Cuando Qantas casi se convierte en una potencia supersónica

En los años 60, en plena competencia supersónica, la australiana Qantas intentó comprar diez aviones más rápidos que la velocidad del sonido

A principios de los años ’60, cuando la carrera supersónica tomaba cada vez más velocidad, varias aerolíneas sucumbieron a los cantos de sirena de tener un avión que pudiera viajar más rápido que el sonido. Una de ellas fue Qantas, que soñaba con volar desde Australia a Europa en 10 horas.

El entusiasmo era tan grande que el gerente de la compañía, Cedric Turner, anunciaba a los medios locales que “Qantas comprará (aviones) supersónicos”, informa Executive Traveler.

El directivo afirmaba incluso que las aeronaves no tendrían ventanillas porque irían tan rápido “que no habría nada ver”. A cambio a bordo contarían con pantallas de TV para evitar sentirse dentro de un tubo metálico (idea que décadas más tarde replicarán los nuevos B777X).

La carrera supersónica

La carrera por tener el avión supersónico se dio entre tres rivales: la sociedad Aérospatiale / BAC con el Concorde, Boeing con el B2707 y Lockheed con el L-2000.

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El Concorde pretendía ser la revolución en la aviación. Pero fue un fracaso.

El Concorde ganó la carrera supersónica pero no tuvo el éxito de ventas esperado.

El gobierno de EEUU consideró que era un desafío tan importante como la carrera espacial y garantizó generosos fondos al proyecto que siguiera adelante, que terminó siendo el de Boeing sobre su competidor nacional.

Qantas apostaba a dos caballos

Pero a mediados de la década era evidente de que el Concorde estaba más avanzado, y el faraónico proyecto de Boeing de un avión más grande y pesado lo alejaba la meta.

Qantas apostaba fuerte en la carrera supersónica y reservó cuatro aviones a Concorde y seis a Boeing

Pero Qantas mantenía su entusiasmo y tomó una decisión salomónica: reservó cuatro opciones de compra con el consorcio europeo para el Concorde y seis para el B2707 de Boeing.

Maqueta del B2707, el avión supersónico más grande (y mucho más caro) que el Concorde. Foto: Boeing

Maqueta del B2707, el avión supersónico de Boeing. Foto: Boeing

El B747 entra en escena

Pero en 1966 el B747 irrumpió como el galán inesperado que deslumbra a la protagonista. Y Qantas se apresuró a adquirir cuatro jumbos.

El romance con el B2707 se esfumó: en 1971 el gobierno de EEUU retiró los fondos para seguir adelante con el proyecto. Aún en el caso de haberse construido, Qantas tendría que haber esperado hasta 1979 para tener el primero de estos aviones.

[Para leer más: ¿Qué sucedió con el Concorde de Singapore Airlines?]

Concorde no perdió el tiempo: realizó una intensa campaña de marketing con slogan y todo, y presionó a Qantas para que configurase su avión supersónico solamente con primera clase y reservase el B747 para la clase económica.

Por primera vez en la historia, los pasajeros podrían haber elegido volar por velocidad más que por comodidad y servicio.

Concorde Qantas 2

Recreación de un Concorde de Qantas volando sobre Sídney.

La pasión se enfría

Pero los nuevos directivos de Qantas empezaron a ver el proyecto con otros ojos. Los altos costes operativos del Concorde eran imposible de obviar. Y, sin embargo, aún tuvo mucho más peso la experiencia de un ejecutivo en un vuelo.

Cuando el Concorde visitó Sídney en 1972, el consejero delegado de la compañía, Bert Ritchie, fue consultado por los periodistas si lo compraría. “No, a menos de que usted disfrute volar a Europa en un avión que parece el metro de Londres”, dijo con poca elegancia.

Los altos costes, la incomodidad y el gran ruido que produce el Concorde enfrió el entusiasmo de los directivos de Qantas

El dilema del sonido tampoco tenía solución: pero no tanto por la explosión sónica cuando atravesaba la barrera del sonido, sino por la contaminación acústica para los residentes cercanos a los aeropuertos.

Tampoco entusiasmaba mucho el saber que no era posible volar desde Sídney a Singapur sin tener que repostar en una escala, lo cual el tiempo ganado en el aire se perdía en la carga de combustible.

Concorde Qantas 1

Qantas quiso tener 10 aviones supersónicos. Pero al final no obtuvo ninguno

El Concorde hubiera sido 6,5 horas más rápido que el B747, pero con la cantidad de aviones comprometidos solo podría haber realizado tres vuelos semanales a Europa. De poco servía a los pasajeros que pagaban una fortuna por volar en Concorde si luego tenían que esperar dos o tres días para regresar a su hogar.

Cancelaciones en catarata

En 1973, en parte como consecuencia de la crisis del petróleo, varias aerolíneas cancelaron las órdenes de compra del Concorde, como Pan Am, Trans World Airlines, American Airlines y Continental Airlines.

Qantas ya había perdido el enamoramiento por el Concorde y, al ver que los números no cuadraban por ningún lado, canceló el pedido.

El consorcio fabricante del Concorde, integrado por Air France y British Airways, devolvió el dinero. Y el sueño supersónico de Australia se esfumó en los aires.

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