El lujoso hotel volador con el que Boeing conquistó los cielos

Una exposición en Nueva York recuerda al Boeing 377 Stratocruiser, un avión dotado de elegantes salones, camas y vajilla de alta gama

Camas en el B377 Stratocruiser. Foto Smithsonian Institution

Tener el desayuno en la cama, decidir entre caviar o queso de Roquefort como entrante de la cena, salir del baño de damas y bajar por una escalera de espiral para retomar la partida de cartas. Estas escenas bien podrían ser de un hotel de lujo, pero son postales que recuerdan el lujo del Boeing 377 Stratocruiser, fiel exponente de los inicios de la edad de oro de la aviación comercial.

Al término de la Segunda Guerra Mundial las constructoras de aviones adaptaron los modelos usados en el conflicto bélico para el transporte de pasajeros, que estaba creciendo a pasos de gigante.

El B377 en su paso por Manhattan

La fascinación de Pan Am

De hecho antes de que finalice la guerra ya Boeing estaba trabajando en una variante del modelo 367 para el transporte civil. El 377, más conocido como Stratocruiser, voló por primera vez en 1947 y atrajo la mirada de Pan Am, por aquel entonces la aerolínea más importante del mundo.

Entre 1947 y 1963 Boeing fabricó 56 unidades del B377 Stratocruiser, la mayoría de ellos destinados a Pan Am

La compañía estadounidense quedó magnetizada por las prestaciones del avión: con 33 metros de largo y una envergadura de 43 metros, era capaz de alcanzar una autonomía de 6.760 kilómetros, con una altura crucero de 9.753 metros. Además fue una de las primeras aeronaves en la historia en introducir la cabina presurizada.

La parte superior de la cabina se adaptaba para las camas. Foto Pan Am Museum Foundation

Pan Am pagó 24,5 millones de dólares de aquella época para comprar 20 unidades, en una arriesgada operación que fue la mayor transacción de la aviación comercial. También la escandinava SAS, las estadounidenses United Airlines, American Overseas Airlines y Northwest y la británica BOAC (antecesora de British Airways) también se decidieron por este avión.

En total Boeing fabricó 56 unidades de este avión, que con su cabina dividida en dos niveles adelantaba al Jumbo en 22 años y al A380 en seis décadas.

El lujo en el aire

En ninguna de aquellas compañías se alcanzó un nivel de lujo como en Pan Am. Actualmente una exposición organizada por el museo dedicado a esa aerolínea recuerda el nivel de confort que tenían los vuelos transoceánicos del Stratocruiser.

En la cubierta inferior se desplegaba una sala lounge. Foto Pan Am Museum Foundation

La capacidad del avión era de 100 pasajeros en la cubierta superior y 14 en la inferior, pero también había 28 compartimientos con camas y cortinillas para dar un toque de privacidad.

28 pasajeros podían dormir cómodamente en literas; y si lo solicitaban, les servían el desayuno en la cama

Estas se encontraban en los compartimientos superiores que se destinan a los maleteros. Según asegura la tripulante de cabina Bronwen Roberts a la CNN, allí podían dormir hasta “un hombre alto”. Y como detalle chic, los pasajeros tenían la posibilidad de tomar su desayuno en la litera si lo deseaban.

Además los hombres y mujeres contaban con baños con vestidores divididos por sexos.

Hombres y mujeres tenían baños separados. Foto Smithsonian Institution
Hombres y mujeres tenían baños separados. Foto Smithsonian Institution

La comida de Maxim’s

A bordo había un galley con ocho hornos convencionales, que preparaban los platos en el momento. Y no era cualquier cátering: el exclusivo restaurante de París Maxim’s era el encargado de diseñar el menú.

El caviar acompañado de champagne era el entrante favorito, y entre los platos se desplegaban solomillos de ternera a la borgoñesa que se cortaban en lonchas finas frente al pasajero, acompañado de vinos de primera línea.

Tras un pase de quesos franceses, la comida terminaba con un café o una copa de coñac.

El catering era preparado por el restaurante Maxim’s. Foto Pan Am Museum Foundation

Salas para socializar

En la cubierta inferior, tras descender por la escalera en espiral, se desplegaba una sala lounge donde los pasajeros solían socializar, leer o pasar las horas con cartas o juegos de mesa. Otra forma de matar el tiempo era beber cócteles como el Martini o el Manhattan.

Este nivel de lujo era posible porque el Boeing 377 Stratocruiser era de una clase única: más adelante las aerolínea relegarían la exclusividad a bordo a cambio de poner más asientos y subdividir las categorías. Si bien la primera clase seguiría adelante con nuevas y elegantes funciones, la económica impulsaría la democratización de los viajes en avión.

El B377 desplegaba dos cabinas a bordo. Foto Pan Am Museum Foundation

El fin de una era

Boeing retiró el Stratocruiser en 1963, tras haber protagonizado una docena de accidentes causados, en su mayoría, por sus motores; cuyas hélices sobrerrevolucionadas se desprendían del cubo.

Además la era de los jets a reacción, con las llegadas del B707 y posteriormente el B737, sepultarían el lujoso sueño de los Stratocruiser, aquellos elegantes hoteles voladores.

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