Quentin Tarantino ahora también es novelista. Y este es el resultado

La primera novela de Quentin Tarantino es una versión expandida de su aclamada última gran película, ‘Érase una vez en Hollywood’. ¿Pero vale la pena leerla?

Quentin Tarantino rodará su primera serie. Foto: Guillaume Horcajuelo | EFE.

¿Por qué leer ‘Érase una vez en Hollywood’ si la película de Quentin Tarantino ya está en Netflix?

Seguro que la pregunta ya se la han hecho ustedes. En la era del déficit de atención, una novela de casi 400 páginas, como la que acaba de publicar Reservoir Books (no podía ser otra editorial), ya es un desafío para el lector-medio, y más cuando la película en la que se basa, escrita y dirigida por el mismo Tarantino, acaba de aterrizar en esa plataforma, donde no hemos podido evitar volver a disfrutarla (van tres).

Entonces, ¿qué? ¿Hay que ser fan a muerte? ¿Merece la pena? ¿Me la puedo llevar a la playa? Respondemos a estas y otras preguntas.

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Lo mejor de las películas de Quentin Tarantino es que las ha visto todo el mundo. Cualquiera que tenga un mínimo interés por el cine, se entiende (de hecho, haberse perdido alguna de ellas es una buena prueba del algodón: seguramente el cine te importa una m*****).

“Existe un grave peligro: toparse con un fan de Tarantino que, como todo el mundo sabe, son los más pesados del mundo”

Philipp Engel

Cuando el cine sale a colación, Tarantino siempre es un tema de lo más socorrido. Evita que nadie se sienta excluido de la conversación entre, por ejemplo, los padres de los niños del colegio, en un parque o cualquiera de esos no lugares en los que se detiene el tiempo.

Aunque también existe un grave peligro: toparse con un fan de Tarantino que, como todo el mundo sabe, son los más pesados del mundo. Quizás porque saben que tienen el público asegurado. Nada les detiene.

La obra maestra de Tarantino

Yo no soy fan de nada, ni de nadie, pero lo que quería decirles es que, para mí, Érase una vez en Hollywood, estrenada en el festival de Cannes de hace un par de años, cuando el mundo era un lugar muy distinto, es sin duda alguna la obra cumbre de Quentin Tarantino, su mejor película hasta la fecha.

A primera vista puede parecer una mera mezcla de Pulp Fiction y Malditos bastardos, pero es mucho más que eso, un compendio de todo su cine, llevado con una elegancia inaudita hasta el momento: una elegancia elegíaca que te despeina como si fuera la brisa del Pacífico, y que no sólo nos despide de los años 60, sino de cómo hemos visto y vivido el cine hasta el momento.

Quentin Tarantino sigue con la historia del Hollywood de fines de los ’60. Foto Art Streiber

Los pandémicos acontecimientos que siguieron no han hecho más que confirmarlo. Y Brad Pitt y Leo DiCaprio están inconmensurables, qué duda cabe.

También hay decir que a la crítica como a la cinefilia en general nos pierde, con toda lógica, las películas que hablan de cine, y Érase una vez en Hollywood es un ejercicio de cine dentro del cine desde todos los ángulos posibles e imaginables. 

Al rescate de detalles perdidos

Había que dejarlo claro, para informar al lector de que, de entrada, nos posicionamos como lectores ideales ante una obra como Érase una vez en Hollywood, que es en parte novelización de la película, pero siempre con variantes, y en parte alud de esas escenas eliminadas que, de haberse filmado, ocuparían varios discos extra en la edición de lujo del DVD, sólo para coleccionistas.

El libro es en parte novelización de la película y en parte alud de escenas eliminadas

Seguro que, en algún momento, al mismo Tarantino le atravesó el cerebro como una bala la duda: ¿No seré un caradura por presentar como mi primera novela una remanipulación de mi último guion, al que me he limitado a añadir todas las ideas que se me quedaron en el cajón y las que se me han ocurrido durante el proceso? Puede ser. Pero soy el p*** Quentin Tarantino: ¿Quién más podría hacerlo? Ahí le has dado, Quentin.

Con Bradd Pitt, Margot Robbie y Leonardo DiCaprio en Alemania. Foto Hayoung Jeon | EFE

Novelizar la película

En efecto, novelizar, en apariencia, su propia película es un gesto puramente tarantinesco –o tarantiniano, o como se diga–, una operación que sólo podría permitirse un cineasta postmoderno con un tan desmesurado amor por el reciclaje pulp, la cita constante y el autoguiño.

Y si probablemente no existe lector en el mundo capaz de leer esta novela sin que se le aparezcan los sonrientes rostros de DiCaprio o Pitt, cada vez que el narrador menta a ese actor venido a menos, Rick Dalton, y a su doble y amigo Cliff Booth, eso no supone obstáculo.

Al contrario, no hace más que añadir mayor goce a una lectura que se centra más en la amistad de estos dos que en el mundo paralelo de la familia Manson, sobre la que Tarantino ha añadido, comprensiblemente (ya que es la parte de no ficción y sobradamente documentada), mucho menos material a lo ya rodado.

Tarantino exprime la historia de su última película. Foto Nina Prommer | EFE

Escenas remanipuladas y reorganizadas

Como si se tratara de un remix a lo Pulp Fiction, la estructura ha cambiado y, aunque la novela empieza más o menos igual, el climático final de la película se reduce casi a una anécdota comentada de pasada alrededor de la página 111.

Las escenas copiadas y pegadas del guion nunca son totalmente calcadas, han sido siempre sometidas a un trabajo más o menos grande de manipulación, que a veces las lanza en nuevas direcciones.

