Omán, el sultán, una tierra de abundancia y el cambio

Omán, un país particular en la región, es el estado independiente más antiguo del mundo árabe. Su sultán Qaboos Bin Said no tiene herederos y poco se sabe de su vida personal o sentimental.

Situado estratégicamente, el sultanato fue ocupado por Portugal entre 1508–1648. Invadido años más tarde por fuerzas persas, fueron la última potencia que ocupó el pequeño territorio hasta el siglo XVIII cuando se creó un sultanato que firmó una serie de tratados de amistad con Gran Bretaña. Con el tiempo, la dependencia de Omán de los ingleses y sus asesores políticos y militares aumentó, pero nunca se convirtió en una colonia británica.

Omán es una monarquía absoluta y el sultán ha estado en el poder desde 1970. Mientras los levantamientos árabes han depuesto a líderes, el impacto en Omán ha sido mucho menos dramático. Las protestas fueron en gran parte sobre cuestiones económicas. Nadie ha pedido un cambio de régimen aunque hay preocupación por la falta de un sucesor nombrado. Dicen que el sultán Qaboos es un reformador: sabe que el sistema no puede ser una monarquía absoluta para siempre y busca el cambio en la estructura gubernamental sin descarrilar el desarrollo económico.

Las manifestaciones de 2011 fueron el primer desafío directo a 40 años de reinado, lo que demuestra que no toda la población se ha beneficiado de las riquezas. El sultán es muy popular y ha podido de momento capear el temporal al moverse rápidamente y anunciar reformas significativas. En el corto plazo, la respuesta fue suficiente, pero hay que ver si se materializan los trabajos prometidos, que el pueblo lo vea y se sienta feliz con ellos. No hay que olvidar que la gente también protesta contra personas cercanas al entorno del Sultán, a quienes acusan de corrupción.

El sultanato ha empezado un programa de desarrollo que sentará las bases para el crecimiento de una economía no petrolera a largo plazo. Las infraestructuras son la prioridad y el turismo la apuesta estratégica. Los planes de transporte confirman el compromiso de Omán para el desarrollo de una red de comunicación efectiva que vincule a la populosa región norte con el sur. Lo nuevo en el plan es la medida en que Omán está actuando para integrarse con otras economías del golfo, señal de que su futuro es una parte central de esta pujante región.

El sueño de ser un destino turístico de gran valor parece que empieza a ser realidad. Los visitantes han visto la eclosión de las tortugas en las playas de Ras Al Hadd y han explorado la ciudad perdida de Ubar. El país no sufre las dificultades asociadas con el turismo de masas como en otras partes del el mundo. Ahora, Omán hace correr la voz sobre su abundante belleza natural. El sultanato parece estar en racha: se clasificó entre los 20 mejores destinos en el mundo en la última edición de la revista National Geographic. Además, la capital Muscat, ha sido clasificada como la segunda mejor ciudad en el mundo para visitar en 2012 por Lonely Planet.

Omán ha trazado ambiciosos planes de turismo: transformar 30 localidades por su potencial en centros turísticos y lugares de interés, con el objetivo de atraer a 12 millones de visitantes al año, lugares de interés como Majlis Al Jinn (el lugar de los genios), los complejos de cuevas Suhoor, impactantes, son las segundas cavernas más grandes del mundo, la construcción de un parque arqueológico y un museo o la recientemente descubierta en la Mezquita del Qalhat construida alrededor del año 1300.

Omán es un país de renta alta. El ingreso bruto por habitante es de 21.357 dólares y depende principalmente de sus recursos en hidrocarburos. El 46% del PIB, el 67% de los ingresos públicos y más del 65% de las exportaciones procedieron de la actividad upstream de petróleo y gas natural.

El PIB aumentó 24% durante 2011 favorecido por el aumento del precio de los hidrocarburos. La actividad petrolera aumentó 34,9 % y la producción diaria se elevó a 883.200 barriles. Las actividades relacionadas con los servicios registraron un crecimiento del 13,1%, la industria subió 18%, el turismo 11,5 % y la agricultura y las actividades pesqueras un 4%.

A pesar de ser un mercado pequeño, hay que tener en cuenta la situación geográfica del país, a caballo entre tres continentes; el rápido crecimiento de su población, la protección jurídica y la apuesta de Omán de desarrollar nueva economía más allá de los hidrocarburos.

Aunque las relaciones bilaterales España-Omán están por debajo de su potencial, 300 millones de euros en intercambios en 2011 con balanza favorable a Omán, existen grandes oportunidades para las empresas en sectores como petróleo y gas, eléctrico, construcción, alimentación, textil, sector turístico, agua, y tratamiento de residuos sólidos y líquidos, entre otros.

Los días en que los omaníes se conformaban con reflexionar sobre lo que el país ha progresado desde 1970 se han terminado. Los jóvenes de hoy están comparando su nivel de vida y las libertades con Occidente, en lugar de hacerlo con la vida de sus abuelos. Ahora que han encontrado su voz, se plantea un gran desafío para las autoridades del sultanato, y no menos para el propio sultán. Tal vez el tiempo para el cambio nunca ha sido mejor.

*Anwar Zibaoui es analista del mundo árabe y de la cuenca mediterránea

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