‘El colapso’ contado por los creadores de la serie

La profética serie, que ha dado mucho que hablar en este verano apocalíptico, está inspirada en la colapsología, un movimiento que causa furor en Francia

La serie (profética) que más ha dado que hablar este verano. Foto: Filmin.

Como sabemos de sobra, la crisis del coronavirus no es sólo sanitaria, sino también económica –todas esas persianas bajadas–, y amenaza con convertirse también en la crisis de la enseñanza, entre otras. Imposible no ver reflejados nuestros miedos en una ficción que, de la manera más realista posible, nos advierte de un encadenamiento de desastres. Hablamos con Guillaume Desjardins, Jérémy Bernard y Bastien Ughetto, responsables de El colapso, que pueden verse en Filmin. 

Máximo riesgo

El trío de realizadores conocido como Les Parasites escogió la forma cinematográfica más objetiva e inmersiva para adentrarnos en un mundo tan contemporáneo como post apocalíptico: el plano secuencia, es decir un plano ininterrumpido, tan largo como cada uno de sus ocho capítulos (22 minutos), sin cortes ni montaje alguno, para que nuestra mirada se identifique con la de la cámara, sufriéndolo todo. 

“Queríamos mostrar un escenario plausible, procurando al espectador la oportunidad de vivir situaciones post-colapso. Con el plano secuencia, no hay escapatoria”, subrayan.

“No hay cortes, ni elipsis, ningún recurso a la magia del cine. Nos metemos en la acción con la cámara al hombro, cual reporteros en el campo de batalla, contando la historia en tiempo real y reforzando la idea de que algo totalmente imprevisto puede suceder en cualquier momento. Rodar así es totalmente distinto, cada actor tiene que saberse su coreografía al dedillo para que todo salga bien. Fue todo un reto, tanto a nivel técnico, como a nivel de guion”. 

Hijos de la colapsología

El primer capítulo arranca significativamente en un supermercado en el que empiezan a escasear los víveres (¿y el papel higiénico?). Omar, uno de los cajeros, ha quedado con sus amigos, que han decidido aprovisionarse y huir al campo. Pero, en el último momento, se raja. 

“Omar nos representa. Aunque sabe que el sistema no aguantará, y que acabará por hundirse, se busca excusas como su trabajo, sus estudios o su casa para no salir corriendo. A todos nos cuesta aceptar la idea de abandonar nuestro confort cotidiano”, explican Les Parasites.

Están persuadidos de que el sistema petará. Ya no se trata, como antaño, del pánico nuclear, o del agotamiento de los recursos naturales –aunque sendos capítulos abordan estos temas en particular–, sino de una crisis que deriva otra, llegando hasta el colapso del sistema. Es lo que reza la colapsología, un movimiento que llama a la utopía de estar preparados para cualquier eventualidad. 

Frente a la globalización, «hay que empezar a funcionar de otra manera, más local e independiente, porque eso limitaría mucho el impacto de la crisis»

Les Parasites

Historia de una fascinación

“Hacía años que nos tenía cautivados la idea del colapso de la sociedad en la que vivimos. Era un tema que nos fascinaba y nos aterrorizaba al mismo tiempo”, recuerdan. “Entonces la colapsología no estaba tan mediatizada como ahora, pero investigamos y nos entrevistamos con personalidades como el ya fallecido Jacques Blamont yPablo Servigne, los colapsólogos más conocidos en Francia, además del investigador Vincent Mignerot y el ingeniero Philippe Bihouix”

En el primer y, sobre todo, en el último capítulo, aparece un líder de la colapsología que irrumpe a la brava en el plató televisivo de un programa de debate en directo, para enfrentarse a la clase política y difundir su mensaje. Está inspirado en Blamont y Servigne: “Sus libros han sido muy importantes para nosotros, en particular Introduction au siècle des menaces, de Blamont, y Comment tout peut s’effondrer o L’entraide: l’autre loi de la jungle, ambos de Servigne. Gracias a ellos, descubrimos que los que están llamados a sobrevivir no son los más fuertes, sino lo que son capaces de ayudarse los unos a los otros, y esa visión alteró completamente los guiones que ya teníamos escritos”. 

Ninguno de estos libros se ha publicado en España. La tendencia está por llegar. 

El capítulo del programa de televisión refleja, según Les Parasites, lo que sucede en nuestro país vecino, “cada vez que aparece alguien que cuestiona el status quo de nuestra sociedad, y si ese alguien lo hace advirtiendo que todo se va a ir al carajo, pues mucho peor. Aunque ocurre lo mismo si sale alguien a hablar de feminismo, la causa animal, la energía nuclear, el crecimiento infinito, o cualquier otro tema que molesta al sistema”. 

