El glamour del avión Concorde como nunca se había visto

Además de una maravilla tecnológica, el Concorde era sinónimo de sofisticación y elegancia. El libro Supersonic revela los secretos de su diseño y cómo fue una potente herramienta de marketing

La exmodelo Cindy Crawford recuerda que lo fantástico de volar en el Concorde “era que podías dormirte y al despertarte a tu lado estaba sentado Mick Jagger”. Terence Conran, uno de sus diseñadores más importantes, lo describe como “el objeto más hermoso y apasionante creado por el hombre”.

“Era reconocido al instante, seductor, increíblemente elegante y fue uno de los iconos del diseño de la era moderna”, agrega este experto.

El director de Royal Aircraft Establishment con una maqueta del Concorde. Foto Keystone-France/Gamma-Keystone via Getty Images

Un símbolo de glamour

Es que el Concorde fue mucho más que una maravilla tecnológica: fue un símbolo de glamour, una mezcla de sofisticación y estilo donde el diseño estaba presente en detalles como el menú de a bordo, la cubertería o en sus publicidades.

“El Concorde fue el objeto más hermoso y apasionante creado por el hombre”.

Sir Terence Conran

Esa es la faceta analizada en el Supersonic. El diseño y el estilo de vida del Concorde, editado por Prestel, un libro escrito por Lawrence Azerrad que invita a viajar por los secretos del único avión comercial que podía romper la barrera del sonido (con excepción del poco afortunado rival soviético Tupolev-144).

Portada del libro Supersonic. Imagen Editorial Prestel

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Pasión de coleccionista

El autor es un diseñador gráfico y director creativo de proyectos relacionados entre el lenguaje visual y la música.

Y además es un apasionado por la vida del Concorde, al punto que atesora una colección de 700 objetos relacionados con la vida de esta aeronave, desde juguetes para niños a maquetas, sellos postales y mecheros; muchos de ellos creados para ser entregados para los pasajeros.

La publicidad usó al Concorde como inspiración. Colección Lawrence Azerrad

La respuesta europea a las superpotencias

Concebido en 1962, el Concorde representó una acertada apuesta tecnológica de Europa (más bien, de Francia y Reino Unido) frente a EEUU y la URSS.

Su lanzamiento representó el paradigma “que la tecnología y el progreso eran la respuesta a todo, y que el cielo no era el límite”, apunta Azerrad.

British Airways (por este entonces BOAC) y Air France construyeron 21 Concorde, más otros seis que no volaron y que se usaron como fuente de repuestos.

El Concorde en 1970: que a nadie se le ocurra volar sin corbata. Colección Lawrence Azerrad

Sus plazas eran un poco más grandes que las de la clase turista, su pasillo tenía las dimensiones justas, el ruido de los potentes motores era constante, y al momento de producirse la explosión sónica pareciera como si a uno le estallara un globo a pocos centímetros. De hecho, por sus características “era más una nave espacial que un avión para pasajeros”, señala el autor.

Pero su experiencia de vuelo era fascinante.

Sello postal que conmemora el primer vuelo del Concorde. Colección Lawrence Azerrad

Un mundo a sus pies

Azerrad describe cómo fueron los pasos del diseño, y de qué manera los medios gráficos reflejaron la fascinación por el avión supersónico en reportajes, producciones fotográficas y publicidades. “Futuro” era la palabra más usada.

Por sus características el Concorde “era más una nave espacial que un avión para pasajeros”, dice Lawrence Azerrad

Marcas de lujo como Rolex se promocionaban como el complemento ideal para volar; artistas como Elton John anunciaban sus tours como “más ruidosos que el Concorde”, y una multitud de objetos aprovechaban la fiebre para lanzarse al mercado, desde dedales a cajas de cerillas.

Andy Warhol sugería que había que coleccionar la vajilla del Concorde. Colección Lawrence Azerrad

El diseño ante todo

Los promotores del Concorde no dejaron ni un detalle librado al azar. El diseño de Raymond Loewy para la cubertería era tan sofisticado que Andy Warhol decía que no había que tener vergüenza en robarlos “porque valía la pena coleccionarlos”.

El uniforme de las azafatas, la decoración de las salas lounge, la tipografía que decoraba la librea, las etiquetas para las maletas y la portada de los menús eran objeto de un calculado estudio previo.

Los pasajeros correspondían vestidos para la ocasión. Excepto alguna estrella de rock, a casi todos los pasajeros se los ve en traje y corbata. A lo sumo alguno en camisa, y las mujeres luciendo modelos como si fuera una pasarela aérea.

Gira promocional del Concorde de Air France por Sudamérica. Colección Lawrence Azerrad

La experiencia gastronómica

En los lavabos del Concorde siempre había flores frescas, y la experiencia gastronómica hacía que los pasajeros “sientan que entraban a un elegante restaurante de Londres, y de repente salieran a las calles de Nueva York”.

Los Concorde tenían una bodega particular en tierra con los mejores espumosos de Champagne, vinos de Burdeos y espirituosos, con platos que iban desde el caviar y la langosta a trucha ahumada o ternera a la Richmond.

En Supersonic se ve cómo la cabina fue evolucionando hasta entrado el siglo XXI, con tapizados de cuero y paneles de colores suaves; con la presentación de amenities como bolígrafos Cross, abridores de carta metálicos y carteras diseñadas por Pierre Balmain.

La sala de espera del aeropuerto Nueva York-JFK, en 2003. Colección Lawrence Azerrad

El fin del sueño

El único accidente del Concorde, el 25 de julio de 2000, condenó los viajes supersónicos. Tres años más tarde, el 24 de octubre de 2003, este avión de forma de ala delta voló por última vez. Las lágrimas de las tripulantes de cabina reflejan el dolor de quienes participaron de esta aventura.

Diseño de Terence Conrad de la cabina, en 1999. Colección Lawrence Azerrad

Cindy Crawford no es una experta en aviones. Pero tiene toda la razón al recordar que el Concorde “fue el último vestigio de la era dorada de los viajes”.

Hay muchos proyectos en danza para resucitar los vuelos supersónicos, con prototipos que presumen de un lujo superlativo. Pero será muy difícil que alcance el aura de glamour del famoso Concorde.

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