para una segunda oportunidad. Y seguro esta será la mejor opción.

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