Reiniciando la aviación: cómo volver a volar seguros

Las aerolíneas reclaman normativas uniformes en todo el mundo para recuperar la confianza de los viajeros ante la mayor crisis de su historia

Solo en 2019, 4.500 millones de personas viajaron en avión, una industria que además representa un tercio del comercio mundial y mantiene 65,5 millones de puestos de trabajo. La pandemia de coronavirus ha arrasado el sector: fronteras cerradas, personas bloqueadas y miles de aviones en tierra son la prueba evidente. Toca reactivar la aviación y, lo más importante, recuperar la confianza de los viajeros.

Cuando el mundo comienza a planear la vuelta a la normalidad -que puede que nunca más sea normal-, que incluye la apertura de fronteras y la recuperación del turismo, entre otras, el sector de la aviación se enfrenta a un doble reto: restaurar su servicio después de la mayor interrupción de su historia y hacerlo entre normativas dispares y tomas de decisiones unilaterales por estados y gobiernos.

La IATA aboga por medidas flexibles, respaldadas por la ciencia y que sean “económicamente sostenibles, operacionalmente viables, revisadas continuamente y eliminadas o reemplazadas cuando ya no sean necesarias»

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Reiniciar la aviación

La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), cuya Junta reúne a 31 CEO de aerolíneas entre los 290 miembros, reclama que no se repitan los errores posteriores al 11 de septiembre y se adopten reglas homogéneas en el mundo que eviten incertidumbres y confusiones a los pasajeros y gastos millonarios a aerolíneas y aeropuertos.

Así lo ha demandado en un documento de cinco puntos, Five principles for re-starting aviation que, según el CEO de IATA, Alexandre de Juniac, “tienen la seguridad como prioridad”. De este modo, añade, “nuestro enfoque en capas de medidas recomendadas por aeropuertos y aerolíneas salvaguarda la salud pública al tiempo que ofrece un enfoque práctico para un reinicio gradual de las operaciones”.

Las medidas, sostiene IATA, deben ser flexibles, estar respaldadas por la ciencia y ser “económicamente sostenibles, operacionalmente viables, revisadas continuamente y eliminadas o reemplazadas cuando ya no sean necesarias”.

También solicitan que las medidas sigan las pautas de la OMS y la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) que los gobiernos acuerden trabajar juntos, reconociendo mutuamente los requisitos.

Algo que ya de salida parece difícil con la Administración de Donald Trump cuestionando la OMS y gobiernos europeos estableciendo sus propias medidas, entre ellas las cuestionadas cuarentenas, de forma unilateral, como España.

Ni siquiera entre las aerolíneas hay acuerdo, por ejemplo, en la obligatoriedad o no de usar mascarillas a bordo o las medidas de distanciamiento social.

Control de temperatura a pasajeros a su llegada este viernes al aeropuerto de Madrid Barajas. /EFE/MONCLOA/POOL

Control de temperatura a pasajeros a su llegada este viernes al aeropuerto de Madrid Barajas. Foto: EFE.

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Un sector vital

Sin embargo, sostiene Juniac, “restaurar la conectividad aérea es vital para reactivar la economía global” y, en este sentido, “el tiempo es crítico”.  “Tenemos poco tiempo para llegar a un acuerdo sobre los estándares iniciales” y, el elemento clave, a su juicio, no es otro que la coordinación. “Si no damos estos primeros pasos de manera armonizada, pasaremos muchos años dolorosos recuperando terreno que no debería haberse perdido”.

Hoja de ruta

La hoja de ruta propuesta por la asociación de aerolíneas se basa en cinco principios que versan sobre la seguridad, comprometiéndose a trabajar conjuntamente con gobiernos, instituciones y resto de la industria para implementar las medidas de bioseguridad adecuadas -y siempre basadas en la ciencia- tanto para pasajeros como para tripulaciones, y garantizando que los aviones no serán un foco de reinfección de la COVID-19.

Un segundo punto se refiere a la flexibilidad, comprometiéndose a asumir las nuevas tecnologías y medidas disponibles para luchar contra el coronavirus, desde los pasaportes de inmunidad a los test, siempre en la medida en que sean “confiables, escalabres y eficientes”.

El tercer punto redunda en el papel de la aviación como motor clave de la recuperación económica, una tarea que asumirán sin dejar de lado los objetivos medioambientales, en el cuarto punto, entre ellos el de reducir las emisiones netas de carbono a la mitad de los niveles de 2005 para 2050 o implementar medidas de compensación.

El último punto garantiza su operación según estándares globales armonizados y reconocidos por los gobiernos y se compromete a trabajar con el resto de actores en fijar estas directrices y posteriormente implementarlas de manera efectiva.

 

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