Adiós a Quino, el padre de Mafalda
El mundo despide a Quino, el dibujante argentino creador de Mafalda, que con su humor rebelde y reflexivo trascendió generaciones y fronteras
Se fue Quino. Joaquín Salvador Lavado era el creador de Mafalda y sus amigos, el dibujante tímido que mezclaba la ternura con la denuncia social, el muchacho afable de Mendoza que se abrió camino en una Buenos Aires que le era indiferente, pero que una vez que la sedujo lo catapultó a una fama mundial.
Un legado que no cambia con el tiempo
El legado de Mafalda sigue vigente aunque hayan pasado casi 50 años en que dejó de dibujarla. Esta niña rebelde, preguntona, fanática de The Beatles y enemiga declarada de la sopa, identificó a millones de niños que ya están cerca de ser abuelos.
Quino dibujó a Mafalda durante 10 años, un agotador ejercicio intelectual debido a la exigencia de producir una tira por día
Lo mismo podía jugar a la mamá con Susanita (siempre obsesionada con tener hijitos y ser de la ‘sociedad que tiene la sartén por el mango’) como reflexionar de por qué el mundo está enfermo.
La ingenuidad de Miguelito, las angustias existenciales de Felipe, el afán materialista de Manolito, la rebeldía de Libertad, la rapidez de Guille y la resignación de Raquel y Ángel (si es que se llaman así, Quino nunca lo confirmó) como padres de clase media son un retrato, no solo de la sociedad de Buenos Aires de los años ’60, sino de cualquier núcleo de amigos, sean niños o no, de otras ciudades de Latinoamérica, España o, vamos, del mundo.
Mafalda por el mundo
Por eso Mafalda fue traducida a 35 idiomas, protagonizó toda clase de campañas de salud, educación o protección de los derechos de la infancia (aunque muchas veces no tenían la autorización de su autor), bautizó a jardines infantiles, escuelas y campamentos infantiles.
También saltó a la televisión como dibujo animado. En la España franquista no había mucho sitio para su humor que hablaba de libertad, derechos humanos y de un estado que podía ahogar con la burocracia. Y la censura la etiquetó como lectura para adultos.
Éxito popular
Durante diez años Quino dibujó una tira diaria de Mafalda y sus amigos, un ejercicio intelectual que lo dejaría agotado. “Dejé de dibujarla por falta de ideas”, apuntó en alguna Feria del Libro en Buenos Aires, donde cientos de personas le pedían autógrafos y dibujos como si fuera una estrella de fútbol.
Era muy tímido para decir que no, aunque la mano le doliera tras estar horas delineando la sonrisa y el pelo con moño de su personaje más famoso.
Viñetas y viñetas
Mafalda fue su creación más famosa pero Quino tiene una extensa carrera como historietista. Cada 15 días publicaba una página en la revista del Diario Clarín, además de colaborar con diversos medios de todo el mundo.
Quino tenía un cuidado obsesivo con sus dibujos, donde las escenas se reflejaban con precisión fotográfica
Uno de los rasgos de su talento eran no solo los diálogos punzantes, el remate ingenioso o la reflexión sobre los temas que le preocupaban, sino también el cuidado detalle del dibujo, la obsesión por reflejar las escenas con una precisión fotográfica.
Un humor más melancólico
En el 2009 Quino dejó de dibujar por problemas en la vista. Ya hacía años que su humor estaba cambiando. Era menos corrosivo y más melancólico. El reconocía que en el otoño de su vida había cosas que no le hacían gracia.
Sin embargo siempre mantuvo un magistral equilibrio entre la risa y la reflexión, en denunciar los abusos de ricos, poderosos y burócratas y alinearse sin dudar con los débiles, los perdedores y los desclasados.
Su universalidad no solo fue geográfica, sino también generacional. Tanto las historietas de Mafalda como sus viñetas, recopiladas en más de 20 libros, pueden ser leídas y disfrutadas por niños, jóvenes y adultos.
Su legado le llevó a ser merecedor de numerosos premios, entre ellos el Príncipe de Asturias 2014 de Comunicación y Humanidades.
Quino nos dejó a los 88 años en Mendoza, su ciudad natal. Hoy el mundo es un poco más triste.