La escritora que entró en la madriguera del conejo

Joyce Carol Oates, reciente ganadora del premio Pepe Carvalho otorgado por el festival BCNegra, publica ‘Delatora’ y reedita ‘Blonde’

El primer libro que Joyce Carol Oates leyó fue Alicia en el país de las maravillas. Se lo regaló una de sus abuelas y, cuando lo abrió, descubrió un mundo lleno de violencia. Donde otros niños encontraban personajes divertidos y situaciones hilarantes, ella veía animales adentrándose en grutas secretas, niñas ahogándose en mares de lágrimas y reinas ansiosas de cabezas decapitadas.

En aquel entonces, Carol Oates tenía nueve años y vivía en una granja. Su familia era pobre, sus padres no habían terminado la secundaria, no había libros en casa. Pero ella quería leer y escribir, así que imitaba a los adultos cogiendo un lápiz y un papel, y fingiendo que anotaba cosas. En verdad, sólo hacía garabatos. Hoy, convertida en una de las escritoras más importantes del planeta, sigue concibiendo la escritura como una forma de entrelazar dibujos.

‘Blonde’

Joyce Carol Oates ha cumplido los 82 años y todavía no ha recibido el Premio Nobel. Hay quien dice -no sin retintín- que no se lo han dado porque los académicos suecos no encuentran tiempo para leer toda su obra. Son más de 150 títulos, repartidos entre novelas, cuentos, ensayos, poemas, obras de teatro, artículos y sabe Dios cuántos otros géneros. Algunos de esos libros ya son clásicos contemporáneos. Por ejemplo, Blonde, la biografía ficcionada de Marilyn Monroe que ahora rescata la editorial Alfaguara.

No son pocos los críticos opinan que es su mejor libro, pero lo cierto es que tiene competencia: Sobre el boxeo, Violación, La hija del sepulturero

La vastísima obra de Joyce Carol Oates incluye más de 150 títulos entre novelas, cuentos, ensayos, poemas, obras de teatro y artículos

Personalmente, y si me lo permiten, recomiendo Puro Fuego, una ficción sobre un grupo de chicas que, a finales de los 50, deciden formar una banda y reparar las injusticias del mundo. Las injusticias, cómo no, las cometen los hombres. Las adolescentes quieren vengarse y en el barrio todo el mundo se escandaliza. Es una historia de liberación, una historia de empoderamiento, una historia también de dolor.

Premio Pepe Carvalho

Pero ahora, además del rescate de Blonde, Joyce Carol Oates publica una nueva novela: Delatora (Alfaguara). La protagonista es una mujer que recuerda los acontecimientos que se sucedieron en su casa cuando, a la edad de doce años, denunció a sus hermanos. Esos chicos habían matado a un niño afroamericano y, tras pensárselo mucho, ella decidió delatarlos. Su familia le dio la espalda. Había traicionado a los suyos, no merecía compartir su mesa, mejor darle la espalda. En cuanto al muchacho asesinado, bueno, eso era secundario.

La escritora acaba de sumar a su larga lista de premios el Pepe Carvalho de novela negra que se concede en el marco de la BCNegra

Joyce Carol Oates recibió la semana pasada el premio de novela negra Pepe Carvalho, concedido anualmente en la BCNegra. El comisario del festival, Carlos Zanón, destacó en su discurso que tal vez la neoyorkina no fuera una escritora de género en el sentido estricto de la palabra, pero que la violencia que tiñe sus novelas, así como la atención que presta a los dramas que se suceden a nuestro alrededor, la hacía merecedora de una estatuilla que, dadas las circunstancias sanitarias, tuvieron que enviarle por correo.

Al parecer, el galardón no llegó a tiempo. Las autoridades aduaneras decidieron retenerlo y la autora agradeció por streaming un premio que en verdad no tenía.

De violencia y de poesía

Luego mantuvo una charla con la periodista Anna Guitart y dijo que lo que a ella le interesa es la violencia real, no la abstracta, sino aquella que afecta a personas corrientes y molientes, que se vive en el seno de las familias pero nadie señala, que destruye el tejido social con su constante goteo.

También habló del sufrimiento, de la depresión en la que cayó tras la muerte de su marido Charlie Gross y de las dificultades para superar ese dolor. Explicó que, durante la enfermedad, no pudo leer, ni escribir, ni hacer deporte.

Pero luego añadió que la poesía la salvó. Porque la poesía, dijo, va a la esencia de las cosas. Y la esencia de las cosas es lo que desaparece cuando todo se vuelve oscuro.

a.
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