48 horas en Annecy, la Venecia alpina

Canales cuajados de flores que desembocan en un lago rodeado de montañas y palacetes. Así es Annecy, uno de los rincones más bellos de los Alpes franceses

Canales de Annecy. Foto: Getty Images.

Canales de Annecy. Foto: Getty Images.

Venecia se ha usado como referente para describir muchos rincones del planeta. Suzhou, en China; Birmingham, en el Reino Unido; o Gold Coast, en Australia; son algunas de las muchas ciudades que cuentan con ese apelativo. Pero describir a Annecy solo como la ‘Venecia de los Alpes’ es quedarse corto, pues esta pequeña capital de la Alta Saboya es mucho más que un delicioso conjunto de canales.

Estamos ante la puerta de entrada a la cordillera en sí misma, a un lago de intenso color turquesa en verano, rodeado de grandes picos cuyo efecto paisajístico te deja, literalmente, sin palabras. Si hay un rincón en Europa cuyo paisaje nos puede provocar ‘Síndrome de Stendhal’, ese es Annecy.

Dos días en Annecy

A apenas un par de horas en coche de Lyon, esta coqueta ciudad francesa ha hecho de su espectacular belleza su mejor carta de presentación. Todo el centro histórico está compuesto por pequeños canales a cuyo alrededor se van sucediendo casas de estilo tradicional alpino, algunas de ellas conservando su pasado medieval. Da igual que sea invierno o verano; todos los canales sin excepción están decorados con maceteros de coloridas flores creando un efecto aun más hermoso cuando paseamos por los pequeños puentes con barandillas de hierro.

Centro histórico de Annecy. Foto: Sergio Cabrera.
Centro histórico de Annecy. Foto: Sergio Cabrera.

El primer paseo por la ciudad medieval nos servirá para hacernos una composición de lugar y para orientarnos. Pero, si queremos la mejor vista panorámica y, desde allí, empezar la visita, tendremos que encaminarnos al castillo. Y lo hacemos subiendo o bien una cuesta bastante empinada (la rampe du Château) o a través de callejones llenos de encanto con más de un centenar de peldaños (el Chemin des Remparts); pero merece, y mucho la pena, porque ver el lago en todo su esplendor y la ciudad a sus pies es todo un regalo.

Monumento histórico desde 1902, este castillo medieval, residencia de los Condes de Ginebra en los siglos XIII y XIV, ha sido restaurado manteniendo su rediseño del siglo XVI, aunque algunas zonas, como la Torre de la Reina, sigue siendo la original del siglo XIII. Con 30 metros de alto, su observatorio permite grandes vistas. Justo al lado, un pequeño parque hace también las veces de mirador hacia el centro histórico y el comienzo del lago. Además, parte de los antiguos barracones son hoy salas de exposiciones.

Tras visitarlo, toca desandar lo subido y, con precaución, volver al centro. En la Place Sainte-Claire empezaremos un paseo en el que tendremos la oportunidad de picar algo en sus muchas terrazas o ir eligiendo restaurante para disfrutar de un buen almuerzo o cena, pues todos tienen su menú a la vista.

Canal y castillo Annecy. Foto: Sergio Cabrera.
Canal y castillo Annecy. Foto: Sergio Cabrera.

Palacio de la Isla

Nos encaminaremos a el Palacio de la Isla, una antigua prisión del siglo XII en una pequeña isla en el río que es, además, la imagen más icónica de Annecy. Atravesar la pequeña isla por el pasaje y pasar a la otra orilla, para terminar de rodearlo, es la mejor opción.

Así, además, tendremos a nuestra espalda la iglesia de San Francisco de Sales, una de las más importantes de la ciudad y que está literalmente levantada sobre las aguas del río, ya desembocando en el lago Annecy. (Por cierto, una de las terrazas más coquetas, la del Café des Arts, está precisamente dentro de la mini isla de la prisión, pero tiene apenas unas mesas, por lo que, si vemos una libre, ¡a por ella!).

Es el momento de cruzar el último de los puentes entre la ciudad histórica y el lago y encaminarnos a Los Jardines de Europa, sin duda uno de los más hermosos parques del continente. Con forma de media circunferencia, está plagado de miradores desde donde observar las altas montañas que caen al lago, pero también de esculturas e instalaciones artísticas de vanguardia que consiguen mezclarse con los árboles, arbustos y flores.

De allí parten los barcos que hacen pequeños cruceros por el lago, barcas para parejas o pequeños grupos, kayaks… Y, si queremos sentirnos como un local, nada como elegirlo para nuestro primer almuerzo. Y es que los Jardines de Europa son el rincón favorito para un picnic cuando hace buen tiempo en Annecy. No faltan puestos de fruta cortada (por 2 €, un vaso grande con cinco tipos de fruta) y bebidas, por lo que solo hace falta llevar un poco de pan y lo que vayamos a comer. La escena será de lo más bucólica.

