Dos antiguos Boeing se transforman en un elegante hotel en Sudáfrica

Un B737 y un B727 son las estrellas de un hotel temático ubicado al nordeste de Sudáfrica, donde las cabinas son las habitaciones y en que hasta el último detalle está relacionado con la aviación

El B737 ante la terraza, donde los huéspedes usan asientos de avión para relajarse. Foto Aerotel

En plena sabana de Sudáfrica, rodeados de las reservas de animales más fascinantes del país como el Parque Kruger, dos antiguos Boeing tienen una nueva vida lejos de su pasado nómada.

Se trata de un B737 y un B727 que forman parte del complejo Aerotel, un alojamiento temático del mundo de la aviación que magnetiza tanto a fanáticos de los vuelos como a los amantes del turismo de naturaleza.

El alojamiento se encuentra en Hoedspruit, en la provincia de Limpopo, en el extremo nordeste del país africano, famoso por por el despliegue de fauna salvaje que hay en las reservas.

Suelos y paredes del hotel están decorados con motivos aeronáuticos. Foto Aerotel

El sueño de los aviones en tierra

El B737 se encuentra allí desde hace dos años, cuando el matrimonio de Martin y Tracy den Dunnen adquirieron este avión de fuselaje estrecho y lo reconvirtieron en un alojamiento de 12 habitaciones.

El B737 creó el complejo Aerotel en 2019, que ahora crece con la llegada del B727, que incorporará 18 camas más

Pero no contentos con esa adquisición, han redoblado la apuesta y han traído un nuevo compañero.

Se trata de un veterano B727 de 54 años, que no vuela desde el 2012, cuando la Fuerza Aérea de Djibouti dejó de operarlo tras una década como transporte oficial del país.

Vista de unas de las habitaciones en el B737. Foto Aerotel

La larga marcha

Desde ese entonces ha quedado aparcado en el aeropuerto de Johannesburgo. Hasta que hace una semana emprendió un viaje de mucha paciencia hasta su nuevo hogar.

El B727 fue llevado por camiones de gran tonelaje en una lenta marcha de cinco días por 520 kilómetros de carreteras. El convoy no superaba los 15 km/h, y en varios puntos han creado importantes congestiones de tránsito, informan los medios locales.

Pero en muchos sitios fue un acontecimiento ver pasar al fuselaje del avión, al que le despojaron de la cola para poder facilitar su traslado (pero que volverá a ser colocada en el Aerotel).

El B727 viajando por las carreteras de Sudáfrica. Foto Novotel

Un alojamiento vip

Este B727 aumentará la oferta hotelera del lounge sudafricano en 18 camas. La idea del matrimonio Den Dunnen es que toda la estructura del avión se pueda alquilar en conjunto, ya sea para grupos o para familias.

Todavía no trascendieron detalles de la decoración, pero sus propietarios anticiparon que será un alojamiento vip.

El B727 llega a destino. Foto Aerotel

Un veterano de Boeing

Los B727 fueron los sucesores del B707. Era un avión trimotor de pasillo estrecho, con una capacidad de 180 pasajeros. Entre 1963 y 1984 se fabricaron 1.832 unidades; muchas más de las que Boeing había previsto en un principio.

El B727 recorrió más de 520 km durante cinco días de marcha, hasta que llegó a su nuevo hogar cerca del Parque Kruger

En el caso de este avión formó parte de las flotas de Frontier Airlines, Braniff International y la compañía de carga Burlington Northern.

En cuanto al B737, es un poco más joven: con 39 años de servicio, su primer propietario fue American West, y en el ocaso de su vida útil estuvo bajo los mandos de Gryphon Airlines, una compañía regional de Sudáfrica.

Hasta la piscina está decorada con detalles de la aviación

Un hotel temático

La noche en el B737 cuesta 90 euros, por lo que las tarifas en el último avión serán levemente superiores.

La decoración del Aerotel está plagada de guiños al mundo aeronáutico. La piscina presenta el dibujo de uno de los controladores de vuelo de la cabina, hay asientos de avión para sentarse con una copa a contemplar el atardecer, la comida y bebidas se sirven en los mismos carritos del servicio de a bordo, y los suelos y paredes están decorados con ilustraciones de cartas de navegación.

Es como sentir la experiencia de volar, pero sin sacar los pies de la tierra.

a.
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