Vacaciones y ‘banderas’ laborales de conveniencia coexisten en el mar

Los cruceros promueven una desterritorialización del capital e intentan eludir las normativas de trabajo del país de origen de la compañía

 ¿Cuál es el destino donde un viajero y su experiencia casi nada tienen que ver con el territorio? ¡Los cruceros! Y lo es gracias, entre otros, a un márketing que lo que vende es conseguir más una vivencia vacacional enfocada a su “estancia flotante”, sus casinos, piscinas y centros comerciales, que disfrutar de las propias escalas a lugares terrenales.

Hay pocas investigaciones sociológicas y antropológicas sobre el turismo de cruceros, y aunque me apasiona el tema y veo otro nicho de mercado clarísimo, ya tengo suficiente trabajo como investigadora social en lo que se refiere al género y al turismo.

Aun así, unas breves reflexiones: solemos caer en el error de solo enfocar el turismo y la sostenibilidad en temas relacionados con el medio ambiente, pero para una mayor comprensión global referidos a este aspecto, el sector de cruceros tendría que estar dentro de nuestras prioridades a analizar.

¿Y por qué? Los cruceros, entre otros rasgos, promueven una “desterritorialización” del capital, un “despiste cultural” del espacio turístico y, en el ámbito laboral, la utilización en muchos casos del uso de las FOCS o banderas de conveniencia. Con esto último evitan las normativas laborales de los países de origen o las del patrón, y sí aplican en cambio las de países de bandera como Panamá, Liberia o Bahamas, cuyas tasas y regulaciones marítimas se controlan a su conveniencia e intereses.

Un asalariado por cada tres turistas

La proporción en la gestión de mano de obra se calcularía aproximadamente en un asalariado por cada tres turistas, y aunque las condiciones varían dependiendo de si son oficiales, personal especialista o tripulación, la mayoría de empleados poco cualificados trabaja casi todos los días de la semana durante medio año seguido.

Existe segregación étnica con preferencias hacia balineses o filipinos, un país este último emisor por excelencia de mano de obra internacional, con más de cuatro millones de trabajadores. Sin entrar demasiado en la legislación filipina en materia de divisas, sí sabemos que sus leyes obligan a los trabajadores de los barcos a elevadas retenciones por sus salarios procedentes de un contrato extranjero.

Cuando vayamos a disfrutar de nuestro ‘crucerito’ y nos dé la bienvenida el capitán contándonos por megafonía que el viaje estará repleto de acontecimientos extraordinarios y experiencias inolvidables, sepamos que también lo serán para los filipinos y la mayoría de su tripulación…

* Sandra Canudas es asesora turística. Especialista en Turismo y Género e impulsora de www.consultoriaviajes.com

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