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El legado de Federico Correa en 10 proyectos

El arquitecto, artífice de iconos del paisaje urbano de Barcelona como el restaurante Flash Flash y la Anilla Olímpica, falleció a los 96 años de edad este lunes

Impulsó la renovación del racionalismo, dio forma a la Barcelona de la gauche divine y contribuyó al éxito de las Olimpiadas de 1992. Federico Correa (Barcelona, 1924-2020) fue un gigante de la arquitectura. Discípulo de José Antonio Coderch y maestro de figuras como Óscar Tusquets y Juli Capella, personificó la transición entre el movimiento moderno catalán y el panorama actual, creando un lenguaje propio que bebía de diversas influencias.

Cosmopolita y elegante, soltero empedernido, defensor de la “belleza útil”, Correa realizó, con su fiel socio Alfons Milá, de algunos de los proyectos arquitectónicos más emblemáticos de la segunda mitad del siglo XX.  Aquí repasamos diez.

1. Casa Villavecchia

Correa consideraba que el racionalismo no tenía que condicionar todos los aspectos de su trabajo: se podía ser moderno y humano a la vez. Esa idea estaba ya presente en su primer proyecto con Alfonso Milá, la Casa Villavecchia de Cadaqués (1955). Una vivienda de tres plantas con vistas al mar que combinaba las soluciones de inspiración racionalista con elementos propios de la tradición mediterránea.

La reinterpretación de la arquitectura local efectuada por Correa y Milá causó furor: en los años siguientes, por la costa catalana proliferaron las casas de estilo similar.

Flash Flash no es un simple un restaurante. Es una declaración de intenciones. Es pop hecho arquitectura

2. Fábrica Montesa

A finales de los años cincuenta, Correa y Milá recibieron el encargo de construir la nueva fábrica en Esplugues de Llobregat de la marca de motocicletas Montesa. Los dos arquitectos combinaron el hormigón con estructuras metálicas electrosoldadas y elementos prefabricados de durisol y fibrocemento para levantar una nave que se adecuaba perfectamente a su uso industrial

Fabrica Montesa, de Federico Correa.
Fabrica Montesa, de Federico Correa.

3. Flash Flash

El ambiente diáfano, los sofás corridos blancos, las lámparas rojas y las reporteras que apuntan con sus cámaras desde las paredes. El Flash Flash no es un simple restaurante. Es una declaración de intenciones. El pop hecho arquitectura.

Correa fue uno de los máximos responsables del interiorismo del local, que tuvo su origen en los sueños estéticos y gastronómicos de cuatro buenos amigos (Milá, Cecilia Santo Domingo, Leopoldo Pomés y Karin Leiz).

Emplazado en una estrecha callejuela conectada con la calle Tuset, centro de operaciones de la gauche divine barcelonesa, el establecimiento todavía derrocha hoy tanta modernidad como en 1970. Igual que el vecino Il Giardinetto, otra afortunada propuesta del estudio Correa-Milà.

4. Tiendas Olivetti

Décadas antes de que Apple se las diera de sofisticada con sus tiendas minimalistas, Correa y Milá diseñaron una serie de locales comerciales que deslumbraban por su sencillez transgresora: los de la marca italiana de máquinas de escribir Olivetti.

Las dos primeras tiendas fueron las de Terrassa y Badalona (1968), a las que les seguirían otras 14. Escaparates amplios y pedestales pétreos para exhibir con honores unos productos que desprendían aroma de prestigio social y sofisticación. Como los iPhone de hoy.

Torre Atalaya.

5. Edificio Monitor

Correa era un admirador de la arquitectura racionalista del norte de Italia y esa influencia se palpa notablemente en este edificio de viviendas a cuatro vientos construido entre 1968 y 1970 en la avenida Diagonal. El juego entre galerías, ventanas y paramentos de ladrillo estructura el exterior de un inmueble que evoca la obra del milanés Ignazio Gardella.

6. Atalaya

Correa aborrecía la arquitectura-espectáculo que simplemente buscaba llamar la atención. Un ejemplo: la torre Agbar de Jean Nouvel, símbolo de la nueva Barcelona, definida por Correa como un edificio “pretencioso y engañoso”, que priorizaba la estética en detrimento de la funcionalidad.

En la Atalaya, uno de los primeros rascacielos de la capital catalana, el arquitecto –con la colaboración de Milá– demostró cómo se podía diseñar un edificio de voluntad icónica que, al mismo tiempo, obedeciera a criterios racionales. Erigido entre 1966 y 1971 en el cruce de las avenidas de Sarrià y Diagonal, este inmueble de 71,24 metros de altura destinado en su mayor parte a viviendas sigue sorprendiendo hoy en día por sus juegos de volúmenes. Su originalidad le valió el premio FAD en 1973.

7. Edificio Metro 3

En los años ochenta, cuando la gauche divine ya comenzaba a ser un recuerdo lejano, Correa y Milá regresaron a las inmediaciones del Flash-Flash y el Giardinetto para dejar otra muestra de su talento. Un edificio de oficinas situado en la esquina de la calle Tuset con la avenida Diagonal.

Con su fachada metálica de color granate, perforada por múltiples ventanales, este inmueble rezuma una modernidad incontestable, pero no renuncia a establecer un diálogo con los edificios señoriales del entorno, como la modernista Casa Sayrach y la noucentista Casa Mas de Miquel, representantes de la Barcelona burguesa de principios del siglo XX.

Anillo Olímpico de Montjüic. Foto: Getty Images.
Anillo Olímpico de Montjüic. Foto: Getty Images.

8. Anillo Olímpico

Ya consolidados en el panorama arquitectónico español, Correa y Milá asumieron en 1983 el reto de diseñar la ordenación del Anillo Olímpico de Montjuïc, donde nueve años después se celebrarían las Olimpiadas de Barcelona. Realizado en colaboración con Joan Margarit y Carles Buxadé, el proyecto transformó por completo la fisonomía de una montaña estigmatizada en el pasado por su uso militar, y anticipó la profunda renovación urbana que experimentaría la ciudad a raíz de la cita olímpica.

En el marco de esta obra, Correa y Milá también participaron en la remodelación del Estadio Olímpico, en la que también intervino el italiano Vittorio Gregotti. Una reforma que insufló nueva vida al equipamiento deportivo construido para la Exposición Internacional de 1929.

9. Diputación de Barcelona

El reto era mayúsculo: crear un edificio de oficinas para la sede central de la Diputación de Barcelona que respetara las fachadas de la Casa Serra, palacete de aire medieval construido en 1908 por Josep Puig i Cadafalch en Diagonal con Rambla de Catalunya. La propuesta de Correa y Milá, ejecutada entre 1985 y 1987, fue un sobrio inmueble de aspecto funcional dotado de muros cortina, que resultan decisivos para resaltar el perfil de la antigua mansión.

El acusado contraste formal entre los dos edificios despertó polémica en su momento (ya se sabe, en Barcelona los debates sobre el paisaje urbano despiertan pasiones), pero hoy el proyecto se considera un ejemplo de coherencia arquitectónica.

10. Museo Episcopal de Vic

Correa y Milá diseñaron un edificio de fachada austera y formas angulosas que, sin renunciar al lenguaje contemporáneo, buscaba adaptarse a un trazado urbano de origen medieval.

Tras su inauguración en 2002, algunos vecinos se mostraron críticos con el resultado. Demasiado moderno. Correa, en cambio, aseguraba que era uno de los proyectos de los que se sentía más orgulloso.

a.
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