Hablando de bucólico… En el parque está el puente de los Enamorados, al final del canal del Vassé y que conecta los jardines escénicos con una gran explanada: el Paseo Jaquet. Un paseo perfecto rodeando el lago y desde el que admirar el edificio de la Prefectura de la Alta Saboya y el Casino Impérial, nuestra siguiente parada.

Puente de los Enamorados, Annecy. Foto Sergio Cabrera
Puente de los Enamorados, Annecy. Foto: Sergio Cabrera.

Se trata de un gran inmueble frente a la playa del mismo nombre y que incluso alberga un pequeño zoológico con pavos reales dando exotismo a la estampa alpina. El palacete no fue casino hasta los años 80, lo que sirvió para darle un aire nuevo a un hotel que nació en 1913 con 333 habitaciones y un restaurante de estilo Luis XVI y salones Imperio. El lujo escenificado en competencia con la belleza del paisaje.

paseo de vuelta por el mismo camino nos permitirá unos minutos para comprobar cómo el color del agua del lago empieza a perder su intenso turquesa y empieza a pasar por todos los grados de azul, hasta oscurecerse. De nuevo, peligro de Síndrome de Stendhal.

Annecy para comérsela

El momento de la cena puede ser tan exquisito como el propio paisaje. Annecy cuenta con muchas direcciones gastronómicas de renombre, especialmente para ser una ciudad de pequeñas dimensiones.

Destaca Le Clos des Sens, un tres estrellas Michelin cuya cocina creativa es impresionante. Su chef, Laurent Petit, define sus menús (desde 140 €) como ‘cocina lacustre’, quizás para resumir que, en sus recetas, los peces del lago mandan sobre las carnes u otros ingredientes. El restaurante cuenta con su propio huerto de 1.500 m2, lo que permite una cocina orgánica.

Foto: Le Clos des Sens.
Foto: Le Clos des Sens.

Otra opción, más céntrica, es L’Esquisse. Con una estrella Michelin, este restaurante de cocina moderna (menús entre 42 y 95 €) une la tradición de la gastronomía saboyesa con lo mejor del recetario francés. Las legumbres en ratatouille o los postres de albaricoque están entre los platos preferidos. Cuenta con menús de dos platos y postre (28 €) o degustación, destacando las sugerencias de pescado, tanto del lago Annecy como del Leman.

Vivir en modo lago

El segundo día lo debemos dedicar a disfrutar del lago en sí. Además de los cruceros (de una y de dos horas de duración, según si queremos recorrerlo hasta el final o hasta la mitad), son muchas las actividades deportivas y de ocio que se ofrecen en él: desde rutas en bicicleta bordeándolo hasta sobrevolarlo en parapente (pocas veces se ven tantos parapentes entre montañas sin necesidad de ser un festival aéreo).

También se puede alquilar un coche e ir visitando los palacetes que se han ido construyendo en la ribera del lago, así como las pequeñas playas lacustres. Además, quienes no perdonan una escapada para hacer unos hoyos, el lago cuenta con su propio campo de golf, junto a la reserva natural del Roc de Chère.

Si llegamos al final del lago, al pueblo de Lathuile, podremos disfrutar de pequeños restaurantes de cocina saboyesa donde devorar tablas de charcutería típica (no hay que dejar de probar el salchichón relleno de avellanas, los diots -salchichas de cerdo con nuez moscada-, la Tartiflette -gratinado de patatas con queso Reblochon- o las raclette saboyanas). El postre lo podremos tomar de vuelta a Annecy. Y es que la ciudad, a pesar de que pocas semanas al año tiene altas temperaturas, presume de heladerías.

Hotel Imperial Palace, Annecy.
Hotel Imperial Palace, Annecy.

La más famosa es Glacier des Alpes (16, Rue Perrière). Elegida una de las mejores de Francia, abrió sus puertas en 1966 y cuenta con hasta 45 sabores diferentes donde elegir, además de que sirven una pequeña bola de cortesía con cada helado para que podamos probar ese sabor que nos llama la atención, pero no estamos seguros de que nos va a gustar. Suele haber bastante cola, por lo que, si no queremos esperar, podemos ir a alguna de las heladerías cercanas, cuya calidad no desmerece realmente con esta. Por ejemplo, Glacier Perrière, con también más de 30 sabores donde elegir (destacan el de violetas y el de lavanda).

Si hacemos segunda noche en Annecy, podemos optar por una cena en los propios restaurantes de los canales del casco histórico. También otra zona muy recomendable es la Rue Royale y sus alrededores, realmente a un paso de los canales, con locales como Une Autre Histoire (restaurante clásico francés) o Le Bouillon. Al día siguiente, volveremos a Lyon o a Ginebra con la sensación de haber disfrutado del mejor paisaje alpino y una gastronomía sin igual: la de Saboya.

a.
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