Arte y vida, gallinas y neones: abre sus puertas Labiomista

En torno a la obra del artista belga Koen Vanmechelen, este nuevo espacio se mueve entre el arte, la ciencia y la sociedad en un homenaje a la biodiversidad

Abrió sus puertas el pasado 6 de julio y, solo el primer fin de semana, Labiomista recibió más de 5.000 mil visitantes, una cifra nunca vista en la pequeña ciudad belga de Genk, de 67.000 habitantes, que busca a través de la innovación y el arte dejar atrás la profunda recesión sufrida cuando su principal industria, las minas de carbón, dejaron de ser rentables.

En la provincia flamenca de Limburgo, a una hora y media escasa de Bruselas, Genk es hoy mucho más que carbón. Es también historia viva de Flandes, a través de Bokrijk, una suerte de enorme museo al aire libre con más de 120 edificios históricos.

Labiomista abrió sus puertas el pasado 6 de julio: solo el primer fin de semana la visitaron más de 5.000 personas

Es también la superación que ejemplifica C-mine, un dinámico centro cultural que se alza sobre una antigua mina y que simboliza la regeneración de un territorio que un día solo tenía por delante un futuro tan negro como el carbón que dejó allí de extraerse.

Obras expuestas en The Battery (Labiomista). Foto: Mar Nuevo.
Obras expuestas en The Battery (Labiomista). Foto: Mar Nuevo.

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Nueva en la ciudad: Labiomista

Este verano la ciudad -que ha sido parte activa del proyecto- da la bienvenida a un nuevo hito que la coloca en el mapa del arte contemporáneo: Labiomista. La materialización de un gran proyecto del artista Koen Vanmechelen, uno de los referentes más destacados del arte contemporáneo belga.

El proyecto se construyó desde el principio de la mano de la ciudad de Genk, que tuvo participación activa en su desarrollo

Edificado sobre un lugar “herido” según sus propias palabras, el recinto de 24 hectáreas ocupa el lugar donde hasta 1966 se explotó una mina y que fue después convertido en zoológico, hasta que cerró sus puertas definitivamente en 1997.

Los vecinos se organizaron; el espacio era un símbolo de los traumáticos cierres de minas -su principal industria- al que siguió la desindustrialización, con el doloroso cierre de la planta de Ford en 2014 que destruyó 4.000 puestos de trabajo.

Koen Vanmechelen, nacido en un pueblo cercano, se cruzó en su camino.

Jaula. Foto Philippe van Gelooven. Koen Vanmechelen.
Dos colosales jaulas rematan el estudio de Koen Vanmechelen. Foto: Philippe van Gelooven | Koen Vanmechelen.

“Buscaba un lugar para un nuevo estudio y finalmente creó una obra de arte viva”, nos cuentan miembros de su equipo. Cerodosbé lo visita apenas una semana más tarde de su inauguración.

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Oda a la biodiversidad

Un anguloso edificio negro nos recibe fuera. Firmado por el arquitecto suizo Mario Botta, de materiales sencillos y tonos neutros (es el arte el responsable de poner el color), simula un gran arca y su forma triangular descansa en tres pilares: arte, sociedad y animales, los mismos que guían el proyecto de Labiomista.

El proyecto nos propone un viaje de lo domesticado a lo salvaje

Elegante, inesperado, con un punto enigmático, se abre camino entre una exuberante vegetación. También nuevo es el edificio que alberga el estudio del artista, The battery, diseñado “a medias” con Botta después de que ambos se conocieran en 2013.

The battery. Foto: Philippe van Gelooven | Koen Vanmechelen.
The battery es diseño de Mario Botta y Koen Vanmechelen. Foto: Philippe van Gelooven.

De tres pisos y 5.000 m2, construido en ladrillo visto negro y cemento pulido, la estructura incluye, además de su estudio, un espacio de galería, salas de reuniones, auditorio y dos enormes jaulas acristaladas en las que habitan, entre neones con frases que resumen su visión de la vida y del arte (“evolution of a hybrid”, “life comes from outside”, “every organism is looking for another one to survive”), pájaros grande y pequeños, entre ellos tucanes, turacos, cálaos y diferentes especies de palomas.

El recinto, de 24 hectáreas, incluye el estudio y galería de Vanmechelen, pero también una granja, auditorio y más de una docena de grandes instalaciones al aire libre

De cristal, a doble altura, una gran caja transparente cierra el edificio en uno de sus extremos y lo integra a la perfección en el entorno verde.

