La gran lírica vuelve al Liceu

Tras el parón de la pandemia, el teatro reabre puertas con un recital de Sondra Radvanovsky y Piotr Beczala ante un aforo reducido a 1.144 personas

Portada Sondra Radvanovsky. Foto Pavel Antonov

Portada Sondra Radvanovsky. Foto Pavel Antonov

Con su aforo reducido a un 50% ­­‑1.144 localidades- y extremando las medidas de seguridad para reforzar el mensaje de ‘la cultura es segura’, el Gran Teatre del Liceu reabre sus puertas tras seis meses de cierre a causa de la pandemia. Y lo hace, cómo no, a lo grande. Con un recital de dos figuras estelares de la lírica, la soprano norteamericana Sondra Radvanovsky y el tenor polaco Piotr Beczala, apetitoso aperitivo de un retorno a la actividad y a una ansiada normalidad lastrada aún por la incertidumbre.

De momento, sin embargo, todo está a punto para que el domingo 27, Radvanovsky y Beczala, una pareja que ha protagonizado algunas de las noches más memorables en la historia reciente del teatro, suban el telón del coliseo barcelonés con un programa verista y verdiano que ellos mismos han seleccionado para la ocasión y con el cual quieren transmitir un mensaje “de esperanza y amor” en las actuales circunstancias.

Acompañados por el pianista Camillo Radicke, ambos cantantes interpretarán arias y dúos de de óperas como Luisa Miller, con la que tanto éxito obtuvieron en este mismo escenario en 2019, La forza del destino, Un ballo in maschera, Andrea Chénier, Manon Lescaut y Tosca. Entre ellas, páginas tan comprometidas como Pace, pace mio Dio, la terrible aria de Leonora del cuarto acto de La forza del destino, y ese inspirado canto a la vida que es E lucevan le stelle, de Tosca.

Sondra Piotr durante la presentación hoy en el Liceu.
Sondra Radvanovsky y Piotr Beczala durante la presentación hoy en el Liceu.

Parón forzoso

Esta será la segunda actuación de Radvanovsky tras la inactividad forzosa impuesta por la pandemia —regresó a los escenarios el pasado día 3 en una gala lírica en A Coruña—, un tiempo que le ha servido para descansar después de una vertiginosa temporada anterior en la que llegó a debutar tres nuevos roles.

“Era un momento en que me encontraba francamente agotada, hasta el punto de haber contemplado la posibilidad de cogerme un año sabático. Así es que es tiempo fue como una bendición porque me permitió poder estar con mi marido en cas como hacía tiempo que no hacía. ¡Hasta pudimos hacer un huerto!”, explicó la soprano norteamericana, que confesó haber pasado la enfermedad de manera asintomática.

“Funcionaremos al 50% o al 100%. Y si la normalidad no pudiera volver el año que viene, entonces la única posibilidad de supervivencia sería la voluntad institucional”

Valentí Oviedo

A Piotr Beczala la crisis sanitaria le sorprendió en Nueva York, a pocos días de interpretar Werther en el escenario del MET. “Como al principio no se sabía lo que ocurriría, yo seguí unos días más preparándome porque en verano también tenía previsto cantar Aida en Peralada. Pero luego, cuando todo se detuvo, pude hacer vida normal, levantarme al mediodía, beber agua con gas, leer y hacer repostería”, contó el tenor polaco, que ha podido aceptar la invitación del Liceu fruto de la cancelación de toda la temporada 2020-21 del Metropolitan neoyorquino.

Ahora, con una agenda que lucha por acercarse a la normalidad –Radvanovsky, por ejemplo, tiene previsto participar, a continuación, en Un ballo in maschera en el Real de Madrid y luego no tiene más compromisos hasta diciembre, cuando cantará en Berlín y nuevamente en  Barcelona –, ambos artistas consideran que viajar a España no conlleva riesgos añadidos y abogan con fuerza por la reactivación de la cultura. Un tema por el cual la soprano norteamericana ha vertido lágrimas de impotencia en plena rueda de prensa.

“Este es un tiempo muy difícil por todas las personas que han muerto y enfermado, pero también por todos los artistas que se han quedado sin trabajo. Es muy difícil no llorar cuando todo el mundo no puede llegar a final de mes. Por eso necesitamos que el arte y la música vuelvan pronto”, dijo una emocionada artista. “Rezo a diario por todos los artistas y los teatros para que puedan regresar a la actividad”.

El Liceu abre las puertas entre estrictas medidas de seguridad que van desde la mascarilla obligatoria durante la función al aforo reducido al 50% de la capacidad

Seguridad máxima

Y eso es lo que intenta hacer el Gran Teatre del Liceu, que reabre sus puertas después de un verano en el que su orquesta y coro se han prodigado por distintos escenarios del país. Para el director general de la institución, Valentí Oviedo, lo importante ahora es lanzar un claro mensaje de tranquilidad al público porque, a su juicio, tener la “confianza” de los espectadores y generar “certezas” en tiempos de incerteza es vital para la institución.

Protocolo COVID en el Liceu.
Protocolo COVID en el Liceu.

Para ello, el teatro extremará las medidas de precaución y a día de hoy mantiene su aforo reducido al 50% “porque queremos dar la máxima estabilidad a la sala”. Los accesos se harán de forma escalonada y las entradas ya indicarán la hora de llegada en cada caso. Habrá sistemas de detección de temperatura en los accesos y el público ocupará asientos alternos, incluso en el caso de las parejas, aunque esta última medida no estará en vigor en el recital del domingo.

También se limita el uso de los ascensores y los baños, habrá que usar mascarilla durante la función y los cambios de escena se efectuarán a telón alzado, como una manera de atraer al público para que permanezca en la sala durante los obligados intermedios. El servicio de bar también tiene restricciones. Será con mesas de hasta 4 personas y habrá que encargarlo antes de la función. No habrá guardarropía ni programas de mano físicos, aunque sí online.

Los artistas también tendrán sus propios protocolos, que incluirán el uso general de mascarillas, excepto en el caso de los instrumentos de viento y los cantantes solistas.

Con un aforo inferior al 50%, la supervivencia del Liceu no está garantizada

De esta manera, el Liceu espera sortear los escollos de la pandemia hasta, al  menos, la próxima Semana Santa, el plazo que Oviedo considera asumible para el teatro en las actuales circunstancias.

Eso sí, advierte, si las restricciones obligaran a reducir el aforo a un tercio, habría que volver a cerrar puertas. “Funcionaremos al 50% o al 100%. Y si la normalidad no pudiera volver el año que viene, entonces la única posibilidad de supervivencia sería la voluntad institucional”, advierte el director, satisfecho de que las renovaciones de abono sólo hayan caído un 11% para este nuevo e incierto curso post COVID-19.

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