El día que Camarón doblegó a un narco y otras historias de la Barcelona mestiza

En ‘La vida no regalada’ el activista y compositor Luis Cabrera recorre su vida en clave de ficción entre la inmigración de Andalucía, los movimientos sociales y el duende del flamenco

¿Cómo presentar a Luis Cabrera? Este andaluz de nacimiento y catalán por adopción fundó una de las escuelas de música más importante de Barcelona, es compositor, tiene un largo pasado de activista social y vecinal y es autor de dos ensayos clave para comprender la inmigración del sur español en Barcelona.

Amigo de Enrique Morente y Tete Montoliu, descubridor de talentos como Miguel Poveda, Mayte Martín y Rosalía, su vida merecía una novela. O tres.

Entre la ficción y la realidad

La vida no regalada (Roca Editorial) es una ficción, sí, pero el trasfondo y muchas de las historias de sus páginas son reales.

Lorenzo Almendro, el alter ego de Cabrera, es un niño que llega desde el imaginario pueblo de Zimbra, en las sierras de Jaén, de la mano de su familia que huía de una Andalucía pobre y lastrada por la posguerra a una Barcelona que no sabía como contener el aluvión inmigrante.

La familia de Lorenzo Almendro huía de una Andalucía pobre y lastrada por la posguerra a una Barcelona que no sabía como contener el aluvión inmigrante

El relato cronológico refleja la dura vida de los campesinos antes, durante y después de la Guerra Civil, y el difícil desafío de las familias inmigrantes que se instalaban, como podían, en los barrios de orografía imposible del norte de Barcelona.

Por allí desfilan las pandillas callejeras, las fiestas populares en una y otra tierra, el surgimiento de las asociaciones vecinales y la agitación política ante el franquismo.

Portada de ‘La vida no regalada’, de Luis Cabrera. Foto Roca Editorial

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El duende del flamenco

Mientras Almendro crece, de fondo suena esa música que encarnaba la nostalgia andaluza, hechizo que le lleva a crear la Peña Folclórica Enrique Morente, mientras otros dioses del panteón de guitarras, palmas y cajón como Camarón emergen como figuras tan ricas que parecen de leyenda.

Cabrera dice recurrió a un personaje de ficción para escribir en tercera persona “porque me da más libertad”, y así evitar registrar el pasado con precisión notarial. “Hay muchas experiencias que he vivido, pero son como cuando visitas una exposición o vas a un concierto y años más tarde no recuerdas todo, sino las sensaciones que has tenido”, señala a Tendencias Hoy.

Luis Cabrera es uno de los fundadores de la escuela Taller de Músics, en Barcelona. Foto JP Chuet-Missé

Toques de realismo mágico

Algunas de las historias son fantasías, que incluso rozan el realismo mágico, como los dos primos andaluces que pelearon en un trigal y se decapitaron mutuamente.

En otras la leyenda se confunde con la historia, como la niña que milagrosamente vuelve a la vida frente a la figura religiosa del Santo Custodio, suceso “que mi padre juraba que lo vivió”.

Cuando los narcos se rindieron ante Camarón

Pero otras fueron reales, y no sería raro calificarlas de surrealistas. Una de las más fascinantes es cuando Almendro / Cabrera contacta a un jefe narco, quien le promete que quitará a sus camellos del barrio del Raval, castigado por la heroína a principios de los ’80, si conoce a Camarón, “un genio de los que nace uno cada 300, o 1.000 años”, recuerda con devoción.

Cabrera describe cómo un jefe narco dejó de traficar en el barrio del Raval cuando cumplió su sueño de conocer a Camarón

El protagonista logra el encuentro, el jefe mafioso cumple su palabra, y a los pocos días se dejaron de ver trapicheos, yonquis y jeringas en las calles.

El espíritu del flamenco encarnado por Enrique Morente. Foto Alberto Morante | EFE

Cuatro décadas más tarde, Cabrera cree que es imposible que algo así vuelva a suceder, sobre todo en un barrio donde la venta de drogas se ha reconvertido en una especie de narcoturismo, describe.

Otra historia, tan real como rocambolesca, es cómo los vecinos de Nou Barris, que viven en cuestas que parecen imposibles para las piernas, secuestraron autobuses a mediados de los ’70 y los obligaron a subir por sus calles para demostrar a la compañía de transportes que sí podían llegar donde los directivos se negaban.

Torturas, enemigos y desafíos

A través de su personaje ficticio Cabrera recuerda cuando sufrió torturas y estuvo una semana preso tras unas protestas políticas, y en que tenía el orgullo suficiente para exigir confesar en catalán. La respuestas de los grises, en pleno franquismo, no era precisamente suave.

La misma actitud de rebeldía la tuvo en el servicio militar, en Murcia. “Era 1976, Franco había muerto hacía pocos meses pero no habían quitado la foto de los cuarteles. Como el catalán (a los oficiales) les ponía nerviosos, yo me expresaba con los de mi generación en ese idioma”, cuenta.

No es que haya buscado la confrontación como forma de vida, pero a sus 67 años Cabrera dice “mis enemigos han creado anticuerpos para que siempre me recupere, con lo que al final les estoy agradecido”.

El libro retrata la dura vida de los inmigrantes andaluces. Foto EFE

El espíritu del sur

Los últimos capítulos se centran en la inmersión de Almendro en el mundo del flamenco, las juergas y noches de música y alegrías con Camarón y Morente, en donde también se revela que en algunos casos, como Montoliu, el talento no iba de la mano con ser una buena persona.

Sin embargo Cabrera pasa de puntillas por la creación de Taller de Músics, una escuela formada a fines de los ’70 que fue (y es) clave en el fomento del cruce de culturas en una ciudad mestiza como es Barcelona.

“Ya llegará, siempre hay secuelas”, adelanta. Según precisa el autor, el manuscrito original de La vida no regalada llegaba a las 900 páginas, de las que editó un tercio para publicar el libro.

Recuerdos en blanco y negro de Barcelona. Foto EFE

El segundo volumen se centraría en la historia de un taxista, tío de Almendro, donde el joven protagonista investiga su extraña muerte y se encuentra con un panorama de silencios y conspiraciones que llegan hasta los tradicionales poderes de la iglesia.

Cabrera tiene intenciones de publicar otros dos volúmenes que siguen las líneas de ‘La vida no regalada’, con historias de inmigrantes cuyas vidas se forjaron en el esfuerzo

Y el tercero giraría en torno a las conversaciones que Almendro tiene en una boda con sus primas, “mujeres que han sido mulas de carga, que trabajaron toda su vida limpiando casas de postín, que no pudieron ir a la escuela y que no tienen ni pensión. Esta es otra realidad de la sociedad catalana que se ha ocultado”.

De eso se trata La vida no regalada: recordar cómo cientos de miles de españoles llegaron a Barcelona buscando una vida mejor y moldearon una identidad de cruce de culturas, idiomas y costumbres que muchos, todavía hoy, pretenden negar o ignorar; como quien quiere tapar el sol con una mano.

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