Quien crea que estos no son buenos tiempos para la cultura, se equivoca. Mientras muchos festivales de verano se ven obligados a cerrar puertas o, en el mejor de los casos, a ofrecer una programación reducida, hay quien se decide a coger al coronavirus por los cuernos y saltar a la arena. Tal es el caso del nuevo festival Som de Mar de Lloret de Mar, una de las localidades más turísticas de la Costa Brava y por lo mismo, también una de las más perjudicadas por la crisis sanitaria.
La iniciativa es fruto del empeño del promotor Carles Gilibets quien, a pesar de las circunstancias, ha querido poner en marcha un proyecto que aspira a equipararse en el futuro con cualquiera de las grandes citas musicales del verano catalán.
De entrada, el nuevo festival cuenta con un poderoso as bajo la manga: su paradisíaco y secreto escenario, los Jardines de Santa Clotilde, una atalaya privilegiada sobre el Mediterráneo a cuyos pies se enamoraron Penélope Cruz y Matthew McConaughey cuando rodaban la película Sahara.