La contaminación del aeropuerto de Ámsterdam sega el crecimiento de Vueling

La instalación solicita a las aerolíneas que reduzcan su operativa por razones medioambientales, que limitan la capacidad a 500.000 movimientos anuales

El Aeropuerto de Schiphol, en Ámsterdam, roza sus límites. Con un freno en los 500.000 movimientos hasta el año 2020 para limitar el ruido de la zona, la instalación obliga a las aerolíneas a drenar su crecimiento. En 2016 se registraron hasta 478.000 despegues y aterrizajes y en 2017 la previsión es de 485.000, cifras superiores a las esperadas. Por ello, el aeródromo ha pedido a las compañías que reduzcan su crecimiento en las próximas temporadas.

Entre las afectadas está Vueling, el sexto operador de la base. Tras KLM, Transavia (tanto la filial holandesa como la francesa), Easyjet y Delta, la sociedad de International Airlines Group –que también engloba a British Airways, Iberia y Aer Lingus— venderá 1,24 millones de asientos durante el verano.

No obstante, la cifra podría haber sido superior de no haber cancelado los vuelos desde Ámsterdam a Gran Canaria y Manchester, este último sin haberse llegado ni siquiera a operar, a petición de los responsables del aeropuerto. Pese a la suspensión, la firma de bajo coste sumará quince rutas en Schiphol a destinos como Barcelona, Roma, Ibiza, Lisboa y Londres.

A cambio, la aerolínea reforzará la conectividad interna en el archipiélago canario. Durante la temporada estival aumentará una frecuencia semanal a las conexiones de Gran Canaria con Bilbao y Málaga. Una estrategia que ya ha utilizado en Barcelona tras suspender las rutas con Leeds, Newcastle y Verona a favor de elevar el número de despegues con dirección, principalmente, al sur del país.

Si a Vueling las restricciones le afectan de soslayo, sí han golpeado las perspectivas de crecimiento de KLM. Mientras en 2016 la compañía elevó sus beneficios un 297%, de 384 millones a 681 millones, la expansión desde su principal base será más moderada en 2017: de 14 a 12 nuevas rutas.

Peter Groeneveld, vicepresidente de planificación de la red, explicaba hace unas semanas al portal Luchtvaartnieuws que apostar por los aeropuertos de Róterdam y Eindhoven no era una opción, pues Ámsterdam es su principal puerta de conexión entre vuelos de corto y largo radio. La solución: reducir el número de vuelos a algunos destinos durante los fines de semana o en invierno. «Necesitamos optimizar la escasa capacidad», advertía.

Otro de los remedios podría ser el uso de aeronaves más grandes. Los mayores aviones de los que presume la compañía del grupo Air France-KLM son los Boeing 777-300ER, todavía lejos de los gigantes Airbus A380, que elevarían la capacidad de cada movimiento.

La legislación de los Países Bajos establece que el número máximo de personas que pueden estar afectadas por el ruido a un volumen superior a 58 decibelios es de 180.000, una cifra que se alcanzó a principios de siglo. En 2015, los cálculos del gestor aeroportuario fueron de 119.000 ciudadanos perturbados por el despegue y el aterrizaje de los aparatos.

Aeropuerto Schiphol ruido.

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