Así vivía y creaba uno de los mayores arquitectos del siglo XX

En las afueras de París reabrió el apartamento de dos plantas donde residió Le Corbusier durante 30 años, en el período más brillante de su carrera

Una de las mejores formas de conocer cómo es el proceso creativo de un gran talento es saber cómo vivía y generaba sus ideas cada día. En el caso de Le Corbusier, el hombre que revolucionó la arquitectura en el siglo XX, su casa-estudio ha reabierto sus puertas en las afueras de París.

El edificio Le Molitor, cerca de los frondosos bosques de Boulogne, fue uno de los diseños pioneros en tener una fachada con vidrios. Era 1934, y faltaban décadas para que esa tendencia se replique en grandes rascacielos en todo el mundo.

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Le Corbusier negoció con el promotor del inmueble para quedarse con las últimas dos plantas, la séptima y octava, que lo diseñaría a su gusto y aspiraciones.

En las plantas séptima y octava del edificio Molitorat Le Corbusier dio rienda suelta a sus ideas de cómo organizar una vivienda

Allí se mudó a mediados de la década de 1930 con su esposa Yvonne Gallis, además de una empleada doméstica y su perro Pincau. Este fue su hogar cuando no viajaba por el mundo, su residencia permanente hasta 1965.

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La sala del comedor de la casa de Le Corbusier.

Esbozo de las ideas del futuro

En este edificio se reflejan algunas de las ideas de Le Corbusier que romperían los esquemas de la arquitectura del siglo XX. Por ejemplo, dio vía libre para que el propietario de cada piso tuviera los servicios o ambientes que necesitaba, en vez de realizar dos o tres tipos de apartamentos y replicarlos en cada planta.

Así su vivienda es un interesante juego de funcionalidad, estética y modernidad, con características avanzadas para su tiempo. Una de ellas fueron los dobles paneles de vidrio, que permitieron que el ambiente se llene de luz conservando el calor que aporta la luz del sol.

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Le Corbusier buscaba la funcionalidad de cada rincón.

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En el edificio había ascensores para los propietarios y otro para el servicio o el acceso de mercaderías, calefacción central, un cuarto para lavado y secado de ropa, una pequeña bodega y habitaciones para el personal doméstico, que no se encontraban en el apartamento sino en el piso inferior.

Las huellas en la casa de Le Corbusier

La rehabilitación de la casa-museo permite descubrir los colores originales que Le Corbusier había concebido para su hogar, donde el blanco es el tono que impera pero que cada tanto hay una pared roja, una moldura amarilla o un aparador azul que quiebra la monotonía cromática.

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El estudio-atelier, en la actualidad.

Los muebles también son los originales que usaba Le Corbusier y su esposa, así como su primo y socio Pierre Jeanneret, que trabajaba y compartía largas charlas con el creador suizo.

En el estudio se puede ver un arco curvo de 12 metros que se convirtió en el sello de identidad de muchas de sus obras

Entre estos muebles se encuentra la famosa silla con apoyabrazos Grand Confort, codiseñada entre Le Corbusier, Jeanneret y Charlotte Perriand.

El apartamento también recuperó las obras de arte que decoraban las paredes, con cuadros de Fernand Léger, Alberto Magnelli, Henri Laurens y Jacques Lipchitz.

Coleccionista de detalles

Al arquitecto le apasionaba coleccionar huesos, conchas y guijarros, que repartían con una elegante armonía por aparadores, cómodas y toda clase de espacios de su vivienda.

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En el dormitorio el bidé estaba fuera del baño (?!).

En el comedor se encuentra una mesa de mármol diseñada por Le Corbusier y rodeada por cuatro sillones Thonet, donde por debajo se despliega una alfombra de lana roja tejida en Argelia.

El corazón de la creatividad

Su estudio es uno de los puntos destacados de la visita, donde se puede ver el arco curvo de 12 metros que se convirtió en el sello de identidad de muchas de sus obras más emblemáticas.

También se puede ver cómo optimizaba los espacios, como si fuera el interior de un barco, como una biblioteca de madera de estructura curva. Además se descubren los paneles de madera plegables que diseñó para regular la cantidad de luz que entraba al estudio.

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Le Corbusier en su estudio-atelier.

Su dormitorio, inspirado en las líneas de un transatlántico, tiene detalles que vale la pena analizar, aunque algunos son muy curiosos, como el bidé que no está junto al váter sino a un costado de este ambiente, ni bien se traspasa la puerta al baño.

Otro es la cama, elevada a un metro de altura para poder contemplar los árboles del bosque de Boulogne por encima de la balaustrada del balcón.

Porque más allá de la funcionalidad del inmueble, el arquitecto siempre buscó que la naturaleza estuviera al alcance de la mano.

 


Video de Aeropuertos de París sobre la casa de Le Corbusier.

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