La vuelta al mundo en 300 mapas

El libro 'Mapas-Explorando el mundo' viaja a través de toda clase de cartografías: históricas, estadísticas, países imaginarios, de navegantes y astronautas

Imposible evitar la fascinación cuando se contempla un mapa. Da igual qué parte del mundo detalle, de su fecha de realización o el concepto que explique. Cada uno tiene una historia, así como un objetivo, y estos se pueden explorar en la enciclopédica obra Mapas-Explorando el mundo (Editorial Phaidon), que presenta 300 ilustraciones que atrapan al lector.

Entre el arte y la ciencia

Como bien indica el cartógrafo John Hessler en el prólogo, un mapa es “en parte ciencia y en parte diseño artístico”. Quizás los planisferios actuales sean ascépticos en cuanto su estética, pero imposible no fascinarse con la belleza de los trazados medievales, o ver cómo un artista contemporáneo como Guillermo Kuitca usa grandes hojas de ruta para crear arte sobre colchones.

Los 300 mapas son de tierras reales e imaginarias, artísticos y precisos, propagandísticos o científicos

Este libro presenta los mapas con el mismo concepto con el que se mira: el orden lógico lo pone el lector.

Mapas-Explorando el mundo, de Editorial Phaidon. Foto: Editorial Phaidon

Mapas-Explorando el mundo, de Editorial Phaidon. Foto: Editorial Phaidon

Las representaciones saltan en el tiempo y el espacio. A lo sumo, se emparejan por ideas, como las capas de flujos históricos de lava del Vesubio, realizado en 1832, con un mapa que precisa el impacto de las inundaciones del huracán Katrina en Nueva Orleans en 2005.

Viaje por la historia de la cartografía

Es un viaje de 5.000 años en la búsqueda del hombre por representar un espacio, desde los grabados en piedra de la antigüedad hasta el mapa del corrimiento al rojo de las galaxias en el universo visible.

Mapa del Nilo de 1525, de Piri Reis. Foto: The Walters Art Museum

Mapa del Nilo de 1525, de Piri Reis. Foto: The Walters Art Museum

[Para leer más: Viaje por los mapas de metro del mundo]

En ellos se puede ver cómo generaciones de cartógrafos intentaron solucionar el problema de cómo trasladar la forma esférica de la Tierra en un plano, que derivó en representaciones como la tan popular de Gerardus Mercator que deforma las superficies polares y que muestra a Groenlandia más grande que África (cuando ese continente podría alojar a 14 islas de ese tamaño).

Mapa de 1844 de Edward Wallis con los atractivos naturales de Sudamérica. Foto: Daniel Crouch Rare Books

Mapa de 1844 de Edward Wallis con los atractivos naturales de Sudamérica. Foto: Daniel Crouch Rare Books

Mapas, ideología y religión

Es interesante ver los mapas bizantinos que tomaban al mundo conocido siguiendo las instrucciones de la Biblia (como la división de los países según la descendencia de Noé), los esbozos de Colón de las tierras americanas que había navegado pensando que era Asia, los que muestran a California como una isla y los que justificaban a los británicos de que su imperio debía dominar al mundo.

Los mapas también sirven como propaganda política, como los que muestran a los rifles soviéticos enfrentando a un gorila nazi con bigotes similares a los de Hitler pisando Europa, que se contrapone con una ilustración de 1877 del pulpo ruso que extiende sus tentáculos sobre los países del Este.

Mapa de Frederick W. Rose de la expansión rusa. Foto: Librería del Congreso de EEUU

Mapa de Frederick W. Rose de la expansión rusa. Foto: Librería del Congreso de EEUU

Están los mapas usados en el Desembarco de Normandía, de donde comer tacos en México, de la Primera Batalla del Marne, el que marca donde viven las estrellas de Hollywood, de las atracciones de Disneylandia, de un país imaginario del videojuego Minecraft y de la soñada Utopía de Tomás Moro.

Fin a la Terra incognita

Con la expansión de los GPS y gracias a Google Earth y otras herramientas ya casi no quedan rincones del mundo por cartografiar.

Juego de naipes de geografía, de 1840. Foto: Royal Geographical Society.

Juego de naipes de geografía, de 1840. Foto: Royal Geographical Society.

Esos espacios en blanco que precisaban la Terra incognita de los mapas medievales (y que persistió hasta avanzado el siglo XIX) ya están completos. Ahora queda la ciclópea tarea de explicar al mundo qué hay debajo de los oceános.

Gracias a las aplicaciones informáticas ahora cualquier persona puede crear su propio mapa, desde el recorrido de la bicicleta hasta de tiendas favoritas

De hecho ahora cualquiera puede hacer su propio mapa, como los que Google Maps ayuda a trazar con el recorrido de la maratón o el paseo en bicicleta; o de las apps que permiten crear una ruta de compras.

Parece humo de cigarrillo, pero es el río Willamette, en Oregon. Foto: Daniel E. Coe

Parece humo de cigarrillo, pero es el río Willamette, en Oregon. Foto: Daniel E. Coe

Mapas de datos

La concepción clásica del mapa se aleja de la traslación de un espacio de la Tierra y se expande a representaciones de datos, como los que grafican el uso de Facebook o Twitter o la expansión de la epidemia del ébola siguiendo los recorridos de los móviles.

En este sentido, uno de los más bellos es el mapa del conectoma humano, que plasma en colores las conexiones neuronales del cerebro.

[Para leer más: What3words: el mapa para viajar mejor que te puede salvar la vida]

Al final del libro hay, si alguien busca un recorrido cronológico, una descripción histórica de la cartografía que se enlazan con las ilustraciones presentadas. Pero esa es una ayuda para el obsesivo por el orden, porque lo bonito de Mapas-Explorando el mundo es saltear entre las páginas y ver cómo la humanidad buscó la manera de explicar en una tabla de arcilla, pergamino, papel o pantalla de ordenador lo que veía a su alrededor. O que se imaginaba como sería.

Sí, el cerebro también tiene su mapa. Foto: Laboratory of Neuro Imaging and Martinos Center for Biomedical Imaging

Sí, el cerebro también tiene su mapa. Foto: Laboratory of Neuro Imaging and Martinos Center for Biomedical Imaging

 

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