Las aves, las eternas musas del arte

Desde las pinturas rupestres a los pixeles, las aves han sido una constante fuente de inspiración para el arte. Volamos por siglos de cultura para descubrirlas

Un ave con una docena de aves, ilustración de Milton Glaser. Foto Editorial Phaidon

Desde las pinturas rupestres a los pixeles, las aves han sido una constante fuente de inspiración para el arte. Volamos por siglos de cultura para descubrirlas

“Lo único que tienes que hacer para ver un ave es levantar la cabeza”, dice Katrina van Grouw, una conocida ornitóloga, ilustradora y escritora británica. Estos seres emplumados, indica, no solo se han adaptado a todos los climas y biomas, sino que muchas especies comparten espacios con los humanos desde hace miles de años.

Hay más de 10.000 especies de aves frente a los 5.800 de los mamíferos, y desde los albores de la civilización la humanidad siempre ha estado fascinada por su presencia. Ya sea por el despliegue de sus plumajes, los sonidos de sus cantos o por la envidia al verlos volar.

Así lo explica esta especialista en el prólogo del libro Bird. Exploring the Winged World (Ave. Explorando el mundo alado) de la editorial Phaidon, una ambiciosa edición que vuela por miles de años de cultura de la mano de estos animales. O dicho de otra forma: cómo desde tiempos prehistóricos los pájaros han inspirado el arte de los pueblos.

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Las aves, presentes desde tiempos inmemoriales

En el libro se presentan 300 ilustraciones con las diferentes representaciones de aves, desde petroglifos de Australia de hace 14.000 años y ánforas pintadas del siglo V a.C. en Grecia a impactantes fotografías (como las del frailecillo en vuelo de Rob Cottle o la colonia de miles de flamencos rosados de Yann Arthus-Bertrand), esculturas y otras muestras de arte moderno como el gigantesco pato de goma flotando en Hong Kong de Florentjn Hofman.

Picasso, Manet, Kahlo y Magritte han sido algunos de los grandes artistas que han tomado a las aves como fuente de inspiración

En ese arco de siglos se encuentran elaborados dibujos de aves en manuscritos medievales, numerosas ilustraciones de estudios de naturalistas y libros de biología cuando la mano era el único método para representar cuerpos, plumas y picos, y pinturas barrocas con divertidas licencias artísticas.

Bestiario de Aberdeen, del año 1200. Foto: Editorial Phaidon

Grandes artistas y los pájaros

Pablo Picasso y su paloma de la paz, los retratos de Frida Kahlo rodeada de aves tropicales, el estudio de un cuervo de Édouard Manet, los vuelos de las golondrinas de Giacomo Balla, la gallina melancólica de René Magritte, las aves dentro de un ave de Milton Glaser y el búho rojo de Max Ernst son algunas muestras de grandes talentos que han buscado reflejar la belleza y gracia de estas criaturas emplumadas.

‘Sinfonía de aves’, de Christian Lacroix Maison. Foto: Editorial Phaidon

Las aves han inspirado figuras de dioses antiguos, como se ve en numerosas piezas y grabados del Antiguo Egipto; han sido íconos publicitarios como el tucán de la cerveza Guinness o el pingüino del grupo editorial Penguin; y un águila en la Luna (¡!) ha sido el símbolo de la misión Apolo 11.

Estos seres han sido la excusa para crear exclusivas joyas como los huevos de Fabergé o los aretes de oro de Harry Emanuel con cabezas azul intenso de mieleros. Y también cerámicas esmaltadas de dudoso buen gusto pero tan populares en el siglo XIX.

Las imágenes mantienen un sutil diálogo de página a página. Foto: Editorial Phaidon

Diálogo entre las aves y el arte

Cada una de las ilustraciones tiene una ficha técnica que detalla las características de la pieza, que mantiene un diálogo con su vecino de página.

Cada una de las ilustraciones mantiene un diálogo con su vecino de página

El punto de unión es un detalle sutil, que queda a criterio del lector encontrarlo. Puede ser por la representación de un aleteo agitado, como la ilustración de Utagawa Hiroshigue (Japón, 1856) con el óleo de Bruno Liljefors de un búho atacando a un urogallo.

Quizás dos ilustraciones del siglo XVIII de vuelos en picado, como el de un faetón colirrojo de Sydney Parkinson con la de un petrel azul de Georg Froster.

Uno de los huevos de Fabergé. Foto: Editorial Phaidon

O puede ser los dos gallos que se desafían: a la izquierda, una escultura en papel de Hoang Tien Quyet, y a la derecha un barroco pendiente de oro, perlas y rubíes revestidos en esmalte, del 1600.

Además de este despliegue de arte y naturaleza, las últimas páginas realizan un recorrido cronológico de la presencia de las aves en las artes, desde la aparición de pinturas rupestres hace 36.000 años en Australia hasta el pajarito azul de Twitter en 2001.

En ese arco histórico está la fascinación humana por esos bípedos con alas, cuya libertad al volar ha sido reflejada de una y mil maneras.

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