Un nuevo oasis emerge frente a Manhattan

Little Island es el nombre de este parque de 11.000 m2 que 'flota' sobre 132 pilotes de hormigón, un nuevo espacio verde que aúna naturaleza y ocio en Nueva York

Little Island. Foto: EFE

Nueva York estrena pulmón verde. Sería una buena noticia en cualquier caso pero lo es más aún porque este pequeño oasis de alrededor de 10.000 m2 tiene todo lo necesario para convertirse en un nuevo hito de la ciudad.

De nombre Little Island, se trata de un parque literalmente en el Hudson, sobre el que se eleva en una plataforma formada por 132 tulipanes de cemento que emergen del agua dando lugar a un relieve irregular que recuerda a una hoja flotando en el río.

Vista aérea de Little Island. Foto: Michael Grimm.

Little Island

Ubicada en el puerto de Manhattan, junto al cada vez más animado barrio de Chelsea, esta isla que flota sobre pilares ocupa el espacio del antiguo muelle 54, el mismo en el que debían desembarcar los pasajeros del flamante Titanic -lo hicieron los supervivientes- y donde atracaban los transatlánticos de Cunard y White Star.

Con dos auditorios, Little Island estrenará en junio una programación de actividades que incluyen conciertos, danza, teatro o comedia

Después foco musical y punto de encuentro para la comunidad LGBT, el lugar entró en declive hasta ser arrasado en 2013 por el huracán Sandy. Comenzó entonces a gestarse un proyecto para su recuperación liderado por el empresario multimillonario Barry Diller y, solo un año más tarde, el arquitecto británico Thomas Heatherwick, creador de la polémica escultura turística The Vessel, en el cercano barrio de Hudson Yards, presentó el proyecto de Little Island.

Todos los tulipanes son diferentes entre sí. Foto: Michael Grimm.

Este pequeño paraíso no ha estado, sin embargo, exento de controversia y a punto estuvo de languidecer en un cajón. Articulado en forma de colaboración público-privada entre Diller y las autoridades locales como parte del parque fluvial de más de 6 km que baña el oeste de Manhattan, Hudson River Park, se enfrentó al cuestionamiento por su impacto ambiental sobre el ecosistema acuático y por una supuesta falta de transparencia, alegados especialmente por el magnate Douglas Durst, desarrollador de varios conocidos rascacielos neoyorquinos y que generó titulares sobre una batalla de titanes.

Finalmente, Diller, que preside un conglomerado de medios IAC/InterActiveCorp aportó 260 millones de dólares al proyecto y un compromiso financiero de otros 160 millones para mantenerlo las próximas dos décadas a través de la fundación filantrópica que dirige junto a su esposa, la diseñadora de moda Diane Von Fustenberg.

No es la primera vez que los Diller-Furstenberg se involucran como mecenas en espacios públicos y atracciones de Nueva York: están detrás también, por ejemplo, del High Line, el Whitney Museum o el Museo de la Estatua de la Libertad. Lo hacen, dicen, porque aman el “arte y los espacios públicos”. Tambiuén, claro, porque son “afortunados de tener recursos”.

Foto: Michael Grimm.

Un jardín de las delicias

El pasado viernes abría por fin sus puertas este espacio, de acceso público y gratuito, aunque se exige la reserva previa. Es accesible desde las 6 de la mañana y hasta la 1 de la madrugada y estos primeros días han sido cientos de neoyorkinos los que se han acercado a explorarlo.

Con 10.000 m2, el parque alberga un anfiteatro con más de 600 butacas pero también senderos y explanadas para relajarse, así como una plaza central con food trucks

Sobre la superficie formada por los 132 tulipanes de cemento, cada uno diferente al resto y con distinta capacidad de carga para sostener la tierra, árboles y mobiliario que soporta, una magnífica combinación de naturaleza y arte.

En la parte natural, 350 especies de flores, árboles y arbustos que se reparten entre colinas y explanadas verdes con vistas a Manhattan. La idea es que el entorno natural cambie con las estaciones, para lo que se ha contado con árboles de hoja perenne y caduca. Para ello se han plantado alrededor de 66.000 bulbos y 114 árboles, algunos de los cuales crecerán hasta los 18 metros de altura.

El parque alterna vegetación y explanadas para relajarse. Foto: Foto: Michael Grimm.

En la parte cultural, un anfiteatro con capacidad para 687 espectadores y vistas a Manhattan que estrenará programación en junio de música, danza, teatro o comedia, así como un escenario más pequeño, The Glade. En medio, una plaza central con food trucks y espacios para sentarse y relajarse.

Para Diller se trata de un “oasis enigmático”, un lugar donde dar un paseo y quedar felizmente sorprendido con cada rincón, según explicó en un comunicado.

Vista del anfiteatro abierto al Hudson. Foto: Michael Grimm.

Además, se muestra optimista por contribuir con este nuevo hito al resurgimiento de la ciudad, una vez epicentro de la pandemia en los EE UU. “Durante un año esto estuvo desierto. Parecía que una explosión nuclear se había llevado a los humanos. Ahora salimos de esto y se ve en las calles: la gente está feliz. Estoy feliz”.

(Foto de portada: Alba Vigaray | EFE | EPA)

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