Este verano los B787 volverán a volar por la Antártida

A pesar de las restricciones Qantas y la compañía Antartica Flights retomarán los vuelos panorámicos sobre el continente blanco en los nuevos B787 Dreamliners

Los vuelos a la Antártida son una oportunidad para realizar las mejores fotos. Foto: Antartica Flights

Con el regreso de los vuelos charter a la Antártida los residentes de Australia vivirán una paradoja: no podrán viajar fuera de sus fronteras, pero sí podrán hacerlo al continente blanco.

¿Cómo se explica? Es que en noviembre, cuando sea el verano austral, la compañía Antartica Flights volverá a alquilar los aviones de Qantas para realizar viajes turísticos al polo sur.

Como un vuelo doméstico

Pero como los aviones no tocarán tierra sino que realizarán una elegante figura de un ocho por sobre los hielos, glaciares y montañas nevadas, el periplo se considerará como un vuelo doméstico y los pasajeros no tendrán necesidad de llevar pasaporte ni equipaje.

“Si quieren pueden ir a ver la Antártida en pantalones cortos”, dijo el consejero delegado de Antartica Flights, Bas Bosschieter, a la cadena australiana 7News.

A bordo de un moderno B787

Qantas fue una de las compañías pioneras en volar a lo largo del continente antártico en sus viajes a Sudamérica, iniciativa que también han seguido Air New Zealand y Aerolíneas Argentinas.

Hasta el año pasado los charter se realizaban en los B747 de Qantas. Fotos: Antarctica Flights.

Lamentablemente algunos de estos trayectos se han eliminado por razones económicas y otros por la parálisis que trajo el coronavirus.

Como los viajes antárticos no tocarán tierra se considera que son vuelos domésticos, aunque duren unas 13 horas

Esos viajes los solía realizar en un Boeing 747-400, pero estos gigantes del aire han quedado desactivados de la flota de Qantas, por lo que la compañía del canguro ofrece sus flamantes B787 Dreamliner para estos viajes.

Además de su menor consumo de combustible, este bimotor tiene una importante reducción de las emisiones contaminantes, un valor a tener en cuenta para el cruce del espacio aéreo antártico.

Otra ventaja es que sus ventanillas son más grandes que el Jumbo, lo que garantiza que hasta los pasajeros sentados en las filas centrales puedan tener buenas vistas.

Más de 12 horas sobre mares y hielos

La compañía ofrecerá siete vuelos entre noviembre y marzo, período en que el sur del planeta presenta más horas de luz.

El trayecto durará entre 12 y 13 horas, en un recorrido de 10.460 kilómetros de ida y vuelta.

Los B787 realizarán una figura de ocho sobre la superficie antártica. Foto: Antartica Flights
Los B787 realizarán una figura de ocho sobre la superficie antártica. Foto: Antartica Flights

El B787 viajará a una altura de 3.000 metros, ideal para poder ver los paisajes con claridad; y los pilotos tienen en carpeta una veintena de rutas alternativas para esquivar regiones de tormentas y mala visibilidad.

A lo largo del viaje los pasajeros escucharán las explicaciones de un grupo de expertos sobre los secretos de la Antártida

Durante el viaje las pantallas de entretenimiento pasarán videos divulgativos sobre la Antártida y a bordo un grupo de expertos dará pequeñas conferencias sobre la geografía, historia y biología del continente blanco.

Además estarán dispuestos a despejar las dudas de los pasajeros a lo largo del periplo.

El mismo precio que un vuelo transoceánico

Las ciudades donde partirán estos chárters son Sídney y Melbourne (con dos vuelos cada uno), además de Adelaida, Brisbane y Perth (con un viaje).

Los precios de los billetes van desde los 731 euros para la clase económica hasta los 3.960 para la business y 4.878 de la ‘business classs deluxe’.

Además de la comodidad de las plazas y del servicio de comidas y bebidas a bordo la diferencia reside en la ubicación de los asientos para tener vistas sin obstáculos (la clase más privilegiada está en la parte delantera, lejos de las alas).

La ruleta de los asientos

En casi todas las categorías a mitad del trayecto se podrá cambiar de asiento por una plaza en la ventanilla, lo que se asegura que casi todos los pasajeros puedan contemplar el paisaje níveo de las masas polares.

La excepción es la clase más básica, pero estos pasajeros sí podrán estar de pie en el pasillo o en el galley para no perder de vista los paisajes.

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