Si el momento Bruce Lee no transcurre exactamente de la misma manera, no se ha reescrito para calmar los ánimos de su iracunda hija.

La novela sigue los pasos del personaje de Di Caprio. Foto Etienne Laurent | EFE

El sexo y la violencia, al no tener que ser representados gráficamente, son lógicamente más explícitos: la escena, por ejemplo, en la que Cliff mata a su mujer con un arpón de submarinismo, que en la película se resuelve con una elegante y graciosísima elipsis, aquí se desarrolla en un tono mucho más resueltamente cómico y gore.

El sexo y la violencia, en el libro de Tarantino, son lógicamente más explícitos

O el viaje en coche de Cliff con la más bonita de las chicas Manson, Pussycat (la pizpireta Margaret Qualey en la película), tiene una temperatura sexual mucho más elevada, llegando la chica a plantar su sexo peludo ante la cara del conductor, como si fuera un personaje de los Muppets. 

Detrás de los pasos de Cliff Booth y Rick Dalton

La novela, como decíamos, desarrolla sobre todo los personajes de Cliff y Rick. Entre otras cosas, también averiguamos cómo se conocieron, y eso es hilarante (tiene que ver con un lanzallamas). Booth, por su lado, se convierte en alguien mucho más sanguinario, con más asesinatos a su cargo de los que aparecen en la película, y a la vez en alguien mucho más cinéfilo: como si fuera una prolongación del autor, llega a meditar in extenso sobre Soy curiosa, el cine de Akira Kurosawa, o el proxenetismo galo de postguerra, entre otros muchos temas.

Con DiCaprio en la promoción en Japón. Foto Franck Robichon | EFE

Dalton es quizás más fiel a sí mismo, pero el director metido a escritor ahonda en su crisis existencial, llevándolo a protagonizar un final ultra-conmovedor y muy distinto a la película que, por supuesto, no se asusten, no revelaremos aquí. Lo hemos dejado todo limpito de espoilers.

La Enciclopedia Tarantino, sin fascículos

Tarantino aprovecha que Dalton es actor para destilar una parte considerable de su enciclopédico saber sobre la cara B de la Historia del cine, mezclando el alud de datos con ficción a veces de manera reveladora.

La participación de Rick Dalton en Confidencias de mujer (George Cukor, 1962), por ejemplo, nos puede hacer pensar que se inspiró, en parte, del casi homónimo Ray Danton para la creación del personaje. Cosas así.

¿Cuáles serán los próximos pasos de Tarantino? Foto Neil Hall | EFE

¿Es lectura de sol y playa?

Y respondiendo a la pregunta de si puede leerse con gafas de sol y granitos de arena saltando alegremente entre las páginas, la respuesta puede ser que sí, como que no, ya que también es bueno tener un dispositivo a mano, bien para comprobar datos, y descubrir cuando nos está tomando el pelo –no siempre está tan claro como en Malditos bastardos–, bien para escuchar las numerosas canciones que cita (todavía más que en la película), y que reactivarán nuestras ganas de vivir.

Ni que decir tiene que, además de recorrer filmografías reales e imaginarias, también se explaya sobre los DJs radiofónicos de esa época anterior al súper-sonido de los 70’s.

Los excesos son marca de la casa, al igual que el peor de sus defectos: la autocomplacencia, esa misma que, sabiéndose maestro de los diálogos, le llevó a encerrar en una cabaña a los personajes de un western, como si fuera una obra teatral de aficionados.

En este caso, tres páginas detallando los pormenores de un episodio de La Ley del revólver tambiénpueden resultar excesivas, pero de eso se trata, también. A Tarantino le divierte hacerse pasar por el más plasta de sus fans, como aquel que él mismo encarnó en un episodio de Four Rooms, el típico invitado con aliento a alcohol al que evitarás en tu camino hacia la nevera.

¿El principio de una carrera literaria?

Dada la extraordinaria singularidad de Érase una vez en Hollywood –la novela–, el futuro de Quentin Tarantino como escritor es difícil de predecir. Cuestión de estilo, como era de prever ha apostado por una tosca prosa pulp, pese a que el libro tiene casi el tamaño de Gran Novela Americana (otra de las deliberadas contradicciones del artefacto).

Un estilo tan extraplano que, a veces, resulta clamorosamente insuficiente, pero que brilla sobre todo cuando introduce los pensamientos de los personajes en la conversación, un recurso que en el cine es casi imposible de reproducir, y que en estas páginas logra incontables momentos de explosiva comicidad por el contraste entre lo que piensan sus personajes y lo que dicen, que son siempre cosas muy distintas.

Ya se sabe: Hollywood, el mundo de las apariencias. Los momentos de confusión interna de Rick Dalton son simplemente deliciosos.

El futuro de Quentin Tarantino como escritor es difícil de predecir

Parece ser que el acuerdo que Tarantino ha firmado con Harper Collins es para dos libros, aunque corre el rumor de que el segundo volumen podría recoger exclusivamente sus críticas cinematográficas, cosa que no sabemos si es buena o mala noticia, sobre todo a tenor de algunas de esas opiniones que le ha prestado a Cliff Booth: que si Antonioni es un fraude, que si Fellini no debería haber fichado a su mujer…

Pero, como todo el mundo sabe, una crítica de cine –como una crítica de cualquier otra cosa– no se valora tanto por su veredicto como por si el crítico es capaz de llevarnos, gracias a su estilo y argumentos, desde lo alto de la página hasta el punto final, independientemente de si coincidimos o no con él, que por algo somos todos distintos y tenemos distintas opiniones sobre todas las cosas. Así que, Quentin, hagas lo que hagas, aquí estaremos para recibirte. Te perdonamos tus defectos, porque nos haces reír. Y eso es lo más importante.

a.
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