‘Las niñas’: la vuelta al cole de los años 90

La ópera prima de Pilar Palomero, que se presenta este sábado en el Festival de Málaga, se estrenará oportunamente en plena rentrée escolar

Las niñas Pilar Palomero

Las Niñas. Foto: BTeam Pictures.

¿Era tan moderna la España del 92? Pilar Palomero lo pone más que en duda en Las niñas, su puesta de largo tras numerosos cortos, inspirada en su propia adolescencia zaragozana.

Celia, interpretada por la jovencísima y magnética Andrea Fandos, vive sola con su angustiada madre (Natalia de Molina) y asiste a un colegio de monjas donde le enseñan a coser y a escribir cartas a Jesús. No hay más horizonte que el tedio, hasta que llega una nueva alumna, que no por nada se llama Brisa. Entonces todo empieza a cambiar. 

Adolescente en el 92’

“Contar el paso a la adolescencia tal y como la viví yo”, recuerda la realizadora de 40 años, esa era su intención a la hora de hacer esta película, que se inscribe en el fértil género cinematográfico del Coming on age, pero en versión española, femenina y de penúltima generación. 

“Yo también iba a un colegio de monjas, y hacíamos las mismas cosas que estas preadolescentes que van a sexto, como fumar cigarrillos y pintarnos los labios a escondidas, cuidándonos mucho de que no nos pillaran, como alguna vez pasó”, añade con un atisbo de picardía. 

Fotografiada con cruda delicadeza por Daniela Cajías, está rodada en el estrecho formato 4:3, que da buena cuenta del angosto mundo en el que se mueve Celia –entre el diminuto apartamento y el opresivo colegio con crucifijo imperante–.

Las niñas muestra a un país que, tras una década de gobierno socialista, también estaba llegando a la preadolescencia democrática, entre el Póntelo, pónselo de una sexualidad ya atenazada por el miedo al sida y el Extasí, Extano que llamaba al consumo desenfrenado de pastillas en la pista de baile. Aunque para Las niñas, que no tienen más que 12 años, estos extremos no son más que vagas promesas de un futuro todavía lejano. 

Revisar los 90

Después de la fiebre de los 80, que quizás ya había durado demasiado, ahora toca revisar los 90, que han empezado a arder en la memoria colectiva.

Si en Las niñas, a la euforia olímpica se contrapone la tétrica realidad de un colegio anclado en el pasado franquista –no muy distinto al de Verónica, de Paco Plaza, que sucedía en 1991, también con los Héroes del Silencio como banda sonora–, en El año del descubrimiento, extraordinario documental de Luis López Carrasco que veremos en salas a partir de noviembre, se recuerdan los violentos disturbios en la Cartagena del 92, en contraste con la propaganda del triunfalismo progre. No era oro todo lo que relucía en Telecinco. 

Parecidos razonables 

Las niñas sucede justo un año antes que Verano, 1993, la película-fenómeno de la algo más joven Carla Simón, con la que ha sido comparada desde que el proyecto se puso sobre la mesa, antes incluso de empezar a rodar.

Es verdad que las dos películas tuvieron su estreno mundial en la Berlinale antes de competir en Málaga, que comparten productora –Valérie Delpierre, aquí junto a Alex Lafuente, de BTeam–, y que ambas son miradas retrospectivas y femeninas, que se alimentan del propio pasado de unas directoras más que prometedoras, amén de que la ausencia de los padres también es un tema común en las dos propuestas. 

Las Niñas Pilar Palomero
La joven Andrea Fandos se mete en la piel de Celia. Foto: BTeam Pictures.

Pero la comparación no va mucho más allá. Por no hablar de los estilos, que son muy distintos, la película de Simón es totalmente campestre, mientras que la de Palomero, como decíamos, va sobre todo de oscuros interiores urbanos, con algún conato de fuga al aire libre, como ese memorable paseo en moto al son de Viernes, de los Niños del Brasil, canción que ejerce de épico leitmotiv en el film. 

Y, además, las protagonistas de Verano, 1993 no llevan uniforme monjil y son mucho más jóvenes que las de Palomero, que están pasando de niña a mujer, como diría Julio.

Películas distintas

“Sí, son películas muy distintas”, confirma Palomero. “Conocí a Valérie cuando apenas estaba empezando a producir Verano 1993. Ella me había producido el corto La noche de todas las cosas, y me animé a proponerle rodar Las niñas, que costó bastante poner en marcha”. 

Cuando por fin vio la película de Carla acabada, apunta “me encantó porque era muy honesta y con una humildad en sus pretensiones que la llevaba a ser mucho más grande. Pero no me pareció que tuviera mucho que ver con la mía. Creo que si ahora están surgiendo tantas películas sobre la infancia y la adolescencia de las mujeres es porque era un territorio sin explorar. Al menos en nuestro país”. 

Universo femenino

Es un tema ya agotado. Pero queda claro que, si en España hemos pasado de dos o tres realizadoras con renombre a toda una nueva generación de directoras que está dando mucho que hablar, es porque nuestra sociedad ha cambiado para bien.

Las niñas Pilar Palomero
Natalia de Molina da vida a la angustiada madre de Celia. Foto: BTeam Pictures.

Es natural que quieran contar, desde su punto de vista, todas esas historias que siempre, consciente o inconscientemente, echaron en falta en una pantalla monopolizada por historias de hombres en busca de algún tipo de redención. 

El caso de Palomero es particular, porque reconoce que, si ha tardado tanto en dar el salto a la dirección, es porque ella misma “tenía una visión del mundo muy machista y muy interiorizada que me llevaba a ver los estereotipos como algo normal”.

“La idea de la película surge un poco de ahí, de querer explorar el origen de esta cultura que en mi caso se sitúa en la España del 92, en la que todavía recibíamos mensajes muy retrógrados de la sociedad en general, no sólo del colegio y de la familia”. 

Prisioneros del pasado

Tres décadas después, a la luz de la última campaña, y muy polémica en redes, de El Corte Inglés –en la que aparece un niño con mocasines y calcetines largos–, podemos pensar que, en muchos aspectos, seguimos prisioneros de nuestro (oscuro) pasado.

Pero también es evidente que el mundo ha evolucionado y cambiado a mejor, empezando por todas esas niñas que ahora son las directoras que dominan, o hacen más interesante, un panorama cinematográfico mucho más variado y, por tanto, más enriquecedor. 

En medio de todo esto, Las niñas, con su memorable escena de discoteca (o aquella otra en que juegan con los pringosos preservativos de sus padres), se erige como una pequeña gran película de iniciación, en algún lugar entre Cría Cuervos Las adolescentes.

Eso sí,desde otro punto de vista, radicalmente distinto, incluso diferente al de este pobre cronista que, mientras contemplaba Las niñas, no podía dejar de escuchar interiormente La gaviota de Mocedades que sonaba en aquella película de Pedro Masó, donde también fumaban y se pintaban los labios, pero en un marco mental completamente opuesto: “adolescente, adolescente, gaviota torpe y sin plumar / vuelve a tu nido, vuelve a tu gente, gaviota vuelve ya”.

Estreno: 4 de septiembre.

a.
Ahora en portada