“Vigilen a Picasso”: la cara oculta del espionaje al pintor más famoso

Una exposición de París revela cómo a pesar de su fama Picasso tuvo frecuentes problemas con las autoridades francesas que desconfiaban de su vida política y artística

Solicitudes de tarjeta de identidad de Picasso. Foto María Díaz Valderrama | EFE

Pablo Picasso vivió casi toda su vida en Francia pero nunca fue ciudadano francés. No fue por nostalgia patriótica, ya que el artista había jurado que no regresaría a España hasta que muera Franco. Es que las autoridades del país galo hicieron todo lo posible para que no se nacionalizara.

De hecho en 1940 Picasso sí solicitó la ciudadanía francesa, pero el pedido fue rechazado basado en un expediente de la policía que indicaba, a principios de siglo, que el pintor “no tiene título para obtener la naturalización » y que debe » ser considerado muy sospechoso desde el punto de vista nacional «. 

Y tras este varapalo burocrático, el pintor nunca más volvió a insistir.

La exposición sobre ‘el sospechoso Picasso’

No son suposiciones, todo está firmado y sellado en los papeles que se pueden ver en la exposición Picasso, el extranjero, que hasta el 13 de febrero se puede visitar en el Museo de la Inmigración de París.

Cartel de la exposición. Foto Museo de la Inmigración

La policía francesa consideraba que el joven Picasso era “muy sospechoso” por su forma de vida y su arte

Cada año en la capital francesa hay una exposición nueva dedicada a la vida y obra de Picasso (y sin contar las que periódicamente se realizan en Málaga, Barcelona, la Costa Azul, etcétera). Pero ninguna había abarcado los problemas que el alma mater del cubismo había tenido con las autoridades francesas.

El anarquista supervisado

En los cuatro viajes que Picasso había realizado a París entre 1900 y 1906 se alojó en moteles de mala muerte, convivió con mendigos y prostitutas, vivió todas las dificultades de un joven pintor bohemio sin dinero.

En su ambiente se codeaba con catalanes que eran seguidos por la policía y los servicios de inteligencia por sus vínculos con movimientos radicales.

Carnet de afiliación al Partido Comunista francés. Foto María Díaz Valderrama | EFE

Picasso cayó bajo su lupa y fue catalogado como ‘anarquista supervisado’ (o sea, fichado); que en la burocracia policial hoy sería el ‘fiché S’, categoría que el estado francés reserva tanto para terroristas como para activistas ecologistas, ultras de fútbol “y otros individuos sujetos a una vigilancia especial”.

Su escasa fluidez con el francés tampoco ayudó a ganar la simpatía de los burócratas.

Los problemas tras la Primera Guerra

En la muestra se sigue la línea cronológica de la tirante relación entre Picasso y el estado francés.

Así se puede ver cómo tras la Primera Guerra sufrió la “amputación” de sus obras, como definía Picasso a la expropiación y posterior subasta de más de 700 obras que pertenecían a su marchante Daniel-Henry Kahnweiler.

Había razones políticas: hasta ese entonces la mayor parte de sus compradores eran de Alemania y los países que formaban el Imperio Austrohúngaro.

Annie Cohen-Solal, comisaria de la exposición en París. Foto María Díaz Valderrama | EFE

Arte y xenofobia

La desconfianza de los servicios de inteligencia y policiales traspasaban el campo político y se mezclaban con el arte.

Según la comisaria de la exposición una parte de la intelectualidad francesa renegaba del cubismo por razones de xenofobia

«Picasso era disruptivo y quería destrozar el academicismo con el cubismo, un movimiento que era muy mal entendido por los franceses, en parte por razones xenófobas», dijo a Efe Annie Cohen-Solal, historiadora francesa que ha dirigido la investigación que ahora se presenta en este museo.

La llegada de los nazis y la afiliación al comunismo

Picasso estaba en la cumbre de su fama cuando los nazis invadieron París: ya había sido director del Museo del Prado y pintado el Guernica como el alegato más famoso contra el fascismo.

Tras el rechazo a su pedido de nacionalidad en 1940, y con la advertencia de que estaba siendo vigilado, se recluyó en su estudio hasta que llegó la liberación en 1944.

Su afiliación y apoyo público al Partido Comunista le abrió las puertas de muchas alcaldías francesas y luego de los museos, que poco a poco comenzaron a realizar exposiciones en su homenaje.

La muestra recorre el arte de Picasso y su relación con el estado francés. Foto Museo de la Inmigración

En 1955 Picasso se instala en la Costa Azul. “Una vez más decide ir contracorriente, eligiendo el sur contra el norte, la región contra la capital, los artesanos contra la Academia de Bellas Artes”, indican los organizadores.

Paradójicamente, ese estado que le había cerrado las puertas de la nacionalidad en los años ’60 abrió los brazos a recibir las obras de Picasso en concepto de derechos de sucesión.

Por su generosidad con los ayuntamientos que le abrieron caminos que ayudó a la descentralización cultural en los años ’80 “Picasso se convirtió en un vector de la modernidad en el resto del país”, indicó Cohen-Solal.

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