Eurovegas: negocios de derechas y de izquierdas

La decisión de la sociedad norteamericana Las Vegas Sands de instalar en Alcorcón (Madrid) lo que sus responsables califican como macroproyecto de ocio, turismo y juego, ha vuelto a poner en escena la ancestral tradición española plasmada por Goya en Duelo a garrotazos. En una demostración que para la clase política española hay negocios de izquierdas y de derechas, buenos y malos, morales e inmorales, púdicos e impúdicos, honestos y deshonestos, tocándole a la izquierda, en esta ocasión, arremeter sin piedad y desde todos los ámbitos contra un proyecto al que ha descalificado desde todos los ángulos –hasta el espiritual y el de las buenas costumbres– olvidando de que en España una inmensa mayoría de los 340.000 bares o equivalentes cuentan con una máquina tragaperras.

A los pocos minutos que se hiciera pública la decisión por parte de la Comunidad de Madrid, el secretario general del Partidos Socialista de Madrid (PSM), Tomás Gómez, tildaba el proyecto de «incierto» y generador de «una serie de negocios paralegales en torno a estas infraestructuras». Obviando el hecho de que cada año, casi medio billón de turistas visita Europa y tiene entre sus países miembros a cinco de los 10 destinos más visitados del mundo, lo que mantiene a un sector que genera indirectamente el 11% del PIB y un 12% del empleo en la UE; políticos, organizaciones y medios de comunicación de izquierdas, se han volcado en la descalificación y ninguneo de un proyecto que según la parte contraria va a ser generador de riqueza y empleo en cantidades reseñables.

Blanqueo de capitales, narcotráfico, juego ilegal, prostitución, buenas costumbres, negocios paralegales, leyes a la carta, trato fiscal especial, desavenencias entre Moncloa y Sol, estafa, tratos de favor, etc., han sido algunos de los calificativos que ha merecido el proyecto y quienes avalan el mismo. Instituciones políticas y prestigiosos nombres del periodismo han puesto al servicio de la crítica al proyecto de Eurovegas una línea argumental llena de moralina como si Alcorcón fuera a convertirse en el centro de todos los males del averno o en una suerte de Sodoma y Gomorra del siglo XXI.

Los medios de comunicación, en un ejercicio de que todo vale, abrían todo su instrumental para dar entrada a indignados ciudadanos de Alcorcón “consternados, porque evidentemente no es el modelo de crecimiento y desarrollo que necesitamos, pero estamos gobernados por descerebrados, chorizos y sinvergüenzas, y así nos va. Resulta que el tipo ése (Adelson), con causas penales por medio mundo, mafioso y delincuente donde los haya, va a conseguir que se cambien las leyes vigentes para que él pueda instalar aquí su antro y que se le concedan todo tipo de ayudas y préstamos para sus tropelías” o que “ni yo, ni mi familia, ni mis compañeros de trabajo, ni mis amigos, ni mis vecinos, ni nadie que yo conozca, estamos de acuerdo con semejante macroantro. Desolador”.

Prestigiosos y respetables comunicadores radiofónicos se convertían, igualmente, en garantes de las buenas costumbres hispanas, hasta el punto de que uno de ellos en su homilía radiofónica hacia un convoluto con Alcorcón, Mato, Corrupción, Eurovegas, gángster, Urdangarín, Aznar, Rajoy, PP, Sheldon Adelson y trama Gürtel. ¿Alguien da más? ¡Que Dios nos coja confesados!

a.
Ahora en portada