‘Symphony’: un viaje virtual al corazón de la música clásica

Bajo la batuta de Gustavo Dudamel y gracias a la realidad virtual, el proyecto 'Symphony' nos permite introducirnos en una orquesta real

Gustavo Dudamel dirige a la Mahler Chamber Orchestra en este viaje virutal. Foto: Fundacion La Caixa.

¿Alguna vez has pensado cómo se escucharía la música sentado junto a los violines de una gran orquesta sinfónica mientras interpretan Beethoven? ¿Y desde dentro de los propios instrumentos? Este es precisamente el hilo argumental de la historia que la Fundación La Caixa y el músico, compositor y director de orquesta venezolano Gustavo Dudamel quieren contar desde hace cuatro años. Y han encontrado en la realidad virtual el mejor compañero para este inédito viaje al corazón de la música clásica.

Symphony es el nombre del singular proyecto, convertido en experiencia inmersiva, que hoy se estrena en CosmoCaixa, donde podrá vivirse en primicia hasta el próximo 8 de octubre, antes de iniciar una gira que recorrerá un centenar de ciudades de España y Portugal durante diez años.

Tecnología y arte son la materia prima de este experimento, definido como “una llave que abra las puertas de la música clásica a las nuevas generaciones y a las comunidades, porque la música y la belleza es un derecho que debe estar al alcance de todos”, según ha dicho este martes en Barcelona el maestro venezolano durante la presentación de la película.

Experiencia inmersiva en dos tiempos

El sueño de Dudamel se ha materializado en Symphony, un viaje de alrededor de 40 minutos que arranca con una película panorámica que introduce al espectador en esta experiencia, guiado solo a través de sonidos. En ella, tres jóvenes músicos de diferentes partes del mundo retratan los sonidos y de las músicas propias de los lugares donde viven (Colombia, Nueva York y la costa mediterránea), para explicar cómo cada uno de ellos está conectado con los sonidos y la música de su entorno.

Después del 8 de octubre la experiencia iniciará una gira por el resto de España y Portugal. Foto: Fundacion La Caixa.

A continuación, y ya con las gafas de realidad virtual, se abre un mundo mágico. De repente, el entorno ha cambiado, el espectador no está en una sala de cine sino en el Gran Teatro del Liceo, donde el mismo Dudamel le da la bienvenida.

A su alrededor, los músicos de la Mahler Chamber Orchestra -colocados por familias de cuerdas, viento, metal, percusión-, todos guardando silencio, expectantes, esperando ese momento mágico en que la indicación del director marca el inicio de la interpretación. Las famosísimas cuatro notas que macan el comienzo de la Quinta sinfonía de Ludwig Van Beethoven y la mirada del director, cargada de energía, son solo el comienzo de un experimento musical inédito, que permite adentrarse en un lugar inexplorado, al menos para el gran público, donde puede girar la cabeza y obtener nuevas perspectivas, gracias al visionado en 360º, de una orquesta sinfónica y sus instrumentistas.

Viaje al interior de un instrumento

Tras escuchar la Quinta sinfonía de Beethoven y ver en primera ver desde primera fila a Gustavo Dudamel en acción, la vivencia se trasladará a otro espacio: el taller de un lutier.

Allí, el público podrá escuchar el sonido de la madera mientras es esculpida por las manos del artesano constructor de los instrumentos de cuerda, antes de introducirse dentro del violín en el que trabaja y, posteriormente, en el interior de una trompeta. Haciendo hincapié en el poder emocional de la música, el espectador aparecerá acompañado de la melodía del inicio de la Primera sinfonía de Gustav Mahler, rodeado de un entorno íntimo y especial, para finalizar este viaje, de nuevo con la orquesta, que ahora mientras interpreta el jovial Mambo de West Side Story, de Leonard Bernstein.

El universo de una orquesta sinfónica

La propuesta transcurre en dos unidades desplegables, de cien metros cuadrados cada una, un primer espacio dedicado a la proyección del filme en pantalla grande (12 minutos) y un segundo destinado a la película de realidad virtual (12 minutos).

Sin embargo, son mucho más que dos películas: el proyecto en su conjunto ofrece la oportunidad de entender, a través de la imagen y de la música, cómo desde la simplicidad de un trozo de madera o de la rudeza de un pedazo de metal se construye un universo tan sofisticado y bello como el de una orquesta sinfónica.

Symphony vendría a ser, así, la deconstrucción de la orquesta y la búsqueda de la simplicidad, lo que contrasta con el arco infinito de recursos que ofrece a los compositores para expresar ideas y emociones.

La vivencia ofrece al usuario una escucha emocionalmente activa: gracias a los cambios de posición de la cámara 360º dentro de la orquesta es posible sentir la música de una forma nueva y sorprendente y también experimentar las diferentes familias de instrumentos.

Dudamel durante la presentación de Symphony, una experiencia inmersiva en la música clásica. Foto: Marta Pérez | EFE.

“Con esta experiencia insólita y cautivadora, queremos contribuir a divulgar la música clásica a través de las composiciones sinfónicas y llevarla al gran público, así como a todos los amantes de la música que se pueden sentir atraídos por ella”, explica la directora general adjunta de la Fundación la Caixa Elisa Durán.

Espera que lo vean unas 200.000 personas cada año durante la próxima década.

Para Dudamel, el proyecto parte de tres creencias principales que comparte con La Caixa: “que la música puede transcender nuestras diferencias, propiciar el empoderamiento individual y promover la integración social”. Y Symphony, señala, “es una encarnación perfecta de aquellos valores compartidos, una exposición móvil que ofrecerá a decenas de miles de personas acceso a la música sinfónica y —espero— suscitará una mayor apreciación de esta forma de arte”.

Un viaje de 4 años

Más de 250 personas ha participado en el proyecto, que se ha extendido la lo largo de cuatro años, desde la idea original surgida en el Departamento de Música de la Fundación la Caixa, que encargó su dirección artística al músico y creativo Igor Cortadellas.

Tras la elaboración del guion y la búsqueda de la tecnología adecuada, la dirección musical recayó en el director de orquesta Gustavo Dudamel, que se encargó de “validar y redondear este proyecto tan ambicioso”, recalcan desde la institución.

El lutier David Bagué durante el rodaje de Symphony. Foto: Fundación La Caixa.

“Quizás no haya sido casualidad que hayamos finalizado el proyecto precisamente este año”, explica el director, que cree que Symphony puede ser especialmente útil en un momento en el que es difícil disfrutar de un concierto en directo, pero seguimos necesitando la música “porque es sanadora”.

“Espero que esta película sirva para abrir el apetito de las nuevas generaciones y conseguir que no vean la música clásica como algo antiguo”, ha añadido.

La empresa barcelonesa de postproducción y animación digital Glassworks y el estudio londinense Visualise también participaron en el proyecto, que requirió la más moderna tecnología, desde un prototipo de cámara creada para ocasión que permitiera grabar las escenas en el Liceu a los micrófonos, pasando por la generación de imágenes por ordenador y los efectos visuales.

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