Flyr o cómo crear una aerolínea en el año más difícil de la aviación

El año en el que los viajes se paralizaron y los aviones dejaron de volar fue también el escogido para crear una nueva aerolínea: así es Flyr, la aviación simple

Marzo de 2020. Con la covid-19 desatada, se inicia una cascada de cierre de fronteras impensable hasta pocas semanas antes. Es el mes que dejamos de ir a trabajar de, salir, de viajar y, claro, de volar. Con la excepción de un puñado de vuelos de repatriación y de traslado de material sanitario, miles de aviones quedan varados en tierra (muchos no volverán nunca a surcar los cielos) y muchas compañías afrontan despidos y bancarrotas. A nadie se le ocurriría poner en marcha una aerolínea justo en ese momento ¿o sí?

Como se deduce del titular de este artículo, la respuesta, claro, es afirmativa. Es noruega y se llama Flyr. En su web aún no figuran rutas, conexiones ni horarios, no ha realizado ningún vuelo ni dispone de aviones propios. Sin embargo, la compañía cuenta ya con una plantilla de 30 personas, entre ellos pesos pesados del transporte aéreo del país, como Erik G. Braathen, al frente de la aerolínea Braathen SAFE creada por su familia en 1946 y la mayor del mercado doméstico noruego durante gran parte de su historia, hasta que acabó fusionada con SAS en 2004. Después participó activamente en Norwegian en diferentes cargos y formó parte de su junta directiva. También procedente de Norwegian, Tonje Wikstrøm Frislid será la CEO de esta nueva aventura empresarial, que echará a andar en 2021.

Por qué una nueva aerolínea

Juntos esperan capitalizar las enseñanzas que nos deje la pandemia, pero además hacerlo con un nuevo modelo de negocio. Fundar la empresa desde cero les permite, afirman, “crear una compañía más simple, libre de sistemas complejos y organizaciones complicadas con el fin de ejecutar sus operaciones de forma eficiente y amable para el cliente”. O, lo que es lo mismo, diseñar una aerolínea con el tamaño, organización y estructura que se adapte a la era postcovid.

Equipo de la recién creada Flyr con Erik G. Braathen y Tonje Wikstrøm Frislid al frente.

Su propio nombre es una suerte de declaración de intenciones: Flyr significa volar en noruego. Según se lee en su web, “el nombre refleja la sencillez de la empresa y el producto que estamos creando”. La aerolínea tiene por objetivo “ofrecer el vuelo más sencillo”. Y en eso parecen centrados: “Volar es lo que mejor hacemos y lo único que tenemos que hacer”.

Volar menos pero mejor

Ideada en origen para el mercado doméstico, aunque no se descartan conexiones con otras ciudades europeas, sus responsables consideran que tras la llegada de la vacuna y la vuelta a la actividad, la gente volverá a volar: “Noruega es un país alargado con fiordos y montañas, lo que significa que tendremos que seguir volando en los próximos años”. Volar sí ¿pero igual? He aquí una diferencia, una aerolínea que augura e incluso alienta a volar “un poco menos de lo que lo hemos hecho hasta ahora”.  

El propietario de Flyr, Erik G. Braathen, es un viejo conocido del mundo de la aviación noruega: ha pasado por puestos directivos en Braathen SAFE (fusionada con SAS en 2004) y Norwegian

Su receta tiene dos variables. Por un lado, hacia el cliente, ofreciéndole un “producto digital puro” que además se base en “las necesidades de los pasajeros”. En este sentido, desde la compra del billete al seguimiento del vuelo pasando por cualquier modificación, todo se realizará cómodamente a través de internet o una app. Lo que para otras compañías es una ingente inversión en digitalización para ellos son los cimientos de la empresa.

Como compañía, “operaremos menos vuelos pero más inteligentes a los lugares y horarios que la gente necesita para viajar”. Ya hay quien ha visto en estas palabras un dardo a la mayor low cost noruega que afronta serios problemas precisamente por su crecimiento exponencial en rutas y aviones que le ha colocado en una dramática situación.

Flyr ofrecerá un producto totalmente digital.

Si se parte de que todos debemos volar menos en los próximos años para cuidar el medioambiente, la compañía trabaja en el diseño de un modelo que “no depende de que cada vez más personas vuelen cada vez más para lograr rentabilidad”. Por otra parte, apunta, y frente a otros conflictos en los que se ven involucradas otras bajo coste (como Ryanair o Wizz Air a los que no cita), “nuestros empleados también serán empleados directamente en la empresa, con salario y condiciones laborales noruegas. Esto nos diferencia de otros modelos de negocio en la aviación, al ser más sostenibles para la economía, la sociedad y el medio ambiente”.

Aventura de riesgo

La aventura, pese a todo, no está exenta de peligros. Mientras siguen reuniendo fondos para el lanzamiento el próximo año, Braathen reconoce que fundar una aerolínea durante una crisis sanitaria mundial es una empresa de alto riesgo. “Luchamos contra la incertidumbre” señala a CNN Travel. “Estamos en una situación en la que nunca antes habíamos estado”. Confía, sin embargo, en que dentro de seis meses el panorama en la industria de la aviación será muy diferente. “Estamos comenzando de manera relativamente modesta. Luego planeamos escalar la aerolínea a medida que avanzamos en los próximos dos o tres años”, explica.

Flyr operará con aviones arrendados y una estructura de precios basada en una única tarifa básica a la que se añadirá costes por la asignación de billetes, el acceso prioritario y el equipaje extra

Aviones alquilados y tarifas básicas

El equipo de Flyr estudia con qué aviones operará. Serán alquilados y actualmente se debaten entre el B737 o el A320.

También se diseña la estructura de precios, que girará en torno a una sola clase, una tarifa básica, a la que se añadirán costes por la asignación de billetes, el acceso prioritario y el equipaje extra, tal y como hacen las low cost tradicionales.

Más experimentos

La de Flyr no es la única aventura arriesgada en el sector de las aerolíneas. Creada también desde cero, la sudafricana Lift Airline de bajo coste debutó el pasado 10 de diciembre, justo para abrir la temporada de verano en el país, con su primer vuelo entre Ciudad del Cabo y Johannesburgo. Dirigida por encabezada por el ex ejecutivo de Uber Jonathan Ayache y el fundador de Kulula.com, Gidon Novick, cuenta con una flota de tres A320 con los que operará únicamente vuelos nacionales en dos rutas. Según sus datos, para esta temporada -no olvidemos que pandémica- han vendido más de 30.000 billetes.

Por su parte, la neozelandesa Pasifika Air, del empresario Mike Pero y que se desmarca de las aerolíneas low cost, espera ofrecer vuelos directos desde Wellington y Christchurch a las Islas Cook en junio, tras el anuncio de la creación de una burbuja de viajes realizado por las autoridades de Nueva Zelanda y las paradisíacas islas.

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