¡Una de bravas! Dónde comer las mejores de España

Puede que no estén todos los que son, pero una cosa es segura: en estos diez bares las patatas bravas no son ninguna broma

Estas son las 10 mejores patatas bravas de España. Foto: Getty Images.

Las patatas bravas son una de las tapas más famosas y demandadas de España, y una de las opciones favoritas para la hora del aperitivo. En principio, un plato humilde y barato cuyo secreto y éxito estriba esencialmente en su forma de preparación y en la calidad de sus ingredientes.

Aunque tristemente hay quien cree que unas patatas fritas congeladas con un chorretón de kétchup por encima y una cucharada más o menos generosa de alioli industrial son merecedoras de ser llamadas patatas bravas, ya aclaramos que nada más lejos de la realidad. De Madrid a Valencia, y de Sevilla a Barcelona pasando por Logroño, estos son algunos de los lugares de culto para los amantes de las patatas bravas.

Las bravas de Madrid

Comer suculentas patatas bravas en Madrid no es difícil pues hay muchos establecimientos en los que las preparan de cine. Pero como en la vida siempre hay que elegir, nos quedamos con dos representativos bares. El primero es Docamar (Alcalá, 337). Fundado en 1963, se trata de una de las barras más concurridas y emblemáticas de la ciudad.

En el madrileño Bar Docamar, el secreto de sus bravas está en su salsa. Foto: Docamar.

Su forma de preparar las patatas bravas desde hace más de 50 años es muy especial, pues las patatas se fríen dejándolas muy doradas por fuera y cremosas por dentro. Pero el secreto del ‘Doca’, y fuente de su enorme éxito, está en su deliciosa salsa brava, con un punto picante, que venden por tarrinas para 2-3 raciones o en botellas de litro.

También se comen unas bravas de escándalo en el Bar Las Bravas del Callejón del Gato (Álvarez Gato, 3). Las Bravas abrió por primera vez sus puertas en 1933 como taberna de vinos y licores y después de la Guerra Civil se convirtió en bar de aperitivos y raciones. Pero no fue hasta mediados de los años 50 cuando alcanzaron la fama al comenzar a elaborar una salsa picante que añadían a las patatas y que, una década después, fue registrada como marca. Es una salsa melosa, no excesivamente picante, que también se combina con alioli y se puede tomar también con tortilla de patata.

La salsa picante del Bar Las Bravas de Madrid tiene marca registrada. Foto: Las Bravas.

Barna loves bravas

Los habitantes de la Ciudad Condal son también muy dados a disfrutar de las patatas bravas. Nos dirigimos en primer lugar al barrio de Sarrià, donde en su Calle Mayor encontraremos el emblemático Bar El Tomás de Sarrià. Uno de esos locales que destilan un agradable trajín, con el ambiente de antaño, y que recuerdan a las antiguas bodegas en las que se servían vinos y tapas recién hechas.

En Barcelona podemos decantarnos por las clásicas bravas de El Tomás de Sarrià o bien por las más creativas de Ten’s Tapas Restaurant

Entre su amplia oferta gastronómica hallaremos sus portentosas patatas bravas cortadas a mano y posteriormente doradas a fuego lento con aceite de oliva. Las ofrecen de dos formas: con salsa alioli tradicional o con una salsa picante casera tremendamente gustosa y aromática. Las bravas del Bar El Tomás son tan famosas que incluso han sido mencionadas en The Wall Street Journal.

Otra recomendación en Barcelona, esta vez indicada para los que buscan un punto de creatividad, es acercarse a Ten’s Tapas Restaurant, en la calle del Rec, 79, el renombrado local de tapas del inquieto y laureado chef con estrellas Michelin Jordi Cruz. En su amplia y cuidadosa oferta lucen con brillo unas patatas bravas que han conquistado el corazón de propios y extraños gracias al corte de la patata en gajos y a una salsa que es puro vicio, cocinada a fuego lento, con un sofrito que, entre otros ingredientes, lleva ajos, cebolla, ñoras, tomates de diferentes variedades y el mejor pimentón de la Vera.

Las patatas bravas son religión en Ten’s, propiedad del chef Jordi Cruz.

Xe, quines braves més bones!

