‘Adú’: la película que ha arrasado en las nominaciones de los Goya

Salvador Calvo cosecha la friolera de 13 nominaciones para su aventura africana, que puede verse en Filmin y Movistar, y regresa a los cines

Adú es el segundo largometraje de Salvador Calvo.

Cuando llegan los emigrantes subsaharianos en patera, o saltan a la desesperada la valla de Melilla, a menudo nos preguntamos exactamente de dónde vienen y por qué. Salvador Calvo pone cara a todas esas historias anónimas con la odisea del niño de seis años que da título a su película. Y completa la apuesta con otros dos relatos que ponen en perspectiva el problema africano. 

Moustapha Oumarou es un chaval de una aldea de la República de Benín, donde se rodó la parte africana de Adú. Ni siquiera sabía lo que era el cine cuando se cruzaron en su camino Calvo y su directora de casting. Pero aguanta el tipo a lo largo de todo su periplo en esta gran producción de Telecinco Films, Ikiru Films y La Terraza Films, que dura 119 minutos. 

Además de la odisea de Adú, que se verá obligado a huir de su aldea en Camerún, y a iniciar un viaje que lo llevará de Senegal a Melilla, la película cuenta la historia de Luis Tosar, un hombre taciturno, miembro de una ONG, que dedica su vida a tratar de salvar elefantes de los disparos de cazadores furtivos que todavía trafican con marfil pero no sabe cuidar de su propia hija, encarnada por una díscola Anna Castillo que flirtea con las drogas. 

Las fuerzas del desorden

Junto a la historia de reconciliación entre padre e hija, que da un contrapunto sentimental, Calvo y el nominado guionista hispano cubano Alejandro Hernández, que ya obtuvo el Goya por el guion adaptado de Todas las mujeres –una película de Mariano Barroso, el actual presidente de la Academia–, se muestran muy críticos con las fuerzas del orden que custodian la ominosa valla que separa Melilla del resto de África. 

La película tiene un punto de vista crítico con las fuerzas del orden que custodian la valla de Melilla

Aparecen imágenes documentales de las cámaras de vigilancia, de cuando la valla fue asaltada por cientos de emigrantes, aquellas mareas humanas de 2013 y 2014 que, lógicamente, superaron a los vigilantes. Hernández y Calvo ponen sin embargo el foco en un guardia civil que, para tratar de parar a un emigrante colgado de la reja, le da en la cabeza con la defensa. 

El emigrante cae al suelo y muere. Cuando la patrulla es llevada a juicio, todos se ponen de acuerdo y mienten sobre lo sucedido. Nominado como actor de reparto, Álvaro Cervantes es el que encarna la mala conciencia del grupo de uniformados, tentado de confesar la verdad sobre lo sucedido “para que no vuelva a pasar”.

Pero otro guardia civil, más cínico, se lo explica de otra manera, y le dice que, para los miles de inmigrantes, la valla manda un mensaje: “Solucionad vuestros propios problemas”. Adú no es una película complaciente con las fuerzas del orden. 

La complejidad del problema africano

Al final de esta gran producción de Mediaset, que ha destinado parte de los seis millones de euros recaudados a la ONG Project Ditunga para la construcción de un hospital en la República Democrática del Congo, se nos recuerda que, en 2018, más de 70 millones de personas abandonaron sus hogares en busca de un mundo mejor. La mitad eran niños

El mensaje de la película parece claro: si queremos atajar el problema migratorio, hay que atajarlo de raíz, ayudando a solucionar los problemas de todos esos países que sus habitantes se ven obligados a abandonar en busca de “un mundo mejor”.

Sin entrar a discutir la complejidad de un problema que se subdivide en la realidad de todos esos países de los que somos grandes desconocedores, está claro que la película viene cargada de buenas intenciones.

Ser la película más nominada no es, sin embargo, garantía de éxito en los Goya.

Adú combina el paisajismo espectacular a vuelo de dron –un aparato que se ha convertido en una herramienta sobreutilizada en el cine contemporáneo, y que se menciona en los diálogos de la película– con la cruda realidad de los emigrantes, que se enfrentan al hambre y a la muerte, y pasan por la prostitución para financiarse el viaje al supuesto paraíso europeo. 

Los caminos de los Goya son inescrutables

Como nos recordó un sabio de Twitter conocido como Mister Belvedere, que Adú haya recolectado el mayor número de nominaciones –concretamente a la Mejor Película, Dirección, Actor Revelación, Actor de Reparto, Guion Original, Dirección de producción, Dirección de fotografía, Sonido, Montaje, Canción original, Maquillaje y peluquería, Dirección artística– no significa que sea la favorita. 

Como la historia ha demostrado, tener la mayor cantidad de nominaciones de los Goya no garantiza el éxito en ‘cosecha’ de premios

Sin ir más lejos, el anterior film de Calvo, el drama colonial 1898: Los últimos de Filipinas, también protagonizado por Luis Tosar, cosechó nueve nominaciones y se quedó con un Goya al Mejor Vestuario. Aquel año la más nominada fue Un monstruo viene a verme, de J.A. Bayona. Y si bien es verdad que cosechó nueve de los 12 cabezones a los que optaba, la Mejor Película de la velada fue la excelente Tarde para la ira, el debut tras las cámaras de Raúl Arévalo que, aunque no obtuvo más de cuatro premios, se llevó el más importante. 

Los Goya, como los Oscar, no son los premios de la crítica, sino aquellos en los que la industria se recompensa a sí misma. Nunca está de más recordarlo. El convencional academicismo de la película de Calvo, independientemente de su mensaje, no la convierte sin embargo en la candidata ideal para llegar a lo más alto en la gala que se celebrará el próximo 6 de marzo, con las consabidas restricciones, en el Teatro del Soho CaixaBank de Málaga, propiedad de Antonio Banderas, que presentará la velada junto a la periodista María Casado. 

Las niñas Pilar Palomero
‘Las Niñas’, de Pilar Palomero, es otra de las grandes favoritas. Foto: BTeam Pictures.

‘Las niñas’ van a por todas

Nuestra favorita sería Las niñas que sin duda tiene muchas posibilidades después de ganar en los Premios Forqué y en la Biznaga de Oro en Málaga, además de haber cosechado nueve nominaciones a los Goya. No juega en su contra que sea una ópera prima. Tarde para la ira también lo era. Y Tesis. Y El Bola. Sería además la primera vez que un debut dirigido por una mujer, Pilar Palomero, llega a lo más alto. Lo justo para la película, y lo justo para toda esa generación de realizadoras que son las que más han contribuido a renovar el panorama patrio. 

También nos han complacido las cinco nominaciones cosechadas por Sentimental, de Cesc Gay, película por la que tenemos especial debilidad. Y las tres de Los Europeos, una película que ha sido especial e injustamente denostada. Lo mismo que la nominación a la Actriz Revelación para Paula Usero por La boda de rosa.

Pero, al margen de cábalas y predicciones, que todavía hay tiempo para concretarlas, lo importante es que en la gran fiesta del cine español, a pesar de un año tan pandémico como el que nos ha dejado, no faltan títulos importantes. 

Entre las más destacados en materia de candidaturas también hay películas notables como Akelarre, de Pablo Agüero, que va con ocho nominaciones, o Ane, de David Pérez Sañudo, que va con cinco. Sin contar con todas las que no han pasado la criba académica, como Baby, de Juanma Bajo Ulloa, que es una obra maestra absoluta, aunque demasiado experimental para generar consenso. 

2020 ha sido un año nefasto, pero no en lo cinematográfico. Una vez más, el cine español ha estado a la altura.

a.
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