Martínez Fraile y los mitos y verdades del turismo español

Hace unos días, Raimon Martínez Fraile, un hombre que ha ocupado importantes y muy diversas responsabilidades en el sector, presentó en sociedad su libro Gran Turismo (Empresa Activa, 2013). No pude ir, pero me pidió que le hiciera unos comentarios y aquí están. Debo advertirles, previamente, que me une desde hace bastantes años una buena relación con el autor y, por tanto, las líneas que siguen no son, ni tampoco lo pretenden, neutrales.

El libro es breve, apenas noventa páginas y se lee fácil en un rato. Está alejado de cualquier intento academicista o teórico y ni siquiera político y se limita con un buen repertorio de anécdotas a contar cuatro cosas que de puro sentido común deberíamos repetírnoslas más frecuentemente.

El libro versa sobre el turismo, sobre lo que representa este sector para España, sobre aquello que estamos haciendo mal o bien. Se puede estar de acuerdo o no con el autor pero no se le puede negar una cierta autoridad cuando se despliega su currículum: actual presidente del Salón Internacional de Turismo de Catalunya y special advisor de la OMT ha sido secretario general de Turismo del gobierno español, director general de Turisme de Barcelona, alto directivo de HUSA y AC Hoteles, además de dirigir Anira, su propia consultoría.

A través de su lectura, el libro resulta valiente en el tono y en algunas de sus denuncias. Como, por ejemplo, cuando acusa a la industria de haber convertido la caza de subvenciones en su deporte nacional: “un cáncer que habría que extirpar si queremos tener un sector turístico potente”.

O como cuando se queja del despilfarro que provoca el reparto de competencias sobre el sector y se refiere a FITUR como la feria de las vanidades. Despilfarro por ver quién luce más y falta de transparencia, claro: “Intenté obtener datos sobre la inversión que había supuesto para el conjunto de las diferentes administraciones públicas su asistencia a FITUR 2004, me fue imposible conseguirlos… incluso cuando yo apelaba a la amistad para requerirlos”.

Despilfarro en la asistencia, en los gastos de representación y en la hiperinflación de organizaciones y certámenes en múltiples rincones de España; o en la proliferación de escuelas universitarias de Turismo cuya validez cuestiona, con lo que coincido. Despilfarro sin exigencia de un mínimo retorno en muchos casos y que ahora pagamos y de qué manera.

Denuncias hechas desde el cariño que el autor siente por el sector, un sentimiento que rezuman todas las páginas del libro, más que cualquier otra consideración. Los que amamos lo que significa el turismo tanto como actividad humana como puramente empresarial no podemos dejar de identificarnos con ese dolor que a Martínez Fraile le provocan las actitudes conformistas, cortoplacistas o ventajistas de una parte del empresariado y de la clase política al frente de este sector vital en nuestro presente y futuro. Unas actitudes que se reflejan claramente en el texto y que a lo mejor valdría la pena detallar un poco más detenidamente.

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