Viaje por las puertas que abren mundos y culturas
Óscar Martínez propone un viaje por la historia de la cultura, el arte, la arquitectura y las religiones a través de una veintena de umbrales y portales de Europa y Egipto
Se puede analizar la historia de la cultura occidental a través de sus bibliotecas, por medio de pinturas clásicas y modernas, escuchando sinfonías y melodías populares…o estudiando las puertas.
La idea no es tan descabellada. Estos elementos tienen varios significados: se habla de las puertas del conocimiento, son divisores entre cielos e infiernos, separan el mundo privado del público. Es uno de los elementos más cargados de simbolismo –junto con las ventanas– que se pueden encontrar en la vida cotidiana.
Las puertas como tránsito
“Toda puerta marca un tránsito. El umbral enmarcado por las jambas y los dinteles o los arcos de la entrada es un espacio híbrido, un momento entre dos realidades, la frontera entre dos mundos y dos estados”, dice Óscar Martínez.
Este doctor en Bellas Artes y licenciado en Historia del Arte es autor de ‘Umbrales. Un viaje por la cultura occidental a través de sus puertas’ (Siruela), donde propone pasear por diversos puntos de Europa y Egipto para conocer cómo el arte, la arquitectura y la religión evolucionaron en conjunto desde los orígenes de la civilización.
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Desde las primeras páginas lo aclara: la elección es subjetiva, aquí se salta en el tiempo y el espacio sin más lógica que ir armando el puzle de la evolución a partir de tres grandes grupos: aquellos umbrales con una carga simbólica y sagrada, los que sirven de acceso a la vida privada, y los que son el último peldaño a otros mundos (sea el inframundo o la modernidad).
“Las puertas son la frontera entre dos mundos y dos estados”. Óscar Martínez
De Pompeya y Egipto a Venecia y Barcelona
La puerta de entrada de Martínez para hablar de las puertas son unas pinceladas de ficción bien documentadas, donde en un estilo fluido y no exento de toques de humor lleva al lector a descubrir los murales eróticos de la Casa de los Vetti en Pompeya, analiza la iconografía cristiana y su paralelismo con los superhéroes a través del portal de la abadía de Sainte-Foy en Conques (Francia), invita a maravillarse con arquitectura insuperable del Panteón de Adriano en Roma y por medio de un paseo por la Catedral de San Marco (“que parece más un relicario o un enorme joyero que un edificio religioso”) recuerda que Venecia “era puerto y puerta, mercado y umbral” entre Oriente y Occidente.
La fama de locura de Valencia y su luna, la leyenda del dragón del Jardín de las Hespérides en la Finca Güell de Barcelona, la belleza de la geometría árabe en el Palacio de Comares en la Alhambra son otros retazos de la cultura occidental que se explican a través de sus verjas, portales y puertas medievales.
Martínez viaja desde la antigüedad con el complejo funerario del faraón Djoser en Saqqara (Egipto) al Pabellón de la Secesión en Viena, la variante austríaca del modernismo.
Analiza cómo la escuela Bauhaus de Dessau abrió las puertas a un nuevo mundo en la arquitectura del siglo XX y por qué el Parco dei Mostri en la villa italiana de Bomarzo es como un paseo por el infierno en la Tierra.
Contemplar las puertas con calma
Este ameno recorrido por 5.000 años de historia a través de una veintena de puertas sirve para darnos un tirón de orejas y aprender a no pasar tan deprisa por los portales, que pueden ser libros abiertos como la maravillosa Puerta del Paraíso de baptisterio de Florencia.
El libro sirve para darnos un tirón de orejas y aprender a no pasar tan deprisa por los portales, que pueden ser libros abiertos
También sirve para conocer porqué tantas culturas se empeñaron en proteger las puertas con figuras de santos, amuletos como la mano de Fátima, herraduras y, por supuesto, monstruos reales o imaginarios esculpidos en roca o madera.
“Las puertas son sitios especiales. Son espacios frágiles y como tales deben ser protegidas, decoradas y ensalzadas”, puntualiza Martínez.
La base de la arquitectura
Las puertas, considera el autor, son el kilómetro cero de la arquitectura. Pero estos elementos no tienen por qué ceñirse a la cultura de los ladrillos y muros.
“Una puerta es un prólogo y un comienzo, el principio de un camino o el arranque de una vida. Una puerta son las notas iniciales de esa sinfonía o la primera estrofa de nuestra canción favorita”, recuerda.
Hay ocasiones, sobre todo en las religiones y mitologías, que cuando se cruzan determinadas puertas no hay marcha atrás. En este caso, no hace falta ser tan determinante, pero el libro ‘Umbrales’ sirve para mirar delante, y detenerse con calma para contemplar la belleza, aunque sea discreta, que transmiten algunos portales. Son prólogos de piedra o madera, también de papel o sonidos, que hay que tratar con una cierta deferencia.