Las mejores rutas para descubrir la España vacía

Una guía propone 23 recorridos por las regiones más solitarias de España, dueñas de una gran diversidad de paisajes, tradiciones y gemas históricas

El curioso Meandro de Melero, en Las Hurdes. Foto Shutterstock

Hay una España fuera de los radares turísticos, de mesetas y cañones, de dehesas y montes, donde muy de vez en cuando uno se cruza con un tractor o pasa cerca de un pueblo acurrucado en la falda de una sierra.

Son rincones que ofrecen “estampas de una vida rural que creíamos desaparecida”, dice Francesc Ribes, autor de la interesante y completa guía Rutas para descubrir la España vacía, publicado por Anaya Touring.

Portada de ‘Rutas para descubrir la España vacía’. Foto Anaya Touring

Las grandes regiones despobladas de España

Ribes describe con pasión de viajero incansable 23 rutas por dos grandes corredores de la Península: la Serranía Celtibérica y la Franja Céltica.

Barranco de la Hoz, en Gualajara. Foto Francesc Ribes

La primera es la cadena que va desde Burgos y La Rioja hasta Castellón y Valencia, tocando las provincia de Cuenca, Soria, Teruel y Guadalajara.

La segunda se extiende entre la frontera española y la de Portugal, desde Ourense hasta Badajoz.

Ribes describe con pasión de viajero incansable 23 rutas por dos grandes corredores de la Península con una mínima presencia de habitantes: la Serranía Celtibérica y la Franja Céltica.

¿Qué tienen de particular estas regiones? Su despoblación. Ribes recuerda que su densidad es de ocho habitantes por km2, y los que hay, en su gran mayoría superaron los 50 años.

Puente de los Machos en Ovejuela, Extremadura. Foto Martin Red – Shutterstock

Parajes misteriosos y sugerentes

El dato estadístico de la despoblación y el envejecimiento se contrapone con la belleza de estos paisajes “de nombres sugerentes y casi misteriosos”, dice, como las Sierras de Francia (en Salamanca), la Siberia extremeña, los Montes Universales (entre Aragón, Guadalajara y Cuenca) o las Bardenas Reales (Navarra).

Son regiones de soledad hasta donde alcanza la vista, de una belleza única que va desde el paisaje desértico de Los Monegros a los precipicios de Los Cameros y el Parque Natural Sierra de Cebollera (La Rioja), la complicada orografía de Monfragüe en Extremadura, los aromáticos campos de lavanda de La Alcarria (Guadalajara) o el Cañón del Duero a la altura de Zamora.

Monasterio de Monsalud, en Castilla-La Mancha. Foto Francesc Ribes

Rumbo a la aventura

Hay muchos parques, zonas protegidas, naturaleza por doquier, pero también un importante patrimonio histórico que se traduce en ermitas románicas, monasterios, iglesias medievales, palacios renacentistas, murallas árabes o cristianas.

Y sin dejar de lado el encanto de llegar a pueblos detenidos en el tiempo, donde la vida transcurre como puede entre sus escasos habitantes.

Ribes advierte que todos los destinos propuestos son para descubrir en coche, atravesando carreteras secundarias o caminos de tierra.

Los destinos podrán ser remotos y aislados a kilómetros a la redonda, pero el autor tampoco olvida que la pasión por la aventura se compensa con la comodidad, y en los pueblos repasa los hoteles y restaurantes a disposición del viajero, donde se ofrecen servicios como wifi, cada vez más elemental.

Salto del Gitano, en Monfragüe, Cáceres. Foto Abriendomundo – Shutterstock

Todos los destinos propuestos son para descubrir en coche, atravesando carreteras secundarias o estrechos caminos de tierra

Cada una de las rutas describe un recorrido de varios puntos a tener en cuenta, pensado para los amantes del slow travel, que están dispuestos a realizar cuantas paradas sean necesarias para fotografiar un buitre, probar unos dulces en un pueblo, visitar un claustro o contemplar el reflejo de los árboles en un pantano.

Cada recorrido es sazonado con detalles de la gastronomía o la historia local, así como apuntes de las fiestas locales.

Yanguas, en las Tierras Altas de Soria. Foto Francesc Ribes
Yanguas, en las Tierras Altas de Soria. Foto Francesc Ribes

La belleza está cerca de casa

Estos destinos muchas veces han sido ignorados por el viajero español, que se ha fascinado con viajar por las soledades de la Patagonia, el exotismo de los cañones de Colorado o la frondosidad de la Selva Negra alemana, y olvidaba que a un puñado de kilómetros de su hogar podía encontrar sitios igual de fascinantes.

Pero la pandemia ha cambiado las reglas del juego turístico, y los paréntesis que ha dejado el coronavirus con la movilidad fue aprovechado por miles de españoles que, en su coche o en una caravana, se lanzaron a transitar cientos de kilómetros por su propio país con rumbo desconocido.

Callejones de las Majadas, en Cuenca. Foto Francesc Ribes

“Este libro aspira a fomentar la ilusión por descubrir tierras (demasiado) desconocidas y que, con frecuencia, no están lejos de nuestra casa”, dice Ribes.

Esa es la España vacía que está esperando ser descubierta.

a.
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