‘Explota, explota’: El ‘Mamma mía’ de Raffaela Carrà

La gran Ingrid García Jonsson protagoniza el musical para el que la triunfita Ana Guerra ha versionado el clásico 'En el amor todo es empezar'

Explota Explota se estrena este viernes. Foto: ©Julio Vergne.

Explota Explota se estrena este viernes. Foto: ©Julio Vergne.

Si el exitoso musical de Catherine Johnson, llevado al cine con no menos éxito por Phyllida Lloyd tomaba como base el repertorio de ABBA, el hispano-uruguayo Nacho Álvarez ha recuperado los innumerables éxitos de la Carrà para la que es su puesta de largo cinematográfica. En ambos casos suenan ‘llenapistas’ de la década prodigiosa de los 70’s. En ambos casos, primero estaban las canciones y luego una historia inventada para hilvanar los números musicales. Y hasta aquí el parecido. 

Si Mamma mía se llevaba los hits del cuarteto sueco a una isla griega para montar una boda contemporánea en la que la novia no sabía quien era su padre (misterio que se desvelaba en la secuela), Explota, explota es una película de época, ambientada en el Madrid de 1973, justo después de una boda que no ha tenido lugar, ya que María (Ingrid García Jonsson) ha dejado a su novio italiano plantado en el altar para tomar un avión de regreso a España con lo puesto, su vestido blanco de Valentino y una tejana torera rosa. 

Juntar Mamma mía y Explota, explota en el mismo titular no tiene empero nada de censurable. Me acuerdo de cuando ABBA y la Carrá monopolizaban el tocadiscos: Yo era un niño, mis padres todavía eran jóvenes y organizaban fiestas en casa cada dos por tres. Pero Explota, Explota nos lleva, como decíamos, a un tiempo algo anterior, cuando la Carrà, que se presta a un pequeño pero sonriente cameo, todavía no se había contoneado al ritmo de Rumore en el programa Señoras y señores, donde Fiorella Faltoyano la presentó como “un fenómeno nuevo, capaz de cantar, bailar, interpretar y hablar (sic)”. Ocurrió el 1 de marzo de 1975. 

Las tijeras de la censura franquista

María, que sueña con convertirse en bailarina de un programa de televisión, acaba en los brazos de Fernando Guallar (Amar es para siempre, Velvet colección), que encarna al hijo y sucesor de Celedonio (Pedro Casablanc), el brazo armado de tijeras de la Censura franquista en la TVE de aquellos tiempos, cuando no había más que dos cadenas, y los cortes se habían vuelto a endurecer tras el tímido aperturismo encarnado por Manuel Fraga. Aquellos tiempos. 

Aquellos tiempos en los que Franco, que empezó como guionista de Raza, acabó convertido en teleadicto, todo el día con los ojos puestos en su televisor. Carmen Polo, que aparece brevemente ‘homenajeada’ enExplota, explota, tampoco dudaba en descolgar el teléfono cuando ocurría algo que no era de su agrado en la pequeña pantalla, como la mítica aparición de Rocío Jurado con un vestido ultraescotado en abril 1974. El teléfono tuvo que sonar fuerte. 

Aunque lo intenta, a la propuesta le falta ritmo, desenfreno y desparpajo

La censura, que no era algo excepcional en suelo europeo, no desapareció oficialmente en España hasta 1979. Con ese Celedonio que parece salido de las viñetas de un cómic deIbañez, Nacho Álvarez la convierte en comedia musical, como para recordarnos que la libertad, además de correr delante de los grises, también se conquista con algo de descaro y unos cuantos pasos de baile, como los del Ballet Zoom, que Valerio Lazarov puso a bailar en programas como Señoras y señores.

Ingrid García Jonsson “roba el show”

Normal. Aunque Verónica Echegui, metida en la piel de la fiel escudera que ayuda a María a alcanzar sus sueños, está graciosa, la película gravita en torno a la actriz medio sueca, medio sevillana, que nos conquistó desde que la descubrimos en Hermosa juventud (Jaime Rosales, 2014), una película que, de hecho, termina con un plano que rima con uno de los planos finales de Explota, explota.

Novia a la fuga. Foto: Paolo Ciriello.

Aunque María recuerda más a la Elizabeth Berkeley de Showgirls, la película maldita de Paul Verhoeven, dicho esto sin ánimo de condescendencia ya que, al contrario de la mayoría, estoy seguro de que es la mejor película sobre Las Vegas que se ha rodado jamás. María llega a Madrid como Nomi a Las Vegas, y Rosa (Natalia Millán),que la mantiene sentada en la silla de la suplente, podría ser la Gina Gershon del aperturismo, salvando las distancias. 

Y como cualquier mención de Show Girls viene aparejada con las famosas Notas sobre el camp (1964), de Susan Sontag, diremos que Explota, explota, con sus decorados de cartón pluma, su colorista vestuario vintage, sus números de baile y sus presencias masculinas que parecen salidas de un calendario para hombres, es pura fantasía camp. De camp deliberado, en este caso. Camp incluso previsible, por el estatus de icono del que goza la Carrà en la comunidad gay.

Algunos problemillas

Los problemas, que los hay, no vendrían de ahí. Al contrario, sabíamos a lo que íbamos. Uno de ellos sería que, aunque todos los elementos dan para una buena Fiesta sin mayores pretensiones, la mezcla no acaba de cuajar. Quizás porque, a pesar de la pasión y el cariño invertidos, todo acaba pareciendo tan amateur como los sueños de María. 

Explota, explota. Foto: ©Julio Vergne.
Explota, explota. Foto: ©Julio Vergne.

Aunque podemos llegar a mover el pie en algunas escenas, a la propuesta le falta ritmo, desenfreno y desparpajo, como a la versión del Far l’amore por Ana Guerra, sobre todo si se compara con el remix de Bob Sinclar en La gran belleza. No es tan fina, pero tenía más marcha.

Puestos a comparar mejor no hacerlo con la propia Carrà, que derrochaba carisma y energía en los 70. Con un material como ese, se podría haber dado un musical mucho más alocado. Otro problema es la duración. Dura 116 minutos, más que un disco doble de Grandes Éxitos. Las tijeras del bueno de Celedonio hubieran estado bien ahí. 

Estreno: 2 de octubre.

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