Arturo Fernández: la tela de araña de un empresario genovés

Arturo Fernández está salpicado de acusaciones a su alrededor

Armero y defensor de reales alcázares. Arturo Fernández nunca deja de sorprender. Detenido Alfonso Tezanos, -su mano derecha- Arturo se mantiene. Las acusaciones de fraude en fondos de formación le rodean y hasta le salpican, pero él no se menea. CEIM, la patronal que él preside, desvió fondos de formación, según la Cámara de Cuentas. A pesar de todo, Arturo responde a su oposición en el cargo: “que no me toquen las narices”.

Zorro plateado y empresario genovés, Fernández resistirá hasta el final. Además de la CEIM, preside la Cámara de Comercio de Madrid, sobre el mal fario que dejó el anterior presidente, Díaz-Ferrán, inquilino de Soto del Real. Dirige los dos grandes órganos empresariales del centro de España (CEIM y Cámara) y gestiona un negocio centenario, Grupo Cantoblanco, fundado por su abuelo, con más de 180 establecimientos hosteleros, muchos de ellos por concesión pública (la cafetería de la Asamblea regional, varios ministerios, AENA, Teatro Real, varios hospitales madrileños e incluso de la Cámara de Comercio, que preside). Fernández también es vicepresidente de CEOE.

El fraude explota: 15 millones de euros de dinero público destinado a formación en CEIM se esfuman. Se abre un boquete delante del sindicato corporativo, pero como si nada. La ciudadela no se persona en la causa. Faltan pocos días para las elecciones en CEIM y algunos más para las elecciones en CEOE, donde su presidente Juan Rosell cuenta con la ayuda de Fernández. De momento, cuando la cosa va de fondos, la gente mira hacia el sur, donde la magistrada Alaya le encasqueta 29 millones de fianza a Magdalena Álvarez. Pero eso es en Andalucía, donde los ERE son rojos y fraudulentos. En Madrid, en cambio, cuando se trata de los empresarios, no se practica la caza mayor; manda la casuística compasiva.
     

 
El patronalismo castizo lo aguanta todo; se mece en copas, perdices y tiro de pichón en el club de Cantoblanco

 
El distrito capitaliano mantiene las formas. No hay nada que no solucionen el buen vino y el clásico abrazo Paco en una barra de Serrano. Cuando huele a poder, los navajazos van por debajo de la mesa. El patronalismo castizo lo aguanta todo; se mece en copas, perdices y tiro de pichón en el club de Cantoblanco.

El grupo empresarial de Arturo Fernández es una empresa de tercera generación especializada en la restauración, ocio y servicios. Tiene sus raíces en la famosa Armería Arturo, en Hotaleza, cerca de la mesa de mus que frecuentaba el sabio Luis Aragonés. En la antigua Hortaleza, que antes de ser barrio fue municipio, tuvo Carlos Arniches su quinta (la Huerta de Mena) frecuentada por Bergamín, Ortega, Alberti o Eduardo Ugarte.

A partir de la armería, las empresas de Arturo proliferaron. Hoy, las marcas de su grupo son muy conocidas: Delfines, Edelweiss, Hispano Bar-Buffet, Restaurante Nicolasa, Príncipe o Teatro Real; sin olvidar sus montaraces complejos hoteleros, como El Monasterio de Rueda en Zaragoza, y otros, casi blasonados, como el Suizo en El Escorial y sin desdeñar claro está los urbanos, como el Arturo Norte.

El próximo 24 de este mes, Arturo Fernández defenderá en unas elecciones la presidencia de CEIM, frente a su contrincante Hilario Alfaro, presidente de la Confederación de Comercio de Madrid desde 2002. Hilario le aconseja (“retírate, ahora que puedes”), pero Fernández es de los de antes, de piedra granítica. Preside CEIM desde 2007, y estas elecciones son casi un plebiscito sobre su gestión. Promete dejar el puesto antes de verano. Fernández ha hecho bandera de la limitación a dos mandatos, pero ahora se presenta para lograr el tercero.
     

 
Las elecciones en la patronal madrileña serán una refriega entre dos empresarios afines a Génova, la sede del PP

 
Es la primera vez en 36 años que CEIM tiene dos candidatos. Fernández estrenó su campaña el pasado mes en el Ritz, ante 700 comensales. Acudió su amiga Esperanza Aguirre; su sucesor al frente del Gobierno de la Comunidad de Madrid, Ignacio González y la esposa de este último, Lourdes Cavero, número dos de Arturo en CEIM, recientemente dimitida de su cargo e imputada por la compra supuestamente ilegal de un ático en la Costa del Sol.

Arturo, imputado en el caso Bankia, ocupa el centro de una malla corporativa inmensa que él ha contribuido a crear. En CEIM hay 200 vocales. Es la estrategia de la araña, laboriosa y silente. El mundo patronal es un paraíso censitario; está muy lejos de los sufragios. Vive de la cooptación, no de los votos. El oponente de Fernández, Ignacio Alfaro, también bebe los vientos por el PP. A este segundo le acompaña el líder de Nuevas Generaciones, Ignacio Uriarte, diputado por Valencia y convencido de que Alfaro representa la regeneración.

Será pues una refriega entre dos empresarios afines a Génova, la sede del PP. Alfaro apunta maneras, pero Arturo ha tendido su tela y ganará por tercera vez.

a.
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