Bucarest: así es ‘la pequeña París’ del Este

La capital de Rumanía cuenta con un valioso conjunto de edificios neoclásicos, art nouveau y belle époque, recuerdos de la influencia parisina en las primera décadas del siglo XX

Palacio Cantacuzino. Foto Ștefan Jurcă - Wikipedia

Palacio Cantacuzino. Foto Ștefan Jurcă – Wikipedia

A pesar del irreparable daño que el régimen comunista de Ceacescu realizó en numerosos edificios de Bucarest, la capital de Rumanía conserva valiosos testimonios de los años en que la ciudad era conocida como ‘la pequeña París del Este’.

Si la principal comparación con la capital francesa suele ser con Praga, Bucarest gana un merecido segundo lugar gracias a su variada colección de teatros, museos, bancos, restaurantes y antiguas residencias aristocráticas que presumen de estilos que van desde el neoclasicismo y belle-époque al art-nouveau y la variante de secesión.

Reflejos de París

Entre 1880 y 1914 París fue el faro de cultura y estilo de Europa, y las familias más poderosas de Rumanía solían enviar a sus hijos a estudiar a la capital francesa para aprender sobre las nuevas corrientes sociales, económicas, artísticas y, claro, también arquitectónicas.

Muchos miembros de familias aristocráticas fueron a estudiar a París a fines del siglo XIX y regresaron a Rumanía con nuevas ideas sociales, económicas y artísticas

Un gran número de profesionales regresó al país de Cárpatos con nuevas ideas en su cabeza, que encontraron en las familias terratenientes y en el gobierno a sus grandes clientes.

Palacio CEC. Foto Diego Delso-Wikipedia

El palacio del ministro

Uno de ellos es Ion Berindey, autor del fastuoso Palacio Cantacuzino, protagonista de la arquitectura en la céntrica avenida Calea Victorei.

Fue construido entre 1901 y 1903 para el alcalde de Bucarest y luego primer ministro Gheorghe Cantacuzino, miembro de una de las familias más poderosas del país.

Tras la expulsión de sus ocupantes luego de la Segunda Guerra, el edificio fue transformado en un museo dedicado al compositor rumano George Enescu.

En un ecleticismo que combina el estilo académico francés con el art-nouveau, destaca por la pérgola de vidrio de la entrada y la decoración de murales y esculturas del interior.

El templo de la música

A pocos pasos se encuentra el Museo Nacional de Arte de Rumanía, antigua residencia del rey Carol II, que fue reconstruida tras los bombardeos de la Segunda Guerra en un estilo neoclasicista.

No muy lejos se llega al Ateneo Rumano, la principal sala de conciertos de música clásica y lírica de la ciudad. Inaugurado en 1888, presenta un estilo neoclásico con toques románticos, como se ve en la abundante ornamentación de las salas interiores y los frescos, que dan una idea de estar en el corazón de un templo de la música.

Sala de conciertos del Ateneo Romano. Foto Mihai Petre – Wikipedia

El hotel de los espías

Este edificio es vecino de otro ejemplo de art nouveau en Bucarest, el Athenee Palace Hotel, que fue diseñado por el arquitecto francés Theophile Bradeau en 1914.

La opulenta decoración art-decó del Athenee Palace Hotel guarda el secreto de los espías que usaban el establecimiento como punto de encuentro y guarida

En un principio fue concebido bajo el estilo art-nouveau y en una reconstrucción de los años ’30 derivó al art-decó.

El establecimiento, ahora bajo el paraguas de la cadena Hilton, fue un famoso nido de espías en las dos guerras y en los años del Telón de Acero, que paseaban y tomaban copas entre los muebles de estética modernista, las columnas de mármol y los pesados candelabros siempre brillantes; sin sospechar que casi todo el personal y los gerentes eran informadores del servicio de inteligencia rumano.

Salón del Athenee Palace Hotel. Foto Hilton

Volver a las raíces

Otro profesional que llegó de París con ideas renovadoras fue Ion Mincu, quien pensaba que la arquitectura debía servir para redescubrir la identidad nacional.

Mincu fue uno de los promotores del estilo neo-rumano, que expuso sus ideas en el diseño de la Casa Doina, uno de los restaurante más legendarios de Bucarest.

La villa aristocrática que lo aloja presenta elementos del folclore del país, como se ve en las cerámicas y pinturas que decoran los balcones y techos.

Detalle de Casa Doina. Foto Wikipedia

Un camino similar tomó Ion Socolescu, quien supervisó las obras del arquitecto francés Paul Gottoreau del Palacio CEC, sede del banco más antiguo de Rumanía.

El edificio destaca por su domo de metal y vidrio, construido en un estilo ecléctico en donde se pueden ver escudos de armas en las esquinas que culminan en una serie de cúpulas renacentistas.

Mucho más que una librería

Cărtureşti Carusel es una de esas librerías que se convierten, con toda justicia, en un polo turístico. Instalada en un antigua residencia de banqueros, despliega seis plantas con libros que se multiplican en los anaqueles resguardados por barandillas de hierro y delgadas columnas que se despliegan en torno a un atrio central.

Librería Cărtureşti Carusel. Foto Mihai Petre – Wikipedia

El lugar es uno de los focos de cultura más interesantes de la ciudad, con una nutrida agenda de presentaciones, conciertos, espectáculos de teatro y veladas literarias.

El paseo por este Bucarest de aires parisinos puede terminar en Caru’cu bere, una antigua cervecería abierta en 1899 en un edificio neogótico diseñado por el austríaco Siegfrid Kofczinsky.

Restaurante Caru’ cu bere

Solo su rica decoración de estilo art nouveau vale la pena la visita, con arcos que homenajean a las épocas medievales, vidrieras de colores y paneles de madera ricamente decorados.

a.
Ahora en portada