El falso mito de ‘La vampira de Barcelona’ revive en el Festival de Sitges

Bruna Cusí, Nora Navas, Roger Casamajor y Sergi López protagonizan una ficción inspirada en uno de los casos más célebres de la crónica negra barcelonesa

La vampira de Barcelona, portada.

La vampira de Barcelona, portada.

Barcelona nunca fue ciudad conocida por sus asesinos en serie. Pero quizás necesitaba a su propio Jack el Destripador para tapar toda la inmundicia que acumulaba no sólo en un superpoblado Raval, sino también en la trastienda de la perversa burguesía catalana. Tal es la tesis que defiende Lluís Danés en la película que presenta a concurso en el Festival de Sitges. 

Enriqueta Martí fue detenida el 27 de febrero de 1912 en su domicilio de la calle Poniente nº29 -hoy Joaquim Costa- por el secuestro de la niña Teresa Guitart y falleció en la cárcel el 12 de mayo del año siguiente. Según leo en el riguroso y muy recomendable Barcelona 1912 (Silex), (Silex), de Jordi Corominas, también había sido denunciada, en 1909 y 1910, por “corrupción de menores y el robo de pendientes a una anciana”. Pero nunca se demostró que fuese la “asesina en serie” que en su día vendió la prensa, una etiqueta que todavía se mantiene en la Wikipedia. 

La deconstrucción del mito

El escenógrafo Lluís Danés debuta como director de cine con este proyecto que lleva más de una década fraguándose, una década en la que, gracias a la publicación del libro de Corominas o el de Elsa Plaza, El cielo bajo los pies, se ha procedido a devolver, en lo posible, a la realidad de los hechos aquello que se había convertido en un auténtico mito de la cultura pop barcelonesa. 

Danés que, como sus dos guionistas –Lluís Arcarazo y María Jaén-, ha leído estos dos libros y buceado en las hemerotecas en busca de la documentación original, está en sintonía con este proceso de desmitificación. Pero lo hace desde la ficción. Inventando un periodista que se pincha cual Sherlock Holmes (aquel principio de El signo de los Cuatro), interpretado por Roger Casamajor,que relaciona la detención de Enriqueta con un burdel de lujo en el que se prostituyen a niños y niñas, una práctica muy común en la época. 

“Había muchísimas prostitutas concentradas en el Raval en aquel momento, y como los anticonceptivos brillaban por su ausencia, prácticamente parían cada año”, explica Danés. Esto daba una cantidad impresionante de niños abandonados, y además “desaparecían muchísimos. Las cifras son impresionantes”, añade el realizador.

“Desaparecían tantos, que necesitaban una explicación. Y cuando apareció el caso de Teresa Guitart, cuya foto sus padres, que tenían una panadería delante de La Paloma, consiguieron publicar en primera plana de uno de los diarios de la época… Todo el mundo se puso muy nervioso. Era un momento de mucha tensión social”. 

En la situación de máxima tensión que vivía El Raval y la Barcelona, Enriqueta Martí se convirtió en la villana perfecta para tapar un escándalo mayor

La ciudad que nunca dormía

En el alba de la Revolución Industrial en la ciudad textil, el Raval estaba superpoblado de gente que venía a trabajar de los pueblos circundantes y se llenó más aun con los pobres de todas las casas que derribaron para trazar la Vía Laietana, una avenida creada para que los ricos pudieran atravesar el casco antiguo sin tener que lidiar con los malos olores de las calles estrechas y atestadas. 

“En alguna crónica he leído que el Raval era el barrio más poblado de Europa”, dice Danés. “Había tanta gente que, en algunos pisos, se dormía por turnos. El barrio todavía estaba cerrado, rodeado de muralla, y sin electrificar. Era como Calcuta. El ambiente estaba muy tenso. Habían pasado cuatro años de la Semana Trágica y luego, en 1919, vendría la huelga de La Canadiense, la fábrica que tenía esas tres chimeneas que todavía se erigen en el Paralelo”. 

En este contexto, apareció Enriqueta Martí, una mujer de mala vida, que había sido prostituta y curandera, que se suponía que preparaba ungüentos, y la prensa se cebó con ella: “no era una santa”, aclara Danés, “vivía en condiciones miserables, pero esa facultad extraña de conocer las hierbas, hacer curas y practicar abortos, la convirtió en una villana perfecta, en una bruja de cuento”. 

Tormenta de ‘fake news’

A lo largo de las semanas que siguieron a la sonada detención de Martí y liberación de Guitart, que fue homenajeada con una gran gala en el Tivoli de la calle Caspe, “los diarios, que no tenían demasiadas páginas, empezaron a duplicar sus ediciones para añadir más y más historias con detalles cada vez más escabrosos absolutamente inventados. Aunque se fue desinflando, los diarios siguieron con esta tónica hasta que se hundió el Titanic y sacó a la vampira de las portadas”. Eso fue el 15 de abril de 1912. 

Danés asegura que esa perfecta tormenta mediática se dio para “tapar una red de pederastia. Hemos querido mostrar que el poder crea monstruos, sirviéndose en este caso de los arquetipos de los cuentos, para crear unos monstruos mucho más reales”. Aunque al mismo tiempo reconoce que “no hay pruebas” que relacionen el burdel de la calle Valdonzella que aparece en la película con la vampira a la que da vida Nora Navas.Por eso sin duda ha construido su película desde una ficción que le permite relacionar una cosa con la otra. Una ficción sugerente, ya que se desarrolla a partir de la perturbada mirada del protagonista. 

Aunque se trata de una película con un presupuesto modesto, Danés saca el mejor partido creando un Raval “muy orgánico”, en el que los edificios están vivos. Son “escenografías psicológicas”. Si el Raval parece un monstruo latente, Danés utiliza para la parte más burguesa unas elegantes secuencias animadas que, aunque estilísticamente no tienen nada que ver, nos traen a la memoria el corto animadoLes bessones del carrer Ponent (Marc Ribas y Anna Solanas, 2010), una de las numerosas piezas de nuestra cultura pop inspiradas por el caso. 

Las influencias estéticas de la película son bastante obvias, pero están bien asimiladas. “Sí, y además me hace gracia que se presente en Sitges, justamente cuando el festival homenajea El hombre elefante y El gabinete del doctor Caligari, dos de mis películas favoritas, tal y como queda muy claro en La vampira de Barcelona”.

a.
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