El colapso serie
Más que una distopía, ‘El colapso’ parece ahora una obra de anticipación. Foto: Filmin.

El efecto covid-19

La serie se estrenó el año pasado en Francia, y la pandemia amenaza con darle la razón. “Efectivamente, la covid-19 nos dio que pensar”, admiten. “Llegamos a la conclusión de que, más que una distopía, lo nuestro era una obra de anticipación”. 

“Aunque en la serie la caída del sistema es inmediata y brutal, sobre todo por cuestiones de impacto narrativo, en realidad vemos la pandemia como la primera de esa serie de crisis que, con el tiempo, podrían acabar con todo. No somos expertos, pero observamos que la crisis del Covid no ha hecho más que amplificar las dificultades ahí donde ya existían, a menudo en lugares donde la desigualdad es más pronunciada”.

La serie también refleja esa polarización del mundo entre ricos y pobres que cada día presenciamos en directo, aunque uno de sus capítulos más chocantes, en relación a lo que hemos vivido, es el que se desarrolla en un asilo de ancianos que han sido abandonados a su suerte, salvo por un único empleado que los cuida, cual ángel de la guarda, mientras el mundo se desmorona. 

Residencias de ancianos

“En la ficción post apocalíptica, siempre aparece gente que se las arregla para sobrevivir. Pero, ¿y si se tratase de personas vulnerables, que no pueden valerse por sí mismas, invalidas o ancianas?” se preguntan. “Alguien puede imaginarse el colapso como algo deseable, la oportunidad de volver a partir de cero. Pero no podemos olvidar que mucha gente morirá, empezando por los más débiles”.

“Queríamos homenajear a nuestros abuelos, preguntarnos qué les ocurriría llegado el momento. La respuesta nos pareció tan evidente como aterradora. Evidentemente, cuando vimos que muchos de nuestros mayores fallecían en residencias u hospitales de campaña, sólo pudimos lamentar que la realidad nos hubiera dado la razón antes de lo previsto”. 

“Servigne nos dijo que, después del colapso, iba a cambiar nuestra relación con la muerte, porque ya no estamos tan acostumbrados a ella. Hoy en día, la muerte siempre queda disimulada, se trate de nuestros parientes próximos o de los animales que nos comemos”. Y sentencian: “Para estar preparados, habrá que saber enfrentarnos a la muerte”. 

Una negra visión del mundo

Contemplando, o más bien padeciendo El colapso –una experiencia que dura lo que una desasosegante película de dos horas y media–, resulta imposible no acordarse de Mañana, el más luminoso documental de Mélanie Laurent y Cyril Dion, estrenado hace un lustro, que ofrecía todo un catálogo de soluciones alternativas a partir del mismo diagnóstico. 

“Nos encantó el documental”, admiten. “Podríamos decir que ellos son optimistas, y nosotros más bien pesimistas. Pero Mañana y El colapso son trabajos complementarios. Es la misma lucha, y en una misma lucha hacen falta todo tipo de actitudes”.

“Nosotros creemos que la situación geopolítica mundial es el peor escenario posible para preservar el planeta. Más allá de Europa, y en particular de los países del Norte que son los que mejor lo llevan, cuando ves lo que hace Bolsonaro con la Amazonia, Trump con el petróleo, Xi Jinping con la nueva ruta de la seda, Putin, Erdogan… ¿Cómo puedes tener esperanzas?”

El colapso serie
La colapsología aún no ha calado en España, pero sí en Francia. Foto: Filmin.

Esa sería la pregunta del millón: ¿Cómo revertir lo que ya parece inevitable, sobre todo después de ver la serie o el telediario de ayer? “Lo que está claro es que no podemos seguir consumiendo como se ha hecho a lo largo del siglo XX. Nuestros recursos son limitados. Frente a esto, intentar vivir de manera autónoma, autoabasteciéndose, es una opción. Sin llegar a tanto, podemos dejar de comer carne, movernos en bicicleta, consumir productos de proximidad y del tiempo…”

“Hay que empezar a funcionar de otra manera, más local e independiente, porque eso limitaría mucho el impacto de la crisis”, añaden. “Hay que volver al campo, recuperar una agricultura más racional, reforzar las relaciones con nuestro entorno social. No estamos diciendo que haya que volver a la Edad Media, pero sí que hay que volver a conectarse con lo esencial”.

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