A lado, una villa de estilo neoclásico que fue ocupada por los directores de la vida y, más tarde, los propietarios del zoo. De los años veinte del pasado siglo y decorada con medallones de animales en su exterior, hoy acoge una exposición con más piezas de Vanmechelen.

Koen Vanmechelen. Foto: Mar Nuevo.
Obra de Koen Vanmechelen. Foto: Mar Nuevo.

Desdomesticar lo domesticado

Adentrándonos en la naturaleza, y a través de un entramado de pasarelas y caminos, llegamos a los espacios de granja, donde el artista cría pollos y otros animales, incluidos camellos, dromedarios, avestruces, llamas, emús y alpacas, así como animales en peligro de extinción que buscan reproducir para reintroducir en la naturaleza.

Frente a ellos, el Lavobo, un anfiteatro diseñado para acoger charlas de artistas y científicos -o simplemente para descansar mirando a los animales- mientras que las esculturas y instalaciones de Vanmechelen -un total de 28 en la actualidad-, como el colosal Cosmogolem, salpican los rincones de todo el parque.

Otros espacios del recinto permanecen en estado más salvaje y es que la filosofía que guía todo el parque es la de “desdomesticar, avanzar de un mundo domesticado a uno salvaje”, en una metáfora también de abandonar los prejuicios que hoy tenemos la mayoría de nosotros.

Granja. Foto: Mar Nuevo.
En la granja se crían pollos, pero también dromedarios, alpacas y llamas. Foto: Mar Nuevo.

Labiomista no tiene cafetería o restaurante -sí una pequeña tienda con libros de arte y materiales de pintura, así como recuerdos con la obra de Koen Vanmechelen-. Así pues, no hay que olvidar comprar un picnic en uno de los negocios locales (la mayoría con productos de proximidad y bio) y disfrutarlo en algunos de los rincones del parque o en el parque de Nomadland, enfrente. La intención, también en esto, pasa por colaborar con el vecindario generando riqueza y apostar por la sostenibilidad con productos de proximidad.

Un proyecto conceptual

En colaboración con las autoridades locales, Vanmechelen se instaló aquí en 2015 y en 2017 el proyecto comenzó a tomar forma.

En The Battery nos adentramos en su obra moviéndonos entre piezas terminadas que han volado a exposiciones de todo el mundo y otras que esperan los últimos toques del artista. Animales diseñados tocados con neones -todos murieron de muerte natural, nos recalcan-, y el pollo y la gallina como grandes protagonistas.

Pollo cosmopolita. Foto: Goele Schoofs | Koen Vanmechelen.
Vanmechelen lleva 20 años trabajando en su proyecto de desarrollo del Pollo Cosmopolita. Foto: Goele Schoofs.

También son las figuras que presiden la granja y “vigilan” a todos los animales en forma de grandes cuadros. Junto a los huevos, que para él son metáfora de la esperanza, de lo que está por venir, son uno de los más potentes ejes sobre los que gira su obra y representan el renacimiento de las civilizaciones.

No en vano desde hace casi 20 años trabaja en el proyecto ‘Cosmopolitan Chicken Project’ o ‘CCP’, cuya meta es criar una gallina cosmopolita. Para ello, y en colaboración con expertos en genética y otros científicos cruza ejemplares de muchos países. Sus gallinas, nos explican, triplican hoy el ADN de las especies comunes y son “más fértiles, resistentes y longevas”.

Familiarizado desde niño con estas aves, Vanmechelen, que siempre enmarca su arte en un proyecto social, ya sean los derechos de los niños, de las mujeres, o el hambre en África, considera las gallinas una metáfora de la vida y le sirve de crítica a la sociedad: por ejemplo, las gallinas de raza representan el fracaso de la monocultura y las consecuencias de la endogamia tales como malformaciones y enfermedades.

Cosmogolem. Foto Mar Nuevo.
Cosmogolem. Foto: Mar Nuevo.

Sin embargo, su propuesta no es la de mejorar razas, señala, “sino de apostar por la diversidad por la diversidad biológica y la convivencia”. En las gallinas y en la sociedad.

Así, y centrado en la mezcla y el cruce, la raza y la globalización, tuvo un encaje perfecto en la ciudad de Genk que, pese su reducida población, tiene mucho que decir sobre migración, con más de la mitad de su población procedente de un total de 109 países.

Respecto a su programa de cría de animales, preguntamos dónde acaba la investigación y empieza el arte: “Bueno, yo tengo ideas y tengo preguntas; los científicos tienen las respuestas” señala Vanmechelen.

 

a.
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