La NASA sueña con aviones supersónicos (pero silenciosos)

La NASA firma un acuerdo de 230 millones de euros con Lockheed Martin para fabricar un avión supersónico

La industria aeronáutica se resiste a creer que los aviones supersónicos han pasado a la historia. Hace 15 años que el último Concorde despegó, ya herido de muerte tras el fatal accidente del 25 de julio de 2000.

Boom Technology, con el apoyo de Virgin y Japan Airlines, afirma que están desarrollando un avión que podría volar a Mach 2.2 (más de 2.700 km/h). Pero no son los únicos.

Un proyecto de 230 millones

La NASA no se queda de brazos cruzados y firmó un contrato con Lockheed Martin para que diseñe y fabrique un avión que se conocerá como X-Plane.

Lo llamativo del proyecto es que promete ser un avión de bajo impacto sónico (Low-Boom Flight Demonstration es el nombre de la iniciativa), una idea que insumirá 230 millones de dólares del presupuesto del operador aeroespacial.

La clave del silencio

La aeronave navegará a más de 18.000 metros a una velocidad de alrededor de 1.500 kilómetros por hora. Pero en vez del potente golpe sónico cuando quiebra la barrera del sonido, el X Plane debería producir un sonido de sólo 75 decibelios, “tan fuerte como el cierre de una puerta de un automóvil”, aseguran en la NASA.

La NASA quiere lanzar un avión que no produzca el bombazo sónico cuando rompe la barrera del sonido

Para lograr reducir el sonido, los investigadores analizan el diseño aerodinámico,  de la aeronave, donde es clave la configuración de sus bordes para resistir a las inevitables ondas de presión que crea.

Una vez que la NASA tenga en sus manos el avión a finales de 2021, la agencia realizará pruebas de vuelo adicionales para demostrar que la silenciosa tecnología supersónica funciona según lo diseñado, que el rendimiento de la aeronave es robusto y que es seguro operar en las rutas aéreas de Estados Unidos.

Pruebas en zonas pobladas

Si el proyecto avanza según lo programado, a partir de mediados de 2022, la NASA volará su avión supersónico sobre una selección de ciudades estadounidenses y recopilará datos sobre las respuestas de los habitantes a los vuelos.

Si realmente los vecinos no notan un cataclismo sonoro, este conjunto de datos se entregará a los reguladores estadounidenses e internacionales, para que elaboren nuevas regulaciones de los vuelos supersónico en zonas pobladas.

El dilema de los pasajes.

En caso de que las autoridades den el visto bueno, se podría asistir a la resurrección de los viajes aéreos por encima de la velocidad del sonido. 

En rigor, la nave que realizará las pruebas no es apta para pasajeros, pero si la NASA y Lockheed Martin logran dar con el diseño perfecto, se trasladará a aviones de pasajeros. 

Más allá de la proeza tecnológica que podrían lograr, para que el X Plane sea una realidad alguna compañía aeronáutica debería sacar la calculadora y saber si realmente es buen negocio.

Uno de los principales problemas del Concorde era su alto coste de pasajes, en torno a los 6.000 euros. Y sus asientos no eran mucho más grandes que los de la clase turistas de una aerolínea convencional. Era rápido, sí, pero incómodo y ruidoso. Muy ruidoso.

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