Valencia es también una ciudad en la que las patatas bravas son determinantes. Nos acercamos a probarlas a uno de esos bares que no hay que perderse en una visita a la capital del Turia. Hablamos del Bar Rausell (Carrer d’Àngel Guimerà, 61), establecimiento familiar con más de 60 años a sus espaldas, regentado en la actualidad por los hermanos Miguel Ángel y José Antonio Rausell. Presumen de tener una de las barras mejor surtidas de Valencia y entre sus propuestas para el aperitivo destacan sobremanera sus deliciosas patatas bravas. Para prepararlas seleccionan los mejores tubérculos ecológicos de la variedad Vivaldi de cosecha propia.

¿El secreto de su éxito? Lo encontramos en su preparación, ya que cada día las patatas son cortadas a mano, confitadas lentamente en una freidora con el aceite a baja temperatura, y apartadas cuando ya están casi cocidas. En ese momento esperan a que el aceite suba a 180 grados para volver a sumergirlas y de esta forma conseguir su logradísima capa externa crujiente. Su salsa mezcla un alioli casero con una perfecta mezcla de pimentón dulce y picante de calidad. El resultado es simplemente maravilloso.

Las patatas bravas del Bar Rausell son muy apreciadas en Valencia.

Marchamos ahora al carismático barrio del Cabañal para gozar con las bravas que se ofrecen en el conocido Bar-Bodega Casa Montaña (Carrer de Josep Benlliure, 69). En la carta aparecen como patatas bravas de secano de los Montes Universales. Son unos tubérculos de gran calidad que se cultivan exclusivamente en una zona de la comarca aragonesa de la Sierra de Albarracín.

En cocina, las patatas son cortadas en forma de lingotes y, por su textura, denotan cocimiento y un posterior horneado. Se sirven con dos salsas, una es un alioli casero suave y la otra una salsa brava picante. No se mezclan, pues es el comensal quien lo hace según sus gustos, Para acompañarlas nada mejor que pedir el vermú artesano de fabricación propia.

Braveando por Sevilla

Es sabido que en Sevilla el tapeo tiene mucho arte. Entre pescaito frito, montaditos de pringá, caracoles, croquetas y otras pasmosas propuestas, encontraremos también bares que disponen de raciones y tapas de patatas bravas tan buenas como para marcarse una sevillana. Atención a Perro Viejo Tapas Bar, local emplazado en el número 3 de la céntrica calle Arguijo. Sus patatas bravas a la brasa con toque crujiente, especias secretas y una salsa picante casera en su punto justo, son un sueño que roza la alucinación.

En el Bar Perro Viejo de Sevilla lucen unas portentosas patatas bravas.

Y si de disfrutar a tope se trata, en la calle Rosario nos daremos de bruces con Lobo López, un bar de tapas al que se viene a complacerse con su cocina fusión, pero también con sus afamadas patatas bravas cortadas en forma de gajos, crujientes y deleitosas, que se acompañan con una combinación de salsa aliloli y de tomate con orégano. Unas bravas que te hacen pensar acerca de esas pequeñas cosas de la vida que hacen que nuestra existencia valga la pena.

En Sevilla encontramos deliciosas bravas en Lobo López y Perro Viejo Tapas Bar, ambos con toques secretos en sus recetas que son simplemente deliciosas

Las bravas del bar Lobo López de Sevilla son de repetir.

¡Marchando una de bravas riojanas!

Y si se trata de patatas, en Logroño saben muy bien lo que se traen entre manos. Sobre todo si nos trasladamos hasta la archiconocida Calle Laurel, donde se dan cita las mejores tapas, pinchos y raciones de la ciudad.

Hacemos una parada obligatoria en La Taberna del Laurel (en el número 7 ) para conocer de primera mano unas patatas bravas de órdago, de aspecto meloso, que deben su prestigio a una magnífica salsa de tomate frito y mayonesa picante. Los clientes a los que no les vaya el picante pueden pedir las ‘raras’, que son las mismas pero servidas con una salsa no picante.

La logroñesa Taberna del Laurel es es el lugar idóneo para comer patatas bravas.

Por su parte, y también en la calle Laurel, en este caso en el número 18, nos toparemos con otro centro neurálgico de las bravas en Logroño: el Bar Jubera, negocio familiar fundado en 1980. Los logroñeses acuden aquí a diario para tomar las famosísimas patatas con salsa brava y mayonesa.

Las preparan con patatas riojanas seleccionadas cortadas a trozos, y fritas a baja temperatura para que queden blanditas. Posteriormente se cubren con abundante salsa de tomate frito con un punto de guindilla cultivada en La Rioja. El resultado es de los que no se olvidan, sobre todo si son compartidas con alguno de los exquisitos vinos de Rioja que ofrecen.

En el Bar Jubera de Logroño no escatiman con su salsa brava picante.

a.
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