‘El enemigo de las rubias’: un homenaje (ilustrado) a Hitchcock

El diseñador Abe The Ape recorre la filmografía y actrices fetiches del primer ‘director estrella’ a través de ilustraciones mitad elegantes, mitad irónicas

Ilustración los pájaros Abe The Ape | Lunwerg.

Dice Abraham Menéndez aka Abe The Ape que “en tiempos del MeeToo Hitchcock habría sido defenestrado, desterrado y ninguneado, y habríamos perdido con ello algunas de las mejores películas de todos los tiempos”. Reconoce este diseñador que lo mismo firma platos decorativos que papeles pintados o ilustraciones para Dior, Chanel, Sisheido o Perrier, que el director “no pasaría ni el primer filtro de cualquier comisión biempensante” y, sin embargo, basta un fotograma de Vértigo para redimirle de todos sus pecados.

“No están los tiempos para demonizar a la gente con talento. Tampoco hay tanta” sostiene en su primer libro, El enemigo de las rubias (Lunwerg), dedicado precisamente al director londinense en cuya figura queda patente “que genialidad y moralidad rara vez van parejas”.

Dibujante como él -según explica en su web Abe The Ape su máxima aspiración pasa por “ganarse la vida haciendo sus cositas y que sus padres por fin vean que eso de dibujar es algo más que una cuestión de vagos y maleantes”-, Menéndez rinde con esta obra un sentido homenaje al hombre que supo plasmar en imágenes conceptos perturbadores como la necrofilia, el fetichismo y la represión sexual a través de unas películas noir que ya forman parte de la historia del cine.

Actrices fetiche, filmografía, influencias o el papel de miembros de su equipo como su mujer Alma Reville en sus películas se desgranan en un libro repleto de ilustraciones elegantes y con un marcado estilo vintage.

Director estrella

Nacido en Londres en 1899 y marcado por una estricta educación católica -haber estudiado con los Jesuitas es algo que Menéndez también comparte con el cineasta- Hitchcock destacó pronto por sus dotes como ilustrador, habilidad que le sirvió para rotular los carteles de diálogos de películas mudas. Una valiosa experiencia que, después, le serviría para dibujar más de 100 ilustraciones llenas de ángulos de cámara y expresiones faciales para la que sería su primera película: El jardín de la alegría.

«Hitchcock era consciente de su imagen, pero odiaba explicarse. La gente críptica es infinitamente más interesante»

Abe The Ape

Más adelante, convertido ya en un director estrella -el primero, según el autor de El enemigo de las rubias– capaz de convertir en oro todo lo que tocaba, podía volcarse en crear una película sobre el papel estudiando cada plano, cada problema técnico y sus soluciones. Incluso si la aborrecía. O quizás, precisamente por ello. “Una vez terminado, consideraba que estaba todo hecho. El rodaje era una mera formalidad”.

La ventana indiscreta. Ilustración: Abe the Ape | Lunwerg.

Tras “un montón de películas mediocres” llegaron sus grandes hitos británicos: El hombre que sabía demasiado (primera versión), 39 escalones, El agente secreto, Sabotaje, Inocencia y juventud y Alarma en el expreso. También sucumbió al poder del dólar, lo que le abriría las puertas de la verdadera gloria.

Y, entonces, “aquel niño gordo y reprimido se hizo famoso”. Alfred, argumenta, Menéndez, “era consciente de su imagen, pero odiaba explicarse. La gente críptica es infinitamente más interesante. Siempre dijo que la crítica le importaba más bien poco.Solamente el público. No lo creo, pero su interés por entretenernos se lo agradeceré siempre”.

Enemigo de las rubias

A lo largo de las 216 páginas del libro desfilan las actrices fetiche de este “imperturbable, cínico, misógino, machista, reprimido, ambiguo y genial” director. Mal asunto para las rubias, al menos en la ficción, como Joan Fontaine, hermana aunque mal avenida de Olivia, que logró hacerse con el papel protagonista de Rebeca, la primera cinta americana de Hitchcock. Consiguió una nominación al Oscar, que lograría con su siguiente película con el director solo un año después: Sospecha, lo que la convierte en la única actriz que logró una estatuilla por una película de Hitchcock.

Carole Lombard. Ilustración: Abe the Ape | Lunwerg.

Carole Lombard, la actriz cómica favorita de Norteamérica, la mejor pagada y una verdadera influencer de la época, fue otra de ‘sus rubias’. Fue ella quien logró que Hitchcock dirigiese Matrimonio original, su única comedia pura en una filmografía que, no exenta de humor, destacó más bien por el suspense y la muerte.

Madeleine Carroll fue otra de las que personificó el ideal de mujer del cineasta: a saber, de maneras calculadas, poco empática y altiva que, de puertas para adentro, se mostraba sexual y cercana. Porque Hitchcock, apunta Menéndez, pensaba que “las mujeres morenas poseían una belleza más terrenal, mucho más vulgar, pero que las rubias escondían secretos. Muñecas rusas. Bolsos cerrados”.

Doris Day, Eva Marie Saint, Grace Kelly, Ingrid Bergman, Janet Leigh, Kim Novak, Marlene Dietrich, Tallulah Bankhead, Tippi Hedren y Vera Miles completan este particular elenco.

Tippi Hedren. Ilustración: Abe the Ape | Lunwerg.

La pandilla

Entre la gente que rodeó al director, el autor destaca a Alma Reville, que no era rubia, pero sí esposa, guionista, montadora y, en general, pieza clave en la filmografía de Hitchcock que, pese a participar en más de 50 de sus proyectos, solo aparece en los créditos de 16. ¿Hemos comentado ya que Hitchcock era un narcisista engreído y egoísta?

Menéndez aprovecha también para reconocer el talento de la diseñadora de vestuario Edith Head, el compositor Bernard Herrmann y Robert Burks, el talentoso director de fotografía que abandonó la Warner Brothers para trabajar con el inglés en la Paramount con quien firmó obras maestras como Los pájaros.

Alma Reville y Hitchcock. Ilustración: Abe the Ape | Lunwerg.

Filmografía

A través de sus ilustraciones, Menéndez repasa también las películas icónicas del director como Rebeca, Psicosis, 39 escalones, Extraños en un tren, Con la muerte en los talones, Frenesí, Crimen perfecto, El hombre que sabía demasiado o La ventana indiscreta, entre tantas. Y como conclusión, por si no había quedado claro: una reflexión: “La historia está llena de seres indignos cuyos talentos mitigan en gran medida su ausencia de bondad”. Pues ya estaría.

Psicosis. Ilustración: Abe the Ape | Lunwerg.

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