‘Catañoles’, retrato de una mayoría social invisible

El catedrático de Psiquiatría Adolf Tobeña disecciona en un nuevo ensayo publicado por ED Libros la realidad social surgida en Cataluña durante el ‘procés’

Rufián y Arrimadas durante la investidura de Pedro Sánchez. Foto: Juan Carlos Hidalgo | EFE.

En el procés catalán, el lenguaje se ha revelado como un campo de batalla de gran interés estratégico. “Derecho a decidir”. “Unionismo”. “Equidistantes”. “Ñordos”. “Lazis”. Expresiones cargadas de ideología que han demostrado su utilidad a la hora de fijar marcos mentales y vehicular determinados relatos políticos.

El diccionario del procés incorpora ahora un nuevo término: catañoles. Éste es el vocablo escogido por Adolf Tobeña, catedrático de Psiquiatría en la Universidad Autónoma de Barcelona, para referirse a los ciudadanos de identidad dual que, en menor o mayor grado, acarrean ingredientes mestizos, catalanes y españoles.

El análisis de este sector de la población catalana constituye precisamente el eje del nuevo libro de Tobeña, Catañoles. Una obra que llega a las librerías de la mano de ED Libros, sello dirigido por el editor Fèlix Riera que ya cuenta en su catálogo con otros títulos del mismo autor, como La pasión secesionista, Neuropolítica y Talento desperdiciado.  

Sector mayoritario

Como explica el propio Tobeña a Tendencias, la génesis del nuevo ensayo se sitúa en una serie de estudios sobre las características de la población catalana que este divulgador científico realizó en colaboración con los profesores Albert Satorra y Josep Maria Oller.

Según los datos estadísticos, los catalanes que manifiestan una identidad dual se sitúan entre el 63 y el 68%, una inmensa mayoría que, sin embargo, ha quedado fuera de las esferas de influencia

A través del análisis minucioso de los datos estadísticos, Tobeña y sus colegas comprobaron que los catalanes que manifestaban una identidad dual se situaban entre el 63 y el 68%. Es decir, un sector de la población “enormemente mayoritario”. Y que, sin embargo, fue arrollado por el empuje del movimiento secesionista.

Para identificar y dar visibilidad a esta franja de la población, ninguneada durante el gran parte del procés, Tobeña decidió rescatar un término empleado desde hace décadas por algunos lingüistas. Catañol. La palabra que define —con cierto desdén— la mezcla de catalán y castellano hablada en numerosos rincones de Barcelona y su área metropolitana.

Condición identitaria

¿Y quiénes son los catañoles, según Tobeña? Como recalca el autor en las primeras páginas del ensayo, todos aquellos que, “en su fuero interno, se saben y se reconocen deudores del aire, del entorno y de la multitud de ingredientes y variantes de la tradición hispana”. La catañolidad es, pues, una condición identitaria, no política. Y por ello, recalca Tobeña, catañol no debe ser utilizado como sinónimo de unionista o constitucionalista. Su alcance es más amplio.

Para ilustrar el concepto de catañolidad, Tobeña no duda, con un espíritu juguetón, en echar mano en uno de los capítulos del libro de la cantante Rosalía, a la que califica de “catañola de arriba abajo”. Una “joven híbrida, desacomplejada”, que conquistó el panorama musical mundial mientras el procés atravesaba una de sus fases más turbulentas.

Obviamente, Tobeña también encuentra ejemplos de catañolidad en el ámbito político. Así, el autor dedica otro capítulo a Inés Arrimadas y a Gabriel Rufián, quienes, a su juicio, encarnan, mejor que nadie, “la profundidad de la trinchera doméstica que se ha excavado en Cataluña”.  Dos figuras de ideas antagónicas, pero unidas por su identidad mestiza. Al igual que Ada Colau y Manuel Valls, caras contrapuestas de una ciudad, Barcelona, que es objeto de otro de los apartados del ensayo.

Según Tobeña, son ‘catañoles’ desde la cantante Rosalía a Inés Arrimadas y Gabriel Rufián, pasando por Ada Colau y Manuel Valls

Y es que, según Tobeña, la capital catalana constituye “el verdadero crisol de catañoles”. En ella, destaca el autor, se ha fusionado el estilo “impregnado de contemporaneidad y discreta elegancia” de las élites burguesas con “la contribución irrefrenable de los estratos neocharnegos mejor instalados”. Desafío perenne al potente imán de Madrid, Barcelona emerge de esa forma como “el estandarte de una cultura diferente”. Desde esa visión, se explica que alguien como Valls se atreviera a sustituir el sueño del Elíseo por su aventura en el ayuntamiento barcelonés. 

Evolución del procés

De tono irónico y desenfadado, los pasajes del libro dedicados a catañoles ilustres se alternan con apartados de corte más académico y objetivo en los que Tobeña muestra su bagaje científico.

Valiéndose del análisis de los datos electorales y, sobre todo, de los sondeos realizados por el Centro de Estudio de Opinión de la Generalitat, el autor del ensayo aporta una perspectiva global del procés y traza la evolución de la sociedad catalana en la última década.

Adolf Tobeña es el autor de este ensayo sociopolítico. Foto: Economía Digital.

Las estadísticas desmenuzadas por Tobeña demuestran que la brecha entre los que se consideran exclusivamente catalanes y los que se reconocen en una identidad dual es reciente, y aparece como consecuencia de “la polarización brusca” en la cuestión de la independencia. Asimismo, se constata que el sector de población que se identifica con el independentismo recalcitrante no sobrepasa el 24%. Una exigua minoría que, aun así, ha logrado en los últimos años monopolizar la agenda política y las esferas de influencia pública.

Entre la desazón y la esperanza

En este contexto, los denominados catañoles se han visto orillados “en la periferia de la imagen pública de Cataluña, cuando no en la silenciosa marginación”. Una invisibilidad atribuible no sólo a las habilidades propagandísticas del independentismo, sino también, denuncia Tobeña, a la dejadez de los sucesivos Gobiernos españoles.

El legado del procés es, según se desprende de la lectura del libro, funesto: una división social “que discurre, en esencia, por una frontera etnolingüística no sellada”.

Sin embargo, Tobeña encuentra motivos para la esperanza en el propio concepto en torno al que gira su ensayo: los catañoles. La emergencia de una figura que represente a este sector mayoritario de la población catalana podría ayudar a minimizar fracturas y reorientar un conflicto que, tras la irrupción del coronavirus, se adentra en una fase repleta de interrogantes.

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