¿A qué juega Rita?

La alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, es una mujer con suerte. A principios de mes regresó de unas vacaciones de cuarenta días que para sí las quisieran muchos de sus vecinos. Con un saludable color de piel, nada más aterrizar en el Ayuntamiento, Rita reiteró su polémica decisión de ampliar el Palacio de Congresos de la capital. La inversión en ese proyecto será, si nadie lo remedia, de 24 millones de euros. Debería estar terminado en 2014 ó 2015. El arquitecto Norman Foster, que ya diseñó el edificio original, ha sido elegido para esta segunda fase .

Nadie discute que el Palacio de Congresos abrió a Valencia al turismo de negocios. Ayudó a proyectar una imagen moderna de la ciudad. Las cifras son elocuentes: en sus trece años de funcionamiento ha acogido grandes eventos de distinta naturaleza y ha generado un impacto económico de 750 millones de euros, según sus promotores. El éxito de esta gestión cabe atribuírselo a Turismo Valencia, que ha puesto a la capital en el mapa gracias a acontecimentos como la Copa América y la Fórmula 1.

Pero la oferta del Palacio de Congresos no es la única que hay en la ciudad. Por suerte hay otros edificios que están tan preparados como el Palacio de Congresos para albergar grandes eventos. Hablamos de Feria Valencia y de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, por no citar a algunos hoteles habilitados también para tal fin. Es conveniente que exista esa competencia, que haya negocio para todos y que el visitante tenga dónde elegir.

Lo inexplicable es que Rita Barberá, conocedora de la voluminosa deuda que arrastra su Corporación local, se embarque en un proyecto innecesario, tal como ha puesto de manifiesto la directiva de la patronal valenciana. En un momento en que las administraciones están obligadas a reducir el déficit y la deuda, el empecinamiento de la alcaldesa se hace muy difícil de entender, por mucho que diga que las obras se financiarán con los ingresos del Palacio de Congresos.

Feria Valencia está a muy pocos metros del Palacio de Congresos. La institución presidida por Alberto Catalá vio en la organización de congresos una vía idónea para compensar la pérdida de ingresos de su actividad tradicional, la organización de certámenes. Su centro de eventos tiene poco que envidiar al Palacio de Congresos. Si los planes de Rita Barberá salen adelante, el principal perjudicado será Feria Valencia cuyo patronato está presidido, curiosamente, por la alcaldesa. ¿Cómo se explica, entonces, que Barberá comprometa el futuro de una institución que preside?

La ampliación del Palacio de Congresos, además de un disparate económico, malograría las posibilidades de crecer de la Feria en el turismo de negocios, que se antoja como indispensable para su supervivencia. Feria Valencia, que ya aprobó un ERE para una tercera parte de su plantilla, está inmersa en un plan de austeridad para ser viable en el futuro. El pasado ejercicio registró unas pérdidas de 7,6 millones de euros.

La actitud obstinada de la alcaldesa en este asunto da la razón a quienes, dentro de su partido y en la oposición, opinan que ha perdido el norte, el olfato político, algo que se demostró con su firme adhesión a un Francisco Camps imputado en el caso de los trajes. Barberá es alcaldesa desde 1991. Ningún político, ni siquiera ella, es inmune al desgaste, aunque pueda presumir de haber arrasado en sucesivas elecciones. Antes o después, el PP deberá enfrentarse a su relevo. Y a ella más le valdría ocuparse de la limpieza de los barrios en los que la basura se acumula en cada rincón de sus calles.

a.
Ahora en portada