Cuando el cine se enamora de la mejor cocina

La pasión por la gastronomía marida de maravillas con el cine. Sino, que lo digan estas películas que recuerdan la belleza visual que hay en la cocina

El maridaje entre cocina y cine es de larga data. Como en cualquier ámbito, hay preparaciones ligeras, otras imposibles de digerir, muchas empalagosas, algunas picantes y otras elaboradas con los ingredientes justos para impactar o emocionar.

En estos días de encierro, donde buscamos nuevas opciones en la pantalla negra, podemos encontrar este menú de películas relacionadas con la cocina.

Se trata de desconectar de las preocupaciones y prepararse para disfrutar.

Como agua para chocolate

Esta película se puede ver como una cinta romántica más, o como un viaje por la gastronomía de México.

La escritora Laura Esquivel logró su mayor éxito de ventas con la historia de Tita, una mujer que a principios del siglo XX debe resignarse a no poder casarse para cuidar de su madre.

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Ella no olvida a su amor Pedro en un pueblo remoto de México, y lo recuerda con diversas recetas donde el mole (y el chocolate, claro), las codornices en pétalos de rosas o las torrejas son el vehículo para escapar de la prisión familiar.

Como agua para chocolate es barroca y quizás un poco empalagosa, pero también tiene ese gusto por el exceso que es tradicional en la literatura y, hay que reconocerlo, en la gastronomía latinoamericana.

Chocolate

Este derivado del cacao nos sirve de puente para otra película romántica, protagonizada por Juliette Binoche.

Ella es Vianne Rocher, quien con su hija Anouk llegan a un pequeño pueblo francés a fines de los años 50. La integración con una sociedad conservadora y religiosa no será fácil, y menos todavía cuando entre en escena el nómada Roux (Johnny Deep) para seducir a la protagonista.

Varias películas como ‘Chocolate’ y ‘Un viaje de 10 metros’ tratan sobre cómo la cocina separa y une en pequeñas comunidades

La consigna de la película es que a través del chocolate se puede conocer el alma de las personas, y según como se prepare cada uno (amargo, dulce, con leche, con frutos secos) es posible descubrir sus deseos.

Los sabores del palacio

Seguimos en Francia, y esta vez con una película basada en una historia real. Se trata de la experiencia de la cocinera Danielle Delpeuch mientras fue cocinera de Françoise Mitterrand en los fogones del Elíseo.

En Los sabores del palacio Hortense Laborie llega a la casa de gobierno para responder al capricho de un anciano presidente (Jean D’Ormesson) que quiere revivir los sabores de su abuela.

Laborie conquista los gustos del presidente en paralelo a que se gana la enemistad de políticos, funcionarios y arribistas del poder. En la soledad de la cocina debe afrontar tanto la organización de banquetes como las prisas por estar disponible 24 horas. Y en el medio, se aprende como la cocina francesa no siempre tiene que tener etiquetas rimbombantes para ser disfrutada.

Ratatouille

No se puede salir de Francia sin recordar una de la cintas de animación más logradas en el maridaje entre cine y gastronomía.

Esta producción de Pixar cuenta la historia de una rata que se infiltra en un elegante restaurante parisino para catapultar al torpe hijo de uno de los cocineros más prestigiosos del mundo.

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En la cinta se tratan de una manera irónica los tópicos de la alta cocina, la presión de un negocio donde es fácil naufragar y la espada de Damocles de los críticos gastronómicos. Ganadora del Óscar a la mejor película de animación, no hace falta ser un niño para disfrutarla.

5. Una buena receta

El título original Burnt (Quemado) es más precisó con el contenido. Porque esta película trata el agobio y la presión continua de un chef (Bradley Cooper) que pierde las estrellas Michelin de su restaurante de París, y se derrumba en un pozo personal y profesional del que intenta salir con la apertura de un nuevo local en Londres.

La apuesta no es fácil, el despotismo en los fogones juega con la creatividad, y el carácter pendular del chef choca con la frialdad e inteligencia de su segunda a bordo, Helene (Sienna Miller).

Claro que hay final feliz, pero la travesía en el desierto no será nada fácil

18 comidas

Son seis historias, son 24 personajes, son 18 comidas. En un día cualquiera, toda clase de hombres y mujeres se entrecruzan para compartir un ritual, el de la comida.

En este puzzle español firmado por Jorge Coira Nieto encontramos a un músico callejero se reencuentra el amor de su vida; dos borrachos que desayunan cubatas con marisco; un hombre que no cesa de cocinar para una mujer que nunca llega, una cocinera que sueña con ser cantante y dos ancianos que comen en silencio porque ya no tienen nada más que decirse, entre otras historias.

En 18 comidas Coira Nieto presenta seis historias paralelas de españoles y algunos extranjeros que tienen en común el ritual de comer

Pero todas estas historias paralelas están unidas por un hilo en común, que es la búsqueda de la felicidad a través de la comida, una necesidad fisiológica revestida de emociones y tópicos culturales.

Un viaje de diez metros

Otra vez la gastronomía es un puente para unir culturas. Y otra vez en un pequeño pueblo francés. En Saint-Antonin-Noble-Val se instala una familia india, donde abre el restaurante Maison Mumbai, la ocasión para que el hijo Hassan Kadam demuestre su talento en los fogones.

Del otro lado de la calle, a la chef Madame Mallory (Helen Mirren) no le causa ni pizca de gracia, que siente como una afrenta para su elegante restaurante Le Saul Pleureur, ganador de una estrella Michelin.

La confrontación culinaria está servida, pero la pasión de Kadam por la gastronomía francesa y la seducción de la segunda chef de Mallory rebajarán las tensiones, y donde hubo guerra luego hay una deliciosa alianza.

Estómago

Esta película brasilera pasó desapercibida en España pero se llevó una buena cantidad de premios en festivales. Y tiene con qué. Es una fábula de ascenso, caída y redención, pero con un humor negro tan incómodo como divertido.

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Raimundo Nonato es un hombre humilde que por casualidad consigue trabajo en un bar, pero con pocas diferencias con una esclavitud. Pero el hombre se revela como un talento para la cocina, y sus dotes impactan al dueño de un restaurante italiano que lo contrata.

A partir de ahí todo es una montaña rusa donde Nonato asciende rápidamente en un cóctel, de cocina, sexo y poder; pero que con una caída abrupta que termina en la cárcel.

Y allí también la cocina es la válvula de escape, aunque de una manera inesperada.

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