Qué fue de… los AVE con diez años de retraso

El AVE Madrid-Alicante será una realidad el próximo 18 de junio. En poco más de dos horas y media –unos 30 minutos más de lo prometido inicialmente-, ambas ciudades estarán conectadas por un tren que, como mínimo, llega con diez años de retraso. La primera promesa sobre la alta velocidad aseguraba, a finales del siglo XX, que Valencia y Alicante tendrían AVE en 2003, una previsión que se vio reventada por la realidad más dura.

Ahora, 10 años después, los AVE llegan a las dos principales ciudades valencianas pero, en el cajón, siguen multitud de proyectos que prometían una red de alta velocidad hacia Europa y gran parte de la península ibérica y que, hoy por hoy, se pueden calificar de fracasos. O, directamente, de mentiras, según se mire.

El caso más sangrante sigue siendo el Corredor Mediterráneo, conexión esencial para unir el territorio valenciano con Catalunya y el resto de Europa y para que los puertos de Valencia y Barcelona consigan el viejo sueño de convertirse en la principal puerta de entrada de mercancías del sur del Viejo Continente. Sin dicha infraestructura, el proyecto de convertir los puertos mediterráneos en el Rotterdam del sur se deshace como un azucarillo.

Pese al interés de la UE por el Corredor Mediterráneo y la presión de lobbies como Ferrmed o los gobiernos y empresarios catalanes y valencianos, la obra siempre ha topado con una barrera infranqueable: el Gobierno central. Tanto con el PP como con el PSOE, el Gobierno –interlocutor único de valencianos y catalanes ante la UE-, se ha mostrado como el principal escollo para sacar adelante el Corredor Mediterráneo. Una paradoja que hunde sus raíces en las complicadas relaciones entre Madrid y las regiones mediterráneas y que se ha visualizado de formas diversas.

El caso más escandaloso fue cuando el Ministerio de Fomento español fue el único de toda Europa en votar en contra del proyecto. Bajo el control del PP, el Gobierno español apuesta por el Corredor Central que, con suerte, llega hasta Barcelona y, desde luego, aparta a Valencia de cualquier posibilidad comercial con futuro.

Con anterioridad, tanto PSOE como PP han paralizado la obra, sencillamente, cerrando el grifo económico. Ya en 2004, se alertaba de que Medio Ambiente llevaba 13 meses sin emitir el informe necesario para tramitar el AVE Valencia-Castellón, clave para las conexiones ferroviarias mediterráneas, así como para eliminar el cuello de botella entre la capital de la Plana y Tarragona. La previsión era que dicha línea estuviera operativa en 2005; ocho años después, sigue sin haber ni rastro ni de la línea, ni de la financiación.

A finales de 2005, cuando España empezó a dar muestras de sus evidentes preferencias por el Corredor Central, el Gobierno se sacó de la chistera un eje ferroviario que, presuntamente, uniría la red valenciana con Aragón y la “Y griega” vasca. Así, Valencia quedaría conectada al Eje Central y, de rebote, tendría acceso a la cornisa cantábrica, amén de una salida a Europa sin tener que pasar por Catalunya.

La solución era un parche chapucero que, además, se vio arrastrado por el huracán de la crisis económica. En principio, la conexión con el norte peninsular debía iniciarse en 2007 pero, en septiembre de aquel año, tras diez meses bloqueado en algún cajón de Fomento, el Gobierno central la eliminó del presupuesto y nunca más se supo.

El resultado final es que, a mitad de 2013, Valencia sigue sin salida de alta velocidad hacia Europa, el Corredor Mediterráneo es una quimera y el puerto languidece apartado de cualquier conexión con la gran red ferroviaria europea.

Con un PPCV incapaz de hacer frente al despropósito –en especial, cuando en Madrid mandan los suyos como ahora-, el maná del AVE prometido lleva ya una década de retraso y nos tenemos que conformar con las migajas de las líneas que unen Valencia y Alicante con la capital española. Un AVE cuyo objetivo real, por otra parte, dejaron muy claro los medios de la capital española el día de la inauguración oficial de la alta velocidad a Valencia: “la playa, a hora y media de Madrid”. Touché.

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