“Los inversores foráneos no pueden ser la única hoja de ruta”

Se ha convertido en una costumbre intrínseca a la crisis que, al abrir cualquier rotativo de información económica (o general), nos encontremos inevitablemente con alguna noticia relacionada con la delicada situación del mercado inmobiliario. Mes a mes, contemplamos como se reduce el número de hipotecas contratadas o sube la morosidad bancaria. Con todo, existen varios motivos para la esperanza que no sería en absoluto justo desmerecer.
      

 
La singularidad de las propiedades y los precios posibilitan que los interesados encuentren ofertas muy atractivas

 
La debilidad de la demanda interna española tras más de cinco años de crisis (el pasado 15 de septiembre celebramos el quinto aniversario de la simbólica quiebra de Lehman Brother’s) tiene su expresión más genuina en el mercado inmobiliario, históricamente sensible a los vaivenes de la economía. Una situación que comienza a normalizarse tras la cesión de los llamados activos tóxicos de la banca rescatada a la Sareb o banco malo pero que en última instancia sigue dejándonos titulares preocupantes. En julio, sin ir más lejos, se firmaron un total de 13.777 hipotecas, un notable 42,7% menos que el registrado un año antes.

Constatamos por tanto que la combinación de una tasa de paro muy elevada, un mercado interno que vive sus horas más bajas, las reticencias de las entidades para conceder créditos y, como no, una desconfianza generalizada en el futuro, causan un gran daño a nuestro mercado. Sin embargo, aún a riesgo de caer en tópicos, debemos resaltar que un periodo de crisis lo es también de oportunidades. El mercado concreto en el que nosotros trabajamos es un buen ejemplo de ello. La singularidad de las propiedades que tenemos en cartera y la competitividad ganada en lo que a precios respecta, posibilitan que los interesados encuentren ofertas muy atractivas.

De acuerdo con los datos publicados en agosto, las propiedades de lujo han registrado caídas en sus precios entre el 20% y el 50%. Tan acusado descenso, lejos de certificar la decadencia del sector, ha servido para volver a cifras reales de valoración. Así, mientras el mercado inmobiliario convencional sigue perdiendo terreno, las propiedades de prestigio han registrado un ligero aumento de las ventas. Creemos por tanto que la integración en nuestro mercado de compradores extranjeros con un elevado nivel adquisitivo contribuirá a apuntalar la mejora de las ventas sin tener que seguir efectuando devaluaciones que no hacen justicia a la calidad de los inmuebles. Unos compradores potenciales que provienen mayormente de Rusia, Noruega, Alemania, etc, además de nuevos mercados emergentes.

Por supuesto, la llegada de inversores foráneos no puede ser nuestra única hoja de ruta ya que la demanda de este colectivo no será lo suficientemente potente como para sostener por sí misma el mercado. Urge en consecuencia devolver la confianza a los compradores nacionales, temerosos todavía de invertir en un sector que no saben si ha tocado fondo.
      

 
Urge en consecuencia devolver la confianza a los compradores nacionales

 
Además nuestra experiencia nos dice que la tipología de producto que nuestra empresa gestiona, ya sean propiedades de prestigio, casa señoriales, fincas o propiedades singulares vinculadas a actividades como turismo rural, hoteles con encanto, etc., tiene su mercado natural en compradores o inversores nacionales.

Combatir la parálisis del mercado español, atraer a los compradores internacionales y lograr el equilibrio perfecto entre precio y calidad son las obligaciones más apremiantes que tiene nuestro sector. Actuando de este modo, conseguiremos estar óptimamente posicionados ante una recuperación económica que, para qué negarlo, será lenta y costosa. No es momento de derrotismos, aunque tampoco nos puede invadir la euforia. Sabemos que determinadas clases de productos inmobiliarios siguen teniendo bastante tirón pero nos toca seguir ganando competitividad. Una ecuación difícil de cumplir pero que en última instancia encierra la viabilidad de este mercado.

Robert Menetray es administrador de Lançois